Luis Carlos Peris.– Cuentan y no acaban los que vivieron ese retorno de José Tomás que se ha convertido en cíclico. Dicen los expertos que el impacto económico que el suceso tuvo en una zona tan deprimida como el Campo de Gibraltar superó los diez millones de euros. Ni una sola cama libre, los restaurantes sin dar abasto, la reventa por las nubes, Algeciras se convirtió por un día en una especie de Arcadia feliz donde todos estaban contentos. Y es para congratularse que el toreo sea capaz de dinamizar una zona de esa manera, pero no tengo más remedio que pecar de reiterativo al rebufo de la aparición del genio de Galapagar. Se trata de preguntar que por qué no aparece con más frecuencia en los ruedos si tan decisiva es su presencia para un espectáculo que, entre presuntos amigos y declarados enemigos, va languideciendo de manera lastimosa. Anda, José Tomás, majete…

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