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Carlos Crivell.- Se puso el ‘no hay billetes’ poco antes de comenzar la corrida. Dicen que la industria hotelera había espantado a muchos abonados con unos precios disparatados. Es el efecto José Tomás, digno de algún estudio más profundo. La realidad sobre el ruedo es que Tomás es un verdadero espectáculo. La generosidad del público al pedir los trofeos no empaña una tarde de Tomás en la que superó los problemas que le plantearon dos toros nada fáciles, que en sus manos rompieron a embestir aunque sin regalarle nada al torero.

Con la solemnidad que preside su quehacer torero, recibió a sus toros con lances de buen corte. Nada especial con el capote en esta tarde onubense.

El primero de su lote se acostó por el derecho. Tomás comenzó con cinco estatuarios sin moverse. La izquierda marcó el camino del toro en una faena de ritmo desigual, pero en la que hubo varios momentos de genialidad: un natural interminable, dos trincherillas al ralentí y uno de la firma inspirado. Fue una faena de poderío a un toro que le exigió siempre. Aun así, tras una estocada muy trasera, las dos orejas parecieron excesivas.

Tomás_izquierda_HuelvaLas dos del quinto fueron más que justas. El público pidió el rabo. Abrió la faena de manera genial para sacar al toro con muletazos por bajo. Tomás se plantó en el centro para torear con la izquierda de manera sobrenatural. El toro, manso, quería irse a las tablas. La muleta fue un imán poderoso que fijó al animal para esculpir muletazos templados y de mando absoluto. Por encima de todo, el gran impacto llegó con la suavidad y la lentitud de cada uno de los naturales. El manso acabó como si fuera bueno. La estocada dio paso a la explosión popular. No se conformó la plaza con las dos orejas, pero el palco dejó ahí el premio. José Tomás estuvo torero, templado y poderoso con dos de Victoriano complicados.

En la corrida sobró la mansedumbre. Hubo movilidad como señal de que había sido corrida en el campo. El de la alternativa, manso y con querencia descarada a tablas, permitió un alarde de valor del nuevo matador David de Miranda. Muy firme, sereno, se arrimó para torear con buen estilo al de la ceremonia. Con el animal parado, se metió en su terreno para asustar a la parroquia. Se tiró a matar o a morir y recibió un golpe en la cara. El susto dio paso a las dos orejas.

La gente quería un fin de fiesta en el sexto, tan noble como sosito. Miranda atropelló la razón con el capote; normal en un torero nuevo. Muleteó sobre ambos pitones con la planta quieta y la muñeca bien engrasada. El animal perdió fuelle, se marchó a las tablas y de nuevo se arrimó en señal de entrega.

López Simón se llevó la más fea del baile con el tercero. Manso y violento. El de Barajas estuvo valentón sin poder rematar una tanda limpia. Toro bruto y torero más bruto en algunos momentos.

Se sumó al carro del triunfo en el quinto con dos orejas de una tarde de triunfalismo desmedido. Otro manso con movilidad al que Simón pudo enjaretarle algunas tandas con la diestra con quietud. Se entregó el matador y lo mató de un espadazo en el centro. Dos orejas de fiesta.

Un montón de orejas, pero que el ganadero no cante victoria. Mucha mansedumbre en la corrida. El público pidió orejas y las consiguió. Y, naturalmente, Tomás, por encima de sus toros, justificó la expectación por verlo y fue la noticia del festejo con su toreo de verdad.

Plaza de toros de La Merced de Huelva. 5 de agosto de 2018. 3ª de Colombinas. No hay billetes. Seis toros de Victoriano del Río, correctos de presencia, mansos en general y de distinto juego. Noble y soso, el 1º; bueno por la izquierda y peligroso por derecho, el 2º; violento, el 3º; manso encastado, el 4º; manso y noble el 5º; manejable, el 6º. La corrida tuvo movilidad desordenada.

Saludaron en banderillas Fernando Pereira, Pedro Muriel, Miguel Martín y Manolo Contreras. Buen puyazo de Pedro Iturralde al cuarto. La terna salió a hombros por la Puerta Grande.

José Tomás, de tabaco y oro. Estocada muy trasera (dos orejas). En el cuarto, estocada caída (dos orejas).

López Simón, de fucsia y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras aviso). En el quinto, estocada (dos orejas).

David de Miranda, de blanco y oro (alternativa). Estocada (dos orejas). En el sexto, pinchazo y estocada caída (saludos).

 

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