DavidMRDavid Márquez Ramos.- El pasado jueves se reunieron en Sevilla diferentes estamentos del mundo taurino con el fin de buscar una posible solución al grave momento que vive la fiesta a día de hoy. La reunión fue organizado por la Unión de Criadores de Toros de Lidia, con la idea de escuchar a los diferentes sectores que la conforman y,  de ese modo, poder tomar la medidas necesarias para rediseñar el negocio, que a día de hoy tienen montado y que,  al parecer, no les da los rendimientos económicos deseados. En otras palabras, ha sido la primera reunión de otras muchas que vendrán en el tiempo para diseñar lo que será el sector empresarial taurino del siglo XXI.

La iniciativa, como tal, parece a primera vista muy buena, ya que,  al menos de momento, se han sentado y escuchado unos a otros. ¿La acogida?, visto el número de personas que asistieron y los nombres que hay escrito en todas las crónicas, podemos decir que ni en los mejores sueños de la UCTL se veían con un auditorio de esas características. ¿Las consecuencias?, será el futuro quien lo determine, pero, visto lo visto,  las sensaciones no terminan de ser las mejores. ¿Y por qué digo esto?

Si la intención general de la reunión era hablar en presente, con las miras puestas en el futuro. Es inexplicable que no asistiera ni un sólo novillero sin caballos; si hablamos de escuelas taurinas, excepto El Almendro, absolutamente nadie. De novilleros con caballo, creo que fueron dos los que aparecieron por allí, Borja Jiménez y José Garrido ¿y los demás compañeros?, ¿estarían preparando la próxima temporada? .

Si a esto le sumamos que a los empresarios de las plazas más importantes del mundo ni estaban ni se les esperaba, que de las grandes figuras del momento sólo estuvo Miguel Angel Perera, que la media de edad congregada en la Venta Antequera para hablar del futuro de la fiesta rondaba los 60 años, y salvo contadas excepciones no había ni un solo hijo de ganadero y la mesa presidencial estaba más cerca de la jubilación que de su primera nómina, la cosa,  para que engañarnos, pinta mal.

Hay que pararse un momento y pensar en la manera que se está intentando solucionar  la  situación, que no es otra que sentados en un despacho, con la calculadora en la mano, recortar gastos, abaratar costes y disminuir cuadrillas y personal, y es ahí  cuando realmente te das cuenta que no es el camino adecuado.

La única y verdadera solución para el momento que vivimos y el futuro más próximo, no sólo pasa por despachos y reuniones. Tambíen se tienen que “plantar las  zapatillas en la arena, echarle los vuelos de la muleta a los hozicos de un toro bravo y con hechura. Templarlo, mandarlo y rematarlo por bajo, con verdad y sentimiento”.

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