Corrida popular con toros manejables de Gavira, con un sobrero muy bueno, y triunfo serio de El Fandi en sus dos toros; El Cordobés, a lo suyo, mientras que Rivera se mostró desacertado con la espada.

Gavira / El Cordobés, Rivera Ordóñez y El Fandi

Plaza de toros de Granada, 5 de junio de 2010. Sexta de Feria. Más de media plaza. Seis toros de Gavira, el sexto lidiado como sobrero, justos de presencia y de juego variado. Nobles y flojos, primero, cuarto y quinto; manso, el segundo; encastado y codicioso, el tercero. Muy bueno el sexto, premiado con la vuelta al ruedo. El Cordobés y El Fandi salieron a hombros

Manuel Díaz El Cordobés, de blanco y oro, estocada corta (una oreja). En el cuarto, pinchazo hondo (dos orejas).
Rivera Ordóñez, de obispo y oro, tres pinchazos y descabello (silencio). En el quinto, cuatro pinchazos y media estocada (saludos tras aviso).
El Fandi, de nazareno y oro, estocada muy trasera y descabello (una oreja tras aviso). En el sexto, dos pinchazos y descabello (una oreja tras aviso).

Carlos Crivell.- Granada

El Fandi estuvo muy bien con el tercero, un toro nada fácil porque desarrolló movilidad agresiva y necesitaba una muleta poderosa para frenar sus ímpetus. El torero granadino estuvo mejor con la muleta que con las banderillas, lo que no deja de ser noticia.

Exhibió en este toro su oficio y madurez, adquirido en una carrera ya muy dilatada. El animal no permitía muchas alegrías, era preciso llevarlo por abajo y no quitarle la muleta de la cara. Así lo hizo Fandila en las primeras tandas. Aún quedaba una sorpresa; con la muleta en la izquierda, el de Granada fue un torero templado y, en ocasiones, con buen gusto. Se comprende que muchos se extrañarán de estas afirmaciones, pero responden a la realidad de lo ocurrido en el ruedo. Fue la faena de la tarde porque se la hizo a un toro exigente, pero de forma curiosa sus paisanos no debieron entender el mensaje, o más bien sería que aún no había llegado la merienda.

El sexto fue un sobrero que salió por el inválido titular. Mejoró en el tercio de banderillas, aunque un par cayó al suelo. En pleno fervor fondista, el torero le dio sitio al de Gavira y fue conjuntando una faena más para su gente, aunque con detalles de torero curtido. El toro respondió con calidad en una faena muy larga. El Fandi le dio fiesta por lo ortodoxo, buenas tandas con la derecha y excelentes naturales, y por lo heterodoxo, con pases de todos los tipos en un alegre fin de fiesta. Se pidió el indulto para el noble animal, llamado Vicioso, algo exagerado. Marró con la espada cuando ya había sonado un aviso. Le dieron la oreja y pudo salir a hombros, que ayer sí se ganó al margen del paisanaje

El resto de la corrida es una sucesión de momentos de difícil descripción para una crítica taurina. Y es así porque la Monumental de Frascuelo se asemejó más a un coso deportivo que a un coso taurino. Será porque al comienzo se rindió homenaje al equipo de la ciudad, que ha subido de categoría. El peculiar público de estos festejos celebró con algarabía, gritos y cánticos todo tipo de situaciones, al margen del contenido taurino de las mismas. Fue la diversión por la diversión, sólo que al realizarse ante toros, que eso sí eran chicos, nobles y descastados, exige una moderación en el comentario. Sin embargo, hay aspectos ineludibles. Como simple aficionado, resulta penoso escuchar las expresiones y ver las reacciones del público ante la nada taurina, insisto que con el respeto que se le debe guardar a quienes se visten de luces. Por ello, una actuación como la de El Fandi tiene mayor mérito. Se olvidó del ambiente y se dedicó a torear. Estuvo por encima de sus mismos paisanos.

Así las cosas, El Cordobés le cortó una oreja al primero por algunos pases templados y de factura mejor de la que suele prodigar en tantas tardes. Con los efluvios de la merienda en plena ebullición, lidió a un flojísimo cuarto en el que no hubo faena como tal, sino que desde el principio buscó al complicidad del tendido, pidió música y se dedicó a los efectos especiales, que naturalmente acabaron los saltos de la rana, recibidos por el pueblo como el no va más de la tauromaquia. El Cordobés mantiene su enorme conexión con la gente, de su simpatía no quedan dudas, pero este texto es una crónica taurina. Le dieron dos orejas, algo que deja también en evidencia el criterio de los presidentes de esta plaza, marionetas al servicio de la masa.

Rivera Ordóñez se fue de vacío porque falló de forma lamentable con la espada. Se enfrentó a un manso y a uno noble sin fuerzas. Al primero le dio pases con la derecha antes de que el animal renunciara a la pelea. En las tablas, le buscó las vueltas con pases por alto.

Banderilleó a sus dos toros con facilidad. En el quinto le pidieron hasta un cuarto par de palitroques. Ese toro, muy flojo, le permitió hacer una faena templada con momentos de mayor limpieza y ajuste, pero ya queda dicho que no llevaba afiladas las espadas y se fue andando al hotel.

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