El Cid puso algo de toreo serio a un festejo chabacano por parte del público y de los toreros. Las orejas no tuvieron sentido. El Cid toreó bien y se llevó una oreja.A El Fandi le dieron dos sin sentido en el sexto.

Pereda / El Cid, El Cordobés y El Fandi

Plaza de Huelva, 2ª de Colombinas, 5 de agosto de 2011. Casi tres cuartos de plaza. Seis toros de José Luis Pereda, desiguales de presencia y juego. Nobles en general y justos de raza, excepto el encastado sexto. El Cid cambió el orden con El Cordobés y se marchó al matar el cuarto porque toreó por la noche en El Puerto
El Cid, azul marino y oro, media estocada y descabello (saludos). En el cuarto, estocada (una oreja).
El Cordobés, azul marino y oro, estocada (una oreja). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).
El Fandi, pizarra y oro, estocada baja (saludos). En el sexto, estocada baja (dos orejas tras aviso). Salió a hombros.

Carlos Crivell.- Huelva

Todo vale en la Fiesta, dicen algunos, pero todo no puede valer. Hay conceptos que nunca deben morir, como la torería. Torería, en un ejercicio simple, es hacer cosas de toreros. Y el abanico de lo que deben hacer los toreros es muy amplio, pero lo primero es tener gestos y detalles que le den grandeza a la profesión. Los tiempos no están para lecciones éticas, ya de la estética ni hablamos, pero bueno sería que algunos públicos se percataran de que el toreo es una profesión de riesgo pero también de arte, de eso que llamamos torería. Hay públicos que van a la plaza a divertirse, algunas veces más que otras. En la corrida de Huelva la gente fue a divertirse. Y salió pensando que así había ocurrido. La realidad es que en la corrida sólo hubo algunos detalles de toreo de El Cid y lo demás fue un cúmulo de despropósitos sin orden ni concierto que fue jaleado en aras de la diversión.

El toreo de la tarde lo firmó El Cid, que mató el primero y cuarto y se fue volando a El Puerto. El que abrió plaza no le valió para hacer el toreo hondo, el animal era simple, chico y beatífico. El Cid estuvo correcto sin más. Con el cuarto cambió la decoración. Toreó bien a la verónica. El de Salteras sigue siendo uno de los mejores intérpretes del toreo de capa. Con la muleta dibujo muletazos de trazo limpio, templado y con ese punto de buen gusto que deben tener los pases para pasar la raya de lo vulgar. El Cid se gustó con al muleta y bordó los de pecho. La oreja fue la única de la tarde con un sentido.

Al El Fandi le dieron dos en el sexto y puede que el de Granada fuera el primer sorprendido. El presidente no quiere problemas. El toro sexto tuvo vibración, alegría y emoción en sus arrancadas. El Fandi, fiel a sus banderillas a toro pasado, le echó ganas al asunto con una infinidad de pases vulgares sin sentido. Una máquina de dar pases mediocres. Además, molinetes, miradas, algún desplante, todo muy divertido. Lástima de toro, que pedía un torero bueno. Lo mató al encuentro en los blandos bajos. La gente debió pensar que con dos orejas se sentía más satisfecha y recompensada de una tarde de toros, pidió doble premio y se las dieron. No cabe mayor despropósito.

Al primero de su lote, toro noble, flojo, justo de raza, le hizo una faena movida con el final agarrado al costillar.

El Cordobés sigue tan simpático como siempre. Tiene mérito seguir en activo sin torear un toro por derecho. El que mató en primer lugar fue un sobrero que echó la cara arriba. En un quite por chicuelinas le dio un trallazo al titular y se lesionó en una mano. El simpático diestro le dio al sobrero pases enganchados y acabó a cabezazos, con desplantes y los inevitables y antiestéticos saltos, que en La Merced tuvieron más eco que los naturales de José Tomás. Recibió una oreja inconsistente. Y al quinto, más toreo rápido con miles de medios pases, pero eso sí con gestos, palabras para la banda, alegría a raudales. Un concierto de otro tipo de toreo. Habría que anunciar corridas especiales para algunos toreros.

Pero todo fue muy divertido. La gente se debió ir contenta con las cuatro orejas. El aficionado de verdad, puede que se fuera mosqueado. Ni buen toreo ni torería, ni nada, salvo esos detalles de El Cid. Es la fiesta de nuestros días, una caricatura de lo que debería ser.

Foto: Toros Comunicación