Foto: Arjona

Carlos Crivell.- Las cuadrillas habían llegado al final del paseíllo y aguardaron firmes el minuto de silencio previsto, pero por megafonía comenzó el consabido discurso de las medidas necesarias por aquello de la pandemia. Morante no aguantó y ordenó que se rompiera el cortejo. Ya desecho, acabó la megafonía y se guardó el silencio antes de que sonara el himno nacional. Fue un comienzo confuso para una corrida también controvertida.

La corrida de Torrestrella fue un fracaso de punta a rabo. No hubo buena presentación. El primero fue un novillote escuálido, otros aparecieron muy lavados de cara, como el quinto y el sexto. Devuelto el tercero, por problemas de visión y una manifiesta invalidez, salió el salinero de las fotos, un toro bellísimo, pero desproporcionado para la plaza y para el resto de compañeros de la suelta.

No hubo presentación digna ni comportamiento encastado. Salvo la bondad sosa de primero y quinto, el resto fueron reses sin acometividad, flojas y de escasa calidad. Si la elección de esta corrida era un intento de Morante para demostrar su capacidad ante cualquier tipo de toro, bien quedó demostrado que lo que antes se criaba en Los Alburejos atraviesa un momento delicado y que se comprende que no sea una divisa predilecta de los toreros.

Morante solventó el reto con suficiencia. Al manejable torillo que abrió plaza lo toreó con primor por ambos pitones en una faena tan limpia y pura, como algo insustancial. Faltó chispa en el toro y el de La Puebla anduvo cómodo y solvente.

Con el cuarto llegó el examen para Morante. Ya fue un toro sin calidad, que no se salía de la muleta y metía siempre la cara alta. Morante realizó un ejercicio de paciencia y confianza. Nadie podía pensar el final de esta trama cuando al comienzo lidió sobre los pies al de Torrestrella. En un a labor encomiable, fue intercalando pases por la cara, ayudados por alto con el toreo fundamental sobre ambas manos. Al final trazó derechazos y naturales de bella ejecución, aunque fue imposible una faena conjuntada. Fue un Morante laborioso y capaz, muy valiente, en una demostración de que la lidia siempre es posible a cualquier toro. Lo mató de una estocada y el respetable de la plaza onubense demostró que no se había enterado de nada al quedarse con los pañuelos en el bolsillo. Y es que la tauromaquia moderna solo vive de derechazos, naturales y arrimones.

Daniel Luque cuajó una buena tarde de toros. Se mostró muy entregado con el segundo de la tarde, toro problemático, al que fue metiendo en la muleta a pesar de su protesta permanente. Es cierto que hubo enganchones, pero prevaleció la entrega sin reservas del diestro de Gerena. Las chicuelinas del quite y las manoletinas ajustadas del final envolvieron una labor meritoria, culminada de una estocada en las péndolas. El quinto, tan noble como sosito, se lo inventó en otra faena de menos a más que remató con las luquesinas, que en sus manos adquieren más sentido. Mejor una obra en manos de su creador que de los copiadores.

Juan Ortega pechó con lo menos agradable del ganado. El tercero, el sobrero de pelo salinero, fue imposible por el mal talante y su nula capacidad para humillar. Se limitó a un trasteo de trámite antes de marrar con la espada. La posibilidad del sexto no fue la solución. Ni el toro valió un duro ni Ortega se metió en su terreno. Hubo algún lance del saludo de impecable factura, algún muletazo de enjundia, pero en un conjunto ni ligazón.

La gente salió algo descorazonada de la plaza. Dos horas y media de festejo para solo apreciar la asolerada maestría de Morante con un mal toro y la entrega de Luque sacando agua de un pozo semivacío.

Plaza de toros de La Merced de Huelva. 31 de julio de 2021. 1ª de Colombinas. Casi lleno con el aforo permitido. Seis toros de Torrestrella, desiguales de presencia, más bien cortos de trapío excepto el sobrero, de mal juego en general. Manejable el 1º y el 5º; descastados y sin clase el resto.  Saludaron en banderillas Raúl Caricol, Andrés Revuelta y Periqui.

Morante de la Puebla, de verde y oro. Estocada baja (una oreja). Estocada (saludos).

Daniel Luque, de carmelita y oro. Estocada (una oreja). Media estocada y descabello (una oreja).

Juan Ortega, de verde hoja y azabache. Dos pinchazos y estocada atravesada (saludos). Estocada tendida (palmas).

Se guardó un minuto de silencio en memoria del torilero Paco Bayo, el niño Hugo Millán y las víctimas del Covid. A continuación, sonó el himno nacional.

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