Luis Carlos Peris.- Antañazo, o sea, toda la vida, los trajes de los toreros lucían unos colores perfectamente definidos en el argot. El de rojo iba de grana y oro, el marrón era tabaco y en los azules se abría el abanico con el marino, el cobalto o el purísima. Era el argot y punto, pero la cosa ha ido derivando poco a poco y si hace ya años nos sorprendía cómo Del Moral llamaba davidoff y oro a un tabaco, ahora ha tomado tintes que son hasta divertidos. Con ocasión de la crónica de Utrera, mi entrañable Lorena Muñoz ha abierto la Caja de Pandora para llevar la Semana Santa a Justo Algaba. Y así el verde de Padilla era un redención y oro, el nazareno de Vilches un cigarreras y El Cid iba de azul montserrat. No me diga usted que no tiene gracia la cosa y es que aquí vamos del violín de Arles al cromatismo según Antoñito Procesiones sin necesidad de anestesia. Todo sea por la Fiesta.
Nacido en Sevilla en el barrio del Arenal, en la calle Pastor y Landero, frente a la Maestranza. Aficionado a los toros desde su infancia gracias al ejemplo paterno, un viejo amante de la fiesta que vio torear a Guerrita. Abonado de la Real Maestranza desde pequeño.