Carlos Crivell.- Estoy tremendamente perplejo con las cosas que están pasando. Así que algunos empresarios han querido organizar el cartel que todos anhelan: el enfrentamiento entre Enrique Ponce y José Tomás. Parece que José Tomás no ha mostrado su disconformidad. Y resulta que Ponce dice que está dispuesto, pero sólo si hay televisión en directo. Ante esta situación, José Tomás calla.

¿Qué está pasando? Es evidente que tanto Ponce como su entorno conocen sobradamente la postura de Tomás de no dejarse televisar. La propuesta es una provocación porque saben de antemano que Tomás no quiere cámaras en directo. Es como si a Meryl Streep la quiere contratar una productora novata para rodar una película con presupuesto mínimo. La actriz americana no se digna ni contestar, salvo sorpresa monumental.

Es verdad que a todos nos rebela la postura terca del torero de Galapagar con relación a televisión. La modalidad de pago por visión asegura que sólo presenciarán el festejo aficionados de verdad, porque no creo que paguen para ver la corrida quienes detestan la tauromaquia, o quienes sólo disfrutan con las burradas de los programas del corazón. Tomás no lleva razón en su cerrazón, porque por ese motivo se queda fuera de muchos ciclos que tienen ya apalabrada la televisión como parte de su salvación presupuestaria, pero también, puñetas, porque la televisión es la modernidad que necesita cualquier espectáculo para ser divulgado y crear afición. José Tomás, al negarse a ser televisado, le pone barreras a la promoción de la Fiesta.

Dicho esto, Ponce ha salido por peteneras. Si de verdad quiere dirimir su arte y capacidad con el fenómeno Tomás, debe torear con o sin la tele. Es un cartel muy caro, porque ya dejó bien claro en su día el valenciano que el encuentro entre ambos dependía de las empresas, porque su caché sería el mismo que el de su compañero de profesión. En el fondo, lo que pienso es que ni a uno ni a otro les interesa el encuentro. Y también sospecho que los alardes empresariales han sido simplemente testimoniales. De momento, Tomás y Ponce caminarán por sendas paralelas. No es buena noticia.
 

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