Luis Carlos Peris.– Era ya domingo noche y ya se sabe cómo cuando el domingo va muriendo aparece la mohína que siempre conlleva la inminencia del lunes. Calles desiertas, bebederos cerrados, motivos todos para la tristeza, pero hete aquí que en los que hay festejo, el Arenal se viene arriba y hasta resulta complicado hacerse un hueco en cualquiera de sus barras. Es ésta una de las caras positivas que tiene la fiesta de los toros, que genera riqueza y algo más importante, optimismo y que la cercanía del marrón del lunes no agobie demasiado. La noche del indulto de Orgullito, hubo un tabernero del lugar que recaudó dos mil euros más de lo habitual. Una zona tan saturada de bebederos como es la del Arenal, colmada hasta la mismísima corcha al conjuro del espectáculo taurino. Todo lo contrario que en esas noches de domingo de Maestranza cerrada, conque algo tendrá el agua…

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