Tarde importante en Granada con dos toreros inspirados: José Tomás, que cortó un rabo, y Daniel Luque, autor de una faena inmensa. Buena corrida de Cuvillo y Finito en buen tono.

Núñez del Cuvillo / Finito, José Tomás y Daniel Luque

Ganadería: seis toros de Núñez del Cuvillo, el primero un sobrero por otro inválido, desiguales de presentación, segundo y sexto chicos, y de buen juego en conjunto. Fueron bravos en el caballo y derrocharon nobleza en la muleta con mención especial para el tercero, cuarto y quinto, aunque éste al final se rajó. El sexto, flojo y deslucido.

Finito de Córdoba: bajozano (saludos) y pinchazo hondo (una oreja).
José Tomás: pinchazo y estocada (una oreja tras aviso) y estocada desprendida (dos orejas y rabo)
Daniel Luque: estocada (dos orejas) y estocada atravesada (saludos)

Plaza de Granada, 23 de mayo. Lleno de no hay billetes. Saludó en banderillas Curro Robles. Tomás y Luque salieron a hombros.

Granada.- Carlos Crivell

La corrida fue un buen espectáculo por parte de toros y toreros. La afición de Granada recibió como un héroe a José Tomás y le obligó a saludar antes de la corrida. El mítico espada respondió en la plaza con una entrega absoluta, que en la lidia del quinto llegó a la cumbre con una faena sencillamente prodigiosa, sobre todo en el tramo final, que fue premiada de forma alborozada con un rabo. A esas alturas del festejo, la plaza granadina había tenido la oportunidad de conocer la proyección de un torero nuevo llamado a ser alguien en esto del toro: Daniel Luque.

La corrida de Cuvillo fue buena, a excepción del sexto. Fue un encierro bravo en el caballo, algo poco frecuente en estos tiempos. Y derrochó nobleza en grado variado, aunque nunca fue un lote sin problemas. El que derrramó más nobleza fue el tercero, que fue el molde sobre el que Luque hizo una faena de corte artístico de calidad suprema. El resto de la corrida fue buena, aunque nunca fueron reses fáciles.

José Tomás es un ídolo en todas las plazas. El primero de su lote fue exigente porque no se entregó nunca. Tomás, que toreó bien de salida con el capote, construyó una faena sobre la base del dominio, limando las asperezas del astado, aunque siempre con la solemnidad de este torero. Fue, por tanto, una faena de valor y poderío, aunque con detalles de buen toreo.

La apoteosis llegó en el quinto. Tomás se lo llevó al centro de la plaza y le dio varias tandas largas sobre la diestra. Fueron pases para que el toro aprendiera el camino. Tandas domadoras para un toro que fue ganado en calidad conforme su genio inicial quebada aparcado. A partir de entones fue como si comenzara otra faena. Tomás se agigantó con la izquierda en pases enormes de trazo, templados, muy largos y con ese punto de solemnidad dramática que le imprime cuando debe improvisar, algo que siempre surge con tranquilidad, valor grande y estoicismo máximo. Todo fue un compendio de toreo emocionante, incluso cuando el toro, ya rajado y cerca de las tablas, a punto estuvo de cogerlo. El delirio fue total cuando lo mató y la plaza pidió por unanimidad el rabo.

Poco antes, la Maestranza de Granada había tenido la oportunidad de ver toreo de cante grande en las telas de un sevillano llamado Daniel Luque. El tercero fue muy noble y aguantó en la muleta una labor preciosa del joven espada. Fue todo muy bello; el toreo con la derecha cimbreando la cintura; los naturales con mando; la postura del toreo en los cites y su torería en la forma de andar por la cara del toro, y, por supuesto, en todos los adornos de una de esas faenas que llenan todos los sentidos y que le dan grandeza a este arte. Fue un faenón rematado con una gran estocada. Se pidió el rabo, pero aún Luque no tiene el carisma de José Tomás. Ya llegará si contnúa por esta senda.

El sexto fue el toro malo de la corrida. Daniel Luque se arrimó mucho para justificarse, pero fue imposible. Su gran obra había quedado inmortalizada en el toro anterior.

Finitio no pudo acompañar a Tomás y a Luque en la salida a hombros y fue por su culpa. Estuvo bastante bien en sus dos toros. El primero, toro sobrero, fue muy bueno. Finito toreó bien por ambos pitones en tandas de mucho empaque. El bajonazo final fue decisivo para quedarse sin premio. Con el cuarto volvió a torear bien en algunas fases, casi siempre por el lado derecho. Su faena fue nuevamente una buena demostración de empaque y apostura.

Tomás y Luque se fueron a hombros y la gente no hacía más que hablar de las maravillas de ambos, dos toreros distintos pero complementarios. La personalidad arrolladora del mito y el arte de un joven que viene pidiendo paso dominaron la tarde granadina.