Foto: Arjona

Carlos Crivell.– La de Albarreal fue una ruina de principio a fin, aunque el tercero duró algo más y su nobleza permitió una preciosa faena de Pablo Aguado. Pero la corrida no se tuvo en pie, no tuvo vida ni alegría y propició un festejo incoloro de dos horas de duración, lo que en Huelva puede ser indicativo de que allí no pasó nada importante.

El juego de la corrida puede tener algunas interpretaciones. Por mi parte, creo que habría examinar las vísceras de esos toros, porque podría ocurrir que estuvieran enfermos. No sería la primera vez que después de una corrida tan mala se comprueban lesiones en el hígado. No es normal que cinco toros se hundan al primer muletazo y se paren como marmolillos.

Pablo Aguado firmó la faena de la tarde. Fue una alegría porque de nuevo se comprobó que Huelva le sienta muy bien al sevillano. El de Albarreal jugado como tercero se mantuvo en pie y resistió más que sus hermanos, de forma que se pudo comprobar que Aguado conserva su naturalidad y su enorme fragancia torera, ya en los trincherazos y cambios de mano del comienzo, ya en los redondos, y, por encima de todo, en los naturales soberbios, ya con el compás abierto, ya en los cites a pies juntos en homenaje a Manolo Vázquez. Fue una labor sutil, de cadencia y ritmo justo, de profunda elegancia alejada de estridencias. Una faena para buenos paladares. Y una buena estocada para dar paso a la única oreja de la tarde.

Y no hubo más. Emilio Silvera, nuevo matador de toros, se estrelló con el del doctorado, un toro sin fuerza, con el que comenzó con estatuarios, pero que en las siguientes tandas acusó una falta de vigor alarmante. Además, se atascó con la espada. El sexto fue igual. Con poco recorrido, sin alegría, triste como un sábado con lluvia, no le sirvió al nuevo matador más que para mostrar disposición y entrega.

El padrino, Sebastián Castella, pasó por Huelva casi desapercibido. Se supone que no era su intención, pero ni el segundo ni el cuarto le permitieron ligar los pases. Tampoco es que Castella se esforzara mucho, esa es la realidad.

A Pablo Aguado le pasó tres cuartos de los mismo con un quinto toro que se tragaba dos y no podía con el tercero. Lo dicho, una corrida enferma.

Como   resumen, además de la penosa imagen de la ganadería de Albarreal, la primorosa faena de Aguado al primero de su lote, único momento de una corrida que pasa a la historia como una de las más lamentables vividas en La Merced.

Plaza de toros de Huelva, 4 de agosto de 2023. 3ª de Colombina. Más de media plaza. Seis toros de Albarreal, correctos de presentación y de muy mal juego. Se salvó el tercero, noble y soso, pero el resto fue un conjunto sin fuerzas ni vida.

Sebastián Castella, de lila y plata. Pinchazo y estocada trasera (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).

Pablo Agudo, de malva y oro. Estocada (una oreja). En el quinto, estocada tendida y cuatro descabellos (saludos).

Emilio Silvera, de blanco y oro. Cuatro pinchazos y estocada atravesada (silencio). En el sexto, pinchazo hondo (palmas.

Silvera tomó la alternativa con el toro Recordado, nº 70, de 455 kilos, negro. Brindó el toro a su padre, el matador del mismo nombre.