Juan Ortega. Foto: Rocío de la Oliva Martos

Rocío de la Oliva Martos.- Nueve días de fiesta dan mucho de sí, tanto que el ambiente en Fuenlabrada ya se notaba apagado por el cansancio. Una plaza portátil, al final de las atracciones, acogía una corrida mixta; cuatro toros bien presentados y justos de fuerza, de Román Sorando para Curro Díaz y Juan Ortega, y dos novilos-toros algo desiguales, pero de triunfo, de José Vázquez,  para el novillero local Marcos.

Lo cierto es que la gente que muy despacio se iba acercando a la plaza, eran mitad aficionados procedentes de la capital que venían a ver al sevillano, y mitad peñas de la localidad. Aunque la entrada fue media plaza.

A Curro Díaz tocó en suerte el lote más sosito, aunque tirando de conocimientos gracias a su veteranía, sacó detallitos y tapó todos los defectos de los dos astados. Media, descabello y oreja en el primero.  Pinchazo, pinchazo hondo y oreja en el segundo.

El segundo de la tarde embistió de dulce, salvo que no tenía fuerzas y había que mimarlo como un caramelito. Ortega dio una lección de clasicismo y toreo al ralentí. Será para el recuerdo el providencial quite de cuatro verónicas y media, donde cada una duraron una eternidad. Estocada descabello y oreja. El quinto fue un toro cuajado, soso y peligroso. Todo lo tuvo malo y Juan solo pudo dejar detalles sumados a una perfecta colocación. Estocada y oreja.

A Marcos le eligieron bien los novillos. El primero (bis) estuvo muy por encima de él, era una máquina de embestir, lo toreó sin llegar a transmitir pero parece que es profeta en su tierra y cortó dos orejas.
Con el quinto se esforzó, lo picó él mismo y le puso las banderillas, cortó una oreja.

Curro Díaz, azul marino y oro, oreja y oreja.
Juan Ortega, blanco y azabache, oreja y oreja.
Marcos, blanco y plata, dos orejas y oreja.

Incidencias: el primer novillo se partió la pata a la salida. Marcos picó y banderilleó su segundo novillo.

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