Ángel Luis Lorenzo Francisco.-

Sea moderado tu sueño: que el que no madruga con el sol, no goza del día”.

(Miguel de Cervantes )

Pasó la temporada, pasó Zaragoza, toca soñar después de la feria de San Miguel en la cuidad de la Giralda. La pregunta de un hombre por los sueños ha estado siempre  ahí. Los egipcios, por supuesto, tenían grandes tratados sobre sueños, eran expertos.  Hay sueños románticos, que dibujan a Pepe Luis Vázquez por el Barrio de San Bernardo, jugando a los toros.

Hay sueños eternos, como esas medias de Curro en el albero Maestrante. Hay sueños más terrenales, como los de conversar y aprender de toros, tomando una cerveza por  “las Piletas” en el barrio del Arenal y ojeando el anuario Maestranza año 2017. Hay sueños que fueron fotografiados durante 70 años de historia por Canito…

Mientras tanto,  se difumina paulatina y despaciosamente la temporada taurina de entre los márgenes de sevillatoro.com. Casi de manera imperceptible se van escapando los instantes, los recuerdos y la nostalgia poco a poco comienza a abrirse hueco en cada rincón de nuestros lances de memoria, a medida que vemos marcharse aquellos deseos que tanto hemos soñado presenciar y vivir.

Los sueños nos sitúan y nos permiten ver quiénes somos cómo aficionados, dónde estamos, hacia dónde va la fiesta, de dónde venimos y qué es lo que queremos de verdad. Fíjate si los sueños nos dan información. Son una fuente de conocimiento y de recursos que el aficionado sevillano puede y debe aprender a integrar para una nueva temporada:

Sueño que hay más de 3000 abonados (¿Son los aficionados los que no responden?), que Morante reaparecerá (ese torero tan especial, tan sevillano, tan rara avis), que Ferrera toreará en el Domingo de Resurrección (disculpen mi pasión desmedida por Él)

 Sueño que el relevo sea posible, que el empresario recupere el abono, que nada sea deficitario, que volvamos a ver otro indulto de cualquier máquina de humillar que se precie, que se hagan carteles buenos, que los cachés de los toreros bajen, que Paco Ureña siga puntuando en este albero amarillo de los poetas, que las novilladas dejen ese silencio y bajo nivel, que Talavante siga tan natural, que las faenas sean más cortas..

Un tiempo después, al abrir los ojos comprobé (como diría Antonio Machado), que la realidad se aclaraba entre el Guadalquivir en otro de sus proverbios: «Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar a una nueva temporada”. Mientras tanto, paseando por la calle Adriano volvamos a vivir sensibilidad y conocimiento, en el “centro del mundo: la Real Maestranza”, como diría Aquilino Duque.

 

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