Manbuel Escribano mató seis toros malos de Lora Sangrán en Antequera y superó la prueba. Cortó cuatro orejas y se fue a hombros al finalizar el festejo. Dejó la impresión de está apto para mayores empresas

Plaza de toros de Antequera, 20 de octubre. Menos de media plaza. Seis toros de Lora Sangrán, el tercero jugado como sobrero, de buena presentación y mal juego por falta de clase y casta. Destacó Ignacio González en la brega.
Manuel Escribano, palo de rosa y plata, único espada: una oreja, saludos, silencio, saludos, dos orejas y una oreja. Salió a hombros por la Puerta Grande.

Carlos Crivell.- Antequera

Los de Lora Sangrán, bien presentados, no pusieron ninguna gota de casta para ayudar a que Manuel Escribano firmara una gran tarde de toros. Fue un conjunto de mala casta y nula clase. Escribano quería dejar expedito el camino para el año próximo. Es verdad que no logró un triunfo de clamor, por supuesto no cortó once orejas, sólo fueron cuatro, pero dejó muestras sobradas de su capacidad y de que puede circular por la fiesta con su bagaje de valor sin trampas y una notable variedad.

La escasa calidad de las reses rebajó su entusiasmo en momentos puntuales. En algún momento denotó algunos nervios, lo que se tradujo en imprecisiones que no pueden mermar su entrega y su labor de conjunto.

Se fue a portagayola en tres toros. En todo momento se lució con el capote con variedad en los lances del saludo y en los quites. No se dejó nada en el tintero con la capa el torero de Gerena. Mención especial para un quite por gaoneras, otro por saltilleras o la forma de llevar algunos toros con vistosos galleos al caballo.

Puso banderillas en los seis toros. Alternó pares de calidad excelsa, como un quiebro al violín sencillamente colosal, con algunos de menos precisión. Los toros apenas le dejaron torear con la muleta. Fue un torero relajado que intentó ligar las tantas aunque fue poco menos que imposible. Como el toreo fundamental era casi un sueño, Escribano se quedó firme, a centímetros de los pitones, para demostrar sus enormes ganas de triunfo. Algunos muletazos al noble primero y toda la faena al quinto alcanzaron la nota más alta de su labor con la franela.

Con la espada fue muy irregular. Algunos espadazos quedaron más atravesados de la cuenta. Toda esta labor la realizó ante toros malos pero de presencia irreprochable. El nivel de las reses superó la media habitual de una plaza como la de de Antequera. Escribano superó la prueba. Merecía salir por la Puerta Grande y así acabó la corrida, son el torero en triunfo aupado por su buena cantidad de seguidores. Está capacitado para mayores empresas.

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