El Juli firmó una lección por naturales, Perera estuvo fiel a su estilo y Morante fue un artista de princio a fin. Todo ello con ina noble corrida de Santiago Domecq. 

Plaza de Huelva, 1 de agosto de 2010. 2ª de Colombinas. Cuatro toros de Santiago Domecq y dos, primero y tercero, de Ana María Bohórquez, el sexto, sobrero por uno devuelto al partirse un pitón, correctos de presentación, justos de raza y fuerzas y nobles en general. Más deslucidos cuarto y quinto. Saludó en banderillas Juan Sierra. El Juli y Perera salieron a hombros por la Puerta Grande.

Morante de la Puebla, de azul pavo y oro, estocada (una oreja). En el cuarto, media tendida, media y dos descabellos (palmas tras dos avisos)
El Juli, de azul pavo y oro, gran estocada (dos orejas). En el quinto, estocada baja y descabello (saludos).
Miguel Ángel Perera, de verde y oro, estocada caída y atravesada (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada (saludos tras aviso).

Carlos Crivell.- Huelva

La plaza de la Merced escuchó el manifiesto que reivindica la presencia de la Fiesta y la ovación fue atronadora. Huelva es torera. Las cuadrillas habían detenido su camino para escuchar lo que todos sentían en lo más íntimo de su ser. Esta manifestación de apoyo incondicional al toreo fue el preámbulo de una corrida de las que hacen afición. Fue un festejo cargado de argumentos.

El Juli le cortó las dos orejas al segundo, toro noble y justo de fuerzas. Al margen de los trofeos, lo que llama la atención en este torero es su solvencia absoluta, de forma que anda por la plaza sin que le llegue el agua al cuello, resuelve todas las situaciones con una facilidad pasmosa y aplica su temple enorme en todos los momentos de la lidia. El toreo de capa a este astado fue una delicia por la templanza. El quite, vistoso y poderoso. La faena de muleta fue de creciente calidad. Faltó algo de ajuste en las primeras tandas, pero acabó toreando al natural de forma perfecta, con muletazos largos y de gran mando. Si todo esto fue bueno, la estocada fue inmensa. Mató al toro de manera contundente y las dos orejas fueron la consecuencia lógica a una labor tan pletórica.

Con el quinto no pudo redondear la tarde. El toro fue muy flojo y se quedó debajo de la muleta del espada. Su labor fue simplemente cumplidora sin mayo brillo.

Diferente fueron las dos orejas que cortó Perera al tercero. El extremeño comenzó con los pase por la espalda y realizó una faena larga sobre ambos pitones. Junto a pases de trazo largo, aparecieron otros más corrientes y carentes de emotividad. Como acostumbra, Perera acabó con su arrimón muy llamativo y que tanto llega al tendido. La estocada fue defectuosa y las dos orejas excesivas. El presidente tuvo una buena ocasión para proclamar que quiere algo de seriedad en La Merced.

El sexto fue un sobrero y salió a las diez de la noche. Los empresarios no piensan en la prensa (ni tienen por qué hacerlo dirán ellos). Perera volvió a realizar una faena intermitente, mejor por el lado derecho por donde sometió al animal con pases sin demasiado relieve. Su clásico final en cercanías volvió a ser uy celebrado

Morante volvió a llevarse el lote menos lucido de la corrida. Sin embargo, la faena al primero, tan noble como flojo, fue primorosa por momentos. Apuntaló su labor en la mano diestra y algunas tandas estuvieron preñadas de su exquisito sabor torero. Remató de una estocada y paseó una oreja pedida por buenos aficionados.

El cuarto fue un toro que no ayudó nada al artista. Algo brusco y andarín, Morante se permitió el detalle de ofrecerle a la plaza seis verónicas de salida de las que nunca se olvidan. No se puede torear con el capote con más cadencia y regusto. Hizo una faena voluntariosa, cuando de un artista no se espera nunca tanta tenacidad. Hubo pases buenos y otros más desdibujados. Mató mal, se enredó con el descabello y casi le echan el toro al corral. Total, una tarde muy propia de un artista consumado.
 

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