En el día de hoy se piblica el prólogo y el primer capítulo del libro sobre el toro bravo escrito por José Luis López.

¿Por qué este libro?

Desde que Sevilla TV, nos encargó realizar un programa de toros allá por el ya lejano año 2000, nos propusimos (el director del programa y un servidor) que el verdadero y eterno protagonista de estos programas seria el toro en su hábitat, el campo y todo lo que alrededor de ellos se mueve. Hoy después de decenas de ganaderías visitadas, de miles de kilómetros recorridos y de centenares de horas grabadas, no me arrepiento en absoluto de la decisión que tomamos. Estoy seguro que mi amigo, maestro y autentico artífice del invento televisivo, Víctor García-Rayo, tampoco siente ni un ápice de arrepentimiento.

A lo largo de mi ya dilatada existencia, en la que la afición por los toros me ha podido más que cualquier otra, y a medida que he conocido con más profundidad la vida apacible y placentera del toro en el campo y las faenas que con él se realizan, mi amor por este bello animal y a todo lo que representa, ha ido en aumento.

Pero en la misma proporción que ha crecido ese cariño a nuestra Fiesta en general y al toro bravo en particular, también en mí, ha aumentado una gran inquietud. En las muchas horas, que he pasado hablando de toros con aficionados, compartiendo localidad en plazas de muy distintas categorías y hablando con gente de a pie, que solo ve las corridas que se retransmiten por televisión, he podido comprobar el tremendo desconocimiento que existe del toro en la dehesa, de sus comportamiento y de sus costumbres. Es curioso comprobar cómo aficionados que asisten a veinticinco o treinta festejos por año, no conocen in situ lo que es un tentadero de vacas o un herradero. Un tentadero a campo abierto o una retienta. No saben que son las parideras o las cubriciones. Este desconocimiento les lleva a no comprender del todo la faena del torero en la plaza.

Este es el motivo de mi libro, acercar el campo bravo a la ciudad, a todo el que no tiene acceso a las dehesas. Es un libro que no pretende en ningún momento sentar cátedra de nada, muy por el contrario, lo he escrito pensando en estos aficionados, que conocen poco la fiesta y por ende al toro bravo, que no tienen la oportunidad de desplazarse a una ganadería para conocer las faenas que con él se realizan, o simplemente aquellos que, interesados en el campo bravo, desean ampliar sus conocimientos sobre el toro y su entorno.

He tratado de realizar esta obra con palabras sencillas y fáciles de comprender por los que no están iniciados en este maravilloso mundo de la dehesa. Y para ayudar a una lectura amena, he querido incluir un capitulo, en el que sean algunos de los ganaderos mas importantes y representativos de los Encastes Fundacionales, los que con sus propias palabras, expliquen como son sus toros, de donde proceden, como es la finca donde pastan y muchas más cosas que, sin duda, harán que conozcamos mas a fondo su ganado y podamos enjuiciarlo mejor cuando lo veamos lidiar en cualquier plaza de toros de nuestra geografía taurina.

Apoyando esta “biografía” escrita del toro de lidia, he acompañado a la letra impresa, decenas de imágenes, obtenidas en las propias ganaderías y campos donde se cría nuestro ganado bravo.

Para realizar este libro he consultado escritos de personas mucho más doctas que yo en la materia y que han estudiado más a fondo al toro de lidia, realizando verdaderos estudios de él. A todos les agradezco, el que un servidor haya podido reunir las opiniones de todos ellos, que junto a las que, humildemente, yo he aportado, han formado esta obra, que ha sido escrita, sin ningún animo de lucro personal, con la pluma del corazón y la tinta del amor a nuestra fiesta.

En fin, amigos, si consigo que, después de leer estas páginas, alguno de ustedes se interese por el maravilloso mundo del toro, trate de conocerlo más profundamente, y por consiguiente a amarlo, me sentiré pagado con creces, de tantas y tantas horas pasadas delante de mi ordenador. De las que he pasado en el campo, contemplando las reacciones de las reses, días y días, para transcribirlas al papel, las cobré al contado y sobre la marcha, de la sabia naturaleza, al permitirme contemplarla tan de cerca.

Quiero dar las gracias a muchas personas que han hecho posible con su colaboración, el que este libro, adaptado a las necesidades de las nuevas formas de comunicación, pueda estar en las pantallas de sus ordenadores cada semana, para dar a conocer algo mas, de uno de los dos protagonistas principales de Nuestra Fiesta.

Gracias a Carlos Crivell y a Francisco Mateos, directores de los portales taurinos Sevillatoro.com y Sevillataurina.com, por las facilidades que me han dado para la difusión de este libro.

Gracias a mi compañero, amigo y maestro, Víctor García-Rayo por las horas que hemos pasado juntos en el campo y fuera de él, y que me han permitido escribir estas historias y conocer al toro bravo para amarlo y respetarlo, tanto como al conjunto de Nuestra Fiesta.

Gracias a la Unión de Criadores de Toros de Lidia, a la Asociación de Ganaderos de Lidia, a la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas y a los Ganaderos de Lidia Unidos, por permitirme la visita a sus instalaciones una y cien veces, y colaborar en todo lo que he necesitado.

Gracias a mis compañeros de la información taurina, de ellos también he sacado partido para aprender y, como no, a los compañeros de información grafica que me han permitido acompañar a este libro, imágenes de sus maravillosos trabajos.

Y para terminar mi capitulo de agradecimientos, muchas gracias a mis amigos Fernando Carrasco Lancho y Miguel Criado Garrido por escribir ese antológico tratado “El Toro de Lidia: Encastes y ganaderías”, en cuya fuente he calmado mi sed, en mas de una ocasión, para llevar a cabo mi obra.

Muchas gracias a todas aquellas personas que han colaborado, de una manera u otra, para que este escrito pueda llegar a ustedes.

Que disfruten con la lectura, y que Dios reparta suerte

 José Luis López

 EL TORO Y SU ENTORNO – ÍNDICE

 I –Orígenes del toro

II –Comienzo de las ganaderías

III –Casta fundacional Jijona y Toros de la Tierra

IV –Casta Fundacional Navarra

V –Castas Fundacionales Andaluzas

VI –Casta Fundacional Vazqueña

VII –Casta Fundacional Cabrera

VIII –Casta Fundacional Gallardo

IX –Casta Fundacional Vistahermosa

X –Líneas y Encastes actuales

(A) Vazqueño: Concha y Sierra
(B) Vazqueño: Prieto De la Cal
(C) Cabrera: Miura
(D) Gallardo: Partido de Resina (Pablo Romero)
(E) Vistahermosa: Victorino
(F) Vistahermosa: La Quinta
(G) Vistahermosa: Torrestrella

XI –El entorno del bravo en la Península Ibérica

XII –El toro en el campo bravo

XIII –El Toro en Europa y América

XIV –Faenas camperas

(A) Las Cubriciones
(B) Las Parideras
(C) El destete y el Herradero
(D) La Recría
(E) Los Tentaderos: Tienta de Vacas
(F) Tienta de Machos
(G) El Embarque de una corrida

XV –El toro en las dependencias de la plaza

XVI –La corrida

1.-ORIGENES DEL TORO

El toro de lidia es un bello animal que hoy vemos pastar en las dehesas del suroeste de la Península Ibérica entre encinas y alcornoques, dando sensación de paz y tranquilidad. Cohabita en franca armonía y colaboración con otras especies de la fauna peninsular como el conejo, el rabilargo, el lirón, el cerdo o el caballo, al mismo tiempo transmite el poderío y la fiereza de su cuerpo fuerte y musculado y de su altiva cornamenta, que se eleva hacia el cielo, dispuesta a entrar en combate a la menor provocación, a la menor usurpación de sus terrenos, bien del hombre o de cualquier otro animal, aun de su misma especie.

El Toro es un ser ligado a la tierra desde hace miles de años. Se puede afirmar que en el toro de lidia convergen todas las formas del Uro primitivo, nombre dado por algunos autores al aurochs o buey salvaje (Bos Primigenius) hoy extinto. Sus diferentes mutaciones y evoluciones, además de sus mezclas, dan lugar al Bos Tauro Ibérico, del que deriva directamente el actual Toro de Lidia.

No se pude definir con exactitud, el lugar donde se domesticó el Uro, dado el amplio área geográfica por donde se extendía, y pudo haber sido en varios sitios independientemente, si bien y basándonos en que la mayoría de los animales que el hombre utiliza a su servicio, se amansaron en Asia, pudo ser este continente, de donde llegaran a España en mayor o menor grado de domesticación.

La entrada en la península, se pudo efectuar por dos diversos conductos: uno el de los egipcios, que los cartagineses y los berberiscos importarían, a la vez que trajeron la oveja merina. Estos toros, que se asentaron en el centro y sur de España, en estado casi salvaje, pronto manifestaron su carácter de bravura y acometividad, que habían sido la base de su selección en Egipto, como animales de pelea.

La otra vía de entrada en Europa y España del ganado bovino, domesticado en Asia fue la de los celtas, que imprimían un carácter especial a la ganadería de los países que habitaron, como sucede en el centro de Europa, Inglaterra y Francia. Este ganado, de menor tamaño, carecía de bravura y se caracterizaba por sus cuernos desarrollados y hacia arriba.

Ha sido un símbolo en la mitología y en la religión, quedando reflejada su existencia, en la Prehistoria, en la propia Mitología, y en la Biblia. También, como no, aparece en los restos prehistóricos, en el arte rupestre y en los monumentos arqueológicos.

Los hombres primitivos que habitaban las cavernas, ya dejaron constancia del toro, adornando sus paredes con pinturas rupestres que representaban toros muy parecidos a los toros de lidia actuales. Estas cuevas y cavernas se encuentran localizadas a lo largo y ancho de la Península Ibérica.

Lo más destacado de estas numerosas pinturas rupestres aparece en Asturias, Santander, Vizcaya, Soria, Cuenca, Teruel, Tarragona, Castellón, Albacete, Murcia y Cádiz, aunque sin duda alguna las más importantes se encuentran en las cuevas de Altamira en Santander, llamada “Capilla Sixtina del arte Cuaternario” a las que Unamuno le dedica estos versos de admiración: “Cavernario bisonteo / introito del rito mágico / que culmina en el toreo”.

Los monumentos arqueológicos hallados, son una buena fuente para demostrar la existencia del toro en la península Ibérica, siendo los mas importantes, los celtibericos “Toros de Guisando”, en la provincia de Ávila. Existen otros toros en diversos lugares de la península, especialmente en Andalucía.

Mitológicamente, el toro ha estado presente en multitud de culturas. Egipto, le daba al toro categoría de animal sagrado, Osiris, el dios lunar estaba representado por un toro, igual que el dios Sin, en Mesopotamia, donde, entre los ríos Tigris y Eufrates, existía el culto del toro por su fuerza física, su potencia muscular y su mugido.

En Persia, aparece el toro como fuente de vida en el mito del joven dios Mitra, que en sus ritos ancestrales, sacrifica al toro primordial haciendo surgir el mundo “…de su sangre brotaron las vides; de la medula, el trigo y de su semen, los animales”. En la leyenda del Minotauro, Pasifae, esposa de Minos, logró la unión con un toro y de este enlace nació el Minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano.

Las referencias al toro son numerosas en las diferentes Mitologías.

La constelación de Tauro, segundo signo del Zodiaco, es el domicilio nocturno de la diosa Venus.

En la religión también se hace patente la presencia taurina.

La Biblia hace constantes menciones al toro. Es la única fuente escrita de la historia primitiva de la tierra y del hombre y cita repetidamente los términos buey, bos, novillo, becerro y vaca. Buey era el término que se utilizaba, de forma genérica, para toda la especie bovina y el término bos representaba la fortaleza, fiereza y acometividad.

En el Antiguo Testamento, el evangelista San Lucas se suele representar acompañado del símbolo del toro.

En el mundo de los símbolos, las astas taurinas, representaron siempre fortaleza y poderío. Fueron empleados por la realeza y la divinidad y hasta la Edad Media, el uso de los cuernos en los cascos de combate era distintivo de valor

De los espectáculos, en los que participaba el toro bravo, hay constancia ya en tiempos de Julio Cesar, del que se dice que se aficionó a ellos viendo alancear toros, durante su estancia en la Península Ibérica. Los toros, en los juegos romanos, eran el lance más importante.

Dando un importante salto en la historia, nos situamos en la Edad Media, en la que el rey sabio, Alfonso X, da muestra, a través de sus Cantigas, de la importancia del toro en España, como protagonista de festejos populares y ejercicios ecuestres. En la CXLIV, describe como Santa Maria salvo la vida a un hombre bueno en Plasencia, cuando un toro iba a matarlo

Mas tarde, entre los siglos XIV y XV, la vertiente popular del toreo, se vio acompañado por el toreo caballeresco, practicado por la nobleza, y que llego a dominar la escena festiva hispana.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, son los “Juegos de Cañas y de Cabezas”, implantados en la corte por Felipe V, y que se celebraban en las principales plazas publicas de las ciudades, los que se abrirían paso en la diversión de los nobles. Consistían en acertar con unas cañas a modo de lanzas y a caballo, unas cabezas fabricadas en barro, que pendían de unas cadenas. Esto hizo que el toreo caballeresco desarrollara un nuevo orden, basado en el toreo a pie, germen de la lidia actual.