ordóñez-alternativa

De izquierda a derecha, Antonio Ordóñez, Litri y Aparicio

Álvaro R. del Moral.- Entre picos, riscos y espinos. La torería andante toma fuelle para subir la empinada cuesta de San Fermín. Será el penúltimo pico de una campaña que comenzará a navegar al escaso trapo que le ha dejado la crisis después del fielato pamplonica. Los riscos de Bilbao aún quedan lejos y los toreros se disponen a poner el motor en velocidad de crucero para recoger lo sembrado en las ferias que marcan -o deberían marcar- el caché y la agenda de contratos. Hay algunos toreros -tampoco son muchos- que deberían estr instalados en ese circuito cerrado que apenas brinda resquicios para colarse. Ya hablaremos de ello. Mientras tanto, el eco de San Fermín se diluirá en el espectáculo matinal de los encierros que aparecen como única justificación de una feria que se titula del Toro. Es el mundo al revés: la corrida vespertina se vive y se publicita como mera consecuencia de la bajada de las reses encerradas en los corrales del Gas. Cualquiera que haya estado allí sabe que el espectáculo del ruedo y del tendido son paralelos en el tiempo y en el espacio, pero nunca coincidentes. En cualquier caso, el ciclo pamplonica  mantiene una salud que no acompaña los tendidos de Bilbao, que llevan un lustro en caida libre. Y así, mientras la peña se echa las manos a la cabeza por la énesima intentona de convertir la Monumental de Barcelona en una mezquita -parece que el asalto de Córdoba tendrá que esperar y el coso barcelonés, desgraciadamente, ya no es tal- habría que detenerse en la larga lista de capitales de provincia -dejaremos los pueblos para otra llorera- que han visto, están viendo o verán cerrar sus plazas de toros entre la inoperancia de sus empresarios, la desgana de sus públicos y el propio desapego del personal de coleta, que ve problemas para cada solución en ese sitio en el que usted está pensando. Al sonado caso de San Sebastián hay que unir Oviedo y Segovia. Si Dios no lo remedia esta lista se engrosará con La Coruña, como ya se unieron todas las provincias catalanas, ha estado a punto de hacerlo Jaén y ya se incluyeron localidades de la importancia de Cartagena o Lorca. Pero no, el problema es que un moro entacado le compre una plaza sin uso a los Balañá. Seguiremos tirando de mapa para comprobar que el fin de una plaza es demasiado fácil. Que pregunten en Cádiz… La lista podría seguir por las Canarias pero si cambiamos de islas el futuro tampoco se presenta demasiado halagüeño en el Coliseo Balear de Palma.  A pesar de todo, siempre hay una puerta abierta a la esperanza . León renació de sus propias cenizas y  casos recientes como como el de la plaza de Cáceres o la corrida del Corpus de Toledo podría ser un ejemplo de que todo es posible con trabajo, altura de miras y dedicación: de los que se ponen delante y los que se juegan los cuartos. Si los dos flancos siguen  agarrándose del pescuezo mal vamos.

El panorama sigue enrarecido. Redundamos en una idea que ya hemos comentado alguna vez desde esta misma atalaya. El aire espeso que se respira impide gozar de los triunfos que alientan el hilo del toreo mientras prosigue el viaje de la temporada. La semana pasada hablábamos de la necesidad de firmar la paz pero las campañas subterráneas afectan mucho más de lo que parece. No citaremos nombres; que cada uno ponga el que más que plazca. Pero sí pondremos dos casos reales, recientes y contrapuestos: mientras se hipervaloran los esfuerzos y tanteos de cierto torero que no termina de concretar demasiadas cosas se ha puesto en la picota la valía de otro matador que posiblemente no está en el mejor momento de su carrera pero anda abriendo puertas grandes con autoridad de gran figura. Lo han escogido de fachada de los dardos dirigidos a sus apoderados, tanto o más malvados -dicen- que el  mismísimo doctor Infierno. El problema es otro: no hay tarta para todos. Es un quítate tú y me pongo yo.

Dos aniversarios fundamentales. Nos vamos, recordando algunas efemérides marcadas a fuego en los anales del toreo: mañana se cumplirán tres cuartos de siglo de la alternativa sevillana de Manolete, que recibió los trastos de Chicuelo. El pasado sábado -fue un 28 de junio de 1951- se conmemoraba el aniversario del doctorado madrileño de Antonio Ordóñez de manos de un juvenil Julio Aparicio. Las fechas y sus protagonistas no son casuales: Entre ambos colosos se cerró un círculo y se cimentó lo que hoy entendemos por clasicismo en la Tauromaquia. Pero hay más coincidencias que se enhebran en el verdadero hilo del toreo. La revolución manoletista sólo podía materializarse sobre el toreo ligado que había esbozado Chicuelo, padrino de aquella alternativa que abre la posguerra española y la historia del toreo moderno. Ese es el legado que recibe Ordóñez para refundar un tronco que sigue dando ramas anchas. Mañana lo evocaremos todo con una página especial en El Correo. Sólo un cosa más: el jueves se celebra una más que apetecible novillada -en verdadero mano a mano entre Jiménez y Garrido- en la plaza de la Maestranza. Es un ocasión excepcional para acudir a la plaza y reconciliarnos con la ilusión del toreo. Allí nos vemos.

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