Fernando Domecq: «Es inadmisible que el espectáculo de los toros se dirija desde el Estado»
Es incrédulo con lo que no conoce, muy incrédulo. Fernando Domecq, propietario de la divisa de Zalduendo, es hoy uno de los ganaderos con más cartel que existe. Aboga por la autorregulación de la Fiesta porque piensa que los políticos, en los toros, pierden todo su cariz democrático.
La campaña 99 resultó ser el año más largo de la Historia del toreo, ganaderamente hablando. ¿Qué aporta de positivo tanta cantidad de toro a la Fiesta?
– Yo pienso que el que haya oferta siempre es bueno. Otra cosa es el que los precios están, hoy por hoy, muy ajustados y que las cuentas no salen. Claro que, si ganaderos tradicionales, de toda la vida, no pueden mantenerse, entonces es malo; sobre todo si sólo quedan los nuevos, esos que no tienen ninguna afición y cuyo único interés es el que se les conozca.
– ¿Cuántos criadores de bravo viven realmente del toro?
– No lo sé. Lo que pienso es que todos aquellos que sus costes no son soportados por el espectáculo tienen problemas.
– Hay ganaderos que por lidiar sus toros llegan incluso a regalarlos.
-¡Hombre!, afirmar eso me parece muy duro.
– No, en el san Isidro pasado hubo un ganadero que debutó en Las Ventas y lo hizo regalando sus toros, sin cobrar un duro.
– No, no puedo creerlo.
– Todo el mundo sabe que Chaffik debutó en Las Ventas así.
– Pues me resulta increíble que un espectáculo que genera 1800 millones de pesetas admita una corrida porque se la regalen.
– Ahora, con la polémica de la retransmisión de Valencia y otras ferias y el hecho de que ciertas figuras se nieguen a ser televisados, ¿les da usted la razón a los toreros o a las empresas?
– Yo creo que el más importante aquí es el torero, los demás somos meros coadyuvantes en el tema. Si no hay toreros, esto se acaba, y entiendo perfectamente que exijan sus condiciones y su dinero para actuar en una determinada feria.
– Usted como ganadero, ¿reivindica más dinero cuando le televisan una corrida?
– La verdad es que a mí no me gusta que me televisen, porque entiendo que hay mayor riesgo. Por eso, cuando me televisan una corrida, pido más dinero. Hasta ahora nunca he tenido problemas con los empresarios.
– ¿Le gusta como está siendo dirigida la Fiesta?
– No, es inadmisible que en un país democrático como lo es España, un espectáculo como los toros sea dirigido desde el Estado. Creo que la libertad siempre es mejor para todo y para todos.
– ¿Es partidario entonces la autorregulación?
– Defiendo la libertad, que es lo que más importa.Y, si la autorregulación significa que aquel que no da lo que el público quiere debe acabar desapareciendo del escenario, sí que estoy de acuerdo con ella.
– ¿Piensa que el político, dentro de la Fiesta, desarrolla una labor competente?
– El político, por principio, incumple su labor democrática al intervenir en esto. Él no está para dirigir la vida ciudadana sino para provocar las libertades en los distintos campos. Por eso, el que se atreve a regular, en este caso la Fiesta de los toros, me hace dudar de su cariz democrático.
– Sin falsa modestia, Fernando, ¿se considera un ganadero figura?
– Bueno, yo tengo la suerte de criar el toro que me gusta y que además me lo toreen las figuras. Ahí está la gran batalla, en conseguir hacer algo que a ti te guste y que también le sirva a los toreros: el ofrecerle la materia prima que necesitan para su obra de arte, la faena.
– ¿Le gustaría que sus toros los pidieran también el público y no sólo los toreros?
– Yo creo que cualquier espectáculo está dirigido ¡siempre! por los mejores, y en la Fiesta los mejores son los toreros, que son a quienes el público se entrega. Lo ideal es que el escalafón sea muy movible, haya competencia entre ellos y de esa manera ganen los aficionados.
– ¿Qué porcentaje en la «toreabilidad» de un toro está determinado por su encaste?
– La rapidez en la evolución de un encaste es increíble. En el plazo de 30 años, los productos que da una ganadería que se ha mantenido pura, sin cruces, apenas se parecen a los que daba en su origen. Un ejemplo es la diferencia que actualmente hay entre la ganadería de mi hermano Juan Pedro y la mía, ambas con el mismo origen y sin embargo hoy muy diferentes.
– ¿Cuánto influye en el comportamiento de un toro una buena muleta?
– Mucho, fundamentalmente, en los bravos. Cuando es fiero, si se le hacen las cosas bien, se le lleva bien tapado, el toro va aprendiendo a embestir y acabará entregado, si no, todo terminará en una hecatombe.
– Su torero es…
– Creo que estamos en un momento histórico, en el que se han juntado varias generaciones de toreros de gran calado. A mí me ha impresionado muchísimo José Tomás, y creo que le ha pasado lo mismo a casi todo el toreo. Aunque no podemos olvidar a Ponce, ni a Joselito, ni tampoco a Morante, ni a muchos otros que hacen buen toreo con cualquier toro.
– Cite ahora una plaza, una época, un empresario, un apoderado, una ganadería y un torero que considere paradigmas de las décadas de 1900 que ha conocido.
– Sevilla como plaza, Ordóñez como matador… De Cámara se habló siempre históricamente como apoderado. Y, como ganadería, la de mi padre: Juan Pedro Domecq y Díez.
– ¿El empresario?
– Ninguno, para mí es una figura que no tiene gran importancia en la Fiesta.
– Y una década.
– La actual y la de Ordóñez.
– ¿Qué piensa sobre el proyecto del Ministerio de Agricultura para la conservación de ciertos encastes con un banco de germoplasma?
– Pienso que el guardar es bueno, pero creo que hay que hacerlo de lo que hoy funciona, porque así se podrá recuperar si ha habido errores.
Laura Tenorio