Carlos Crivell.- Siete orejas se cortaron en la segunda de Colombinas y la memoria del festejo apenas conserva algunos pasajes brillantes. Todo fue espeso y rutinario con una corrida de Algarra muy noble, sin fuerzas, justa de raza y con dos toros notables, segundo y sexto, más bravos y encastados. Siete orejas que se cortaron porque tanto Manzanares como Roca Rey son expertos en apretar en los tramos finales para levantar el ánimo de la parroquia, porque antes se habían entretenido en dar multitud de pases intrascendentes.

La ilusión de la tarde la llevaba en su esportón Alejandro Conquero, agraciado con una alternativa de lujo. Se enfundó un atípico traje verde bordado en oro. Su tarde fue un dechado de entrega e ilusión, que tropezó con la absoluta invalidez del que abrió plaza. El lastimoso palco de la plaza de Huelva no tuvo la feliz idea de mandarlo a los corrales. En realidad, pedirle una actitud de autoridad al presidente onubense es perder el tiempo. Es una figura decorativa que siempre accede a conceder todo lo que le piden y no toma nunca una decisión personal. Así durará mucho en el puesto.

Ese primer toro, ya para siempre el de la alternativa de Conquero, llamado Vinatero, fue tan descastado como impotente. El nuevo matador se lució con el capote antes de la ceremonia y de tropezarse con la especie sonámbula del toro de Algarra. Estuvo más que digno.

Se encontró con una papeleta complicada en sexto lugar. Manzanares y Roca Rey ya tenían abierta la Puerta Grande sin apenas esfuerzo, cuando salió el toro más bravo y humillador de la suelta. Conquero volvió a brillar con el capote y se dispuso a conseguir su pasaporte al triunfo junto a sus compañeros. Lo hizo con entrega, cierto, pero también con una buena dosis de calidad en los muletazos por ambos pitones. Fue tanta su entrega, que a veces se pudo apreciar que lógicamente anda verde en cuestión de oficio, pero pudo solventarlo todo con un final estremecedor con unas manoletinas de rodillas para decir que aquí estoy y también me quiero ir a hombros. Acertó con la espada y su gente pidió con pasión las dos orejas que le han permitido salir en la foto con su padrino y testigo en la tarde de su alternativa. No se le puede poner ningún reparo a este Alejando Conquero.

Las orejas del chaval de Huelva tenían la lógica del corazón y se admiten. Lo que es más complicado de explicar son las orejas de sus compañeros de cartel. Así ocurrió con José María Manzanares, que frente al segundo, un toro bravo, se puso a tirar líneas estéticas en un toreo despegado de poca emoción. Tres muletazos y el de pecho por cada tanda, casi todas por la derecha, porque en la única ocasión en la que se la puso por la izquierda faltó el acoplamiento y el animal dobló las manos. Apretó más en la última, naturalmente con la derecha, en la que llegó a ligar cuatro derechazos. La oreja tuvo como soporte una estocada.

La historia del cuarto es casi la misma. Ante un toro más flojo, volvió a torear desajustado con la derecha y apenas cogió la zurda. De nuevo un espadazo y otra oreja pedida por el alegre público que no había llenado La Merced.

Las dos orejas de Roca Rey al tercero se explican por el final explosivo de su faena a un toro también muy soso y sin transmisión. El animal no fue picado en su turno de la suerte de varas. Roca toreó ahora muy despegado y al final se metió entre los pitones del moribundo toro y le hizo perrerías con un toreo en una loseta al natural y por la espalda. Ese apretón final y la estocada, dos orejas.

Y se las hubiera cortado al quinto si no lo pincha. De nuevo el mismo argumento. Faena conservadora a un sardo, bravo en el caballo, pero apagado al final. Roca Rey volvió a su sempiterno arrimón entre los pitones y a enjaretar luquesinas. El pinchazo le dejó sin las dos orejas, que se las hubieran pedido si acierta a la primera.

A hora del balance se acuerda el aficionado de algún toro bravo, mucho toreo despegado, arrimones con toros sin vida, espadas acertadas y un chaval lleno de ilusión que pudo salvar la tarde de su alternativa.

Plaza de toros de Huelva, 30 de julio de 2022. Segunda de Colombinas. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Luis Algarra, justos de presentación, bajos de raza y fuerzas y nobles en general. Más bravos el segundo, quinto y sexto, aunque todos se apagaron al final.
José María Manzanares, de gris plomo y oro: una oreja y una oreja.
Roca Rey, de espuma de mar y oro: dos orejas y una oreja.
Alejandro Conquero, de verde hoja y oro: saludos y dos orejas.
Saludaron en banderillas El Ruso y Jesús Carvajal. Los tres matadores salieron a hombros por la Puerta Grande.

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