El mejor toro de Montallvo fue el quinto y César Jiménez lo toreó con inteligencia, aunque las dos orejas y la vuelta al ruedo del toro fueron una exageración. Curro Díaz, pinturero y Daniel Luque, sin suerte ni inteligencia.

Montalvo / Curro Diaz, César Jiménez y Daniel Luque

Ganadería: seis toros de Montalvo, bien presentados, nobles y justos de raza y fuerzas. El quinto, de mayor movilidad y un gran pitón izquierdo, fue premiado con la vuelta. El sexto, el de peor condición del encierro.

Curro Díaz: estocada perpendicular (una oreja) y dos pinchazos y estocada caída (saludos).
César Jiménez: estocada (saludos) y estocada caída (dos orejas).
Daniel Luque: dos pinchazos, media estocada y dos descabellos (saludos) y estocada (silencio).

Plaza de Jaén, 17 de octubre de 2008. 4ª de la Feria de San Lucas. Media plaza. Saludó en banderillas Curro Robles. César Jiménez salió a hombros.

Carlos Crivell.- Jaén

En el toreo influye la suerte y también la inteligencia. Es suerte que César Jiménez se llevara en el sorteo el toro de la tarde, el quinto; es mala suerte que el toro más complicado cayera en manos de Daniel Luque. La suerte influye en una tarde, a veces incluso en toda la carrera de un torero, pero hay un factor fundamental que matiza mucho el provenir: la inteligencia. En la corrida de ayer, Jiménez toreó de forma vistosa al buen astado de Montalvo, pero cortó dos orejas porque fue inteligente, ya en las formas, ya en el fondo. Al revés, Daniel Luque tenía amarrado un triunfo grande en el tercero, pero por no saber dominar la situación y precipitarse con la espada se le escapó el triunfo.

De la corrida de Montalvo, dos toros en polos opuestos, el quinto y el sexto. El de César Jiménez fue muy bueno por el lado izquierdo, pitón por que fue largo y con vibración; el ocaso, el sexto, apagado, reservón y regalando oleadas en lugar de dulces arrancadas. Antes de estos dos astados, cuatro muy justos de fuerzas y casta con cierta niobleza. Poca cosa esos cuatro primeros. La vuelta al ruedo del quinto fue muy benévola por parte del palco, lo mismo que el doble trofeo a su lidiador.

Ese quinto salió con el freno echado, pero se soltó tras un puyazo. Por ello, César Jiménez no pudo torear con el capote. El animal se vino arriba en banderillas y Jiménez le dio distancia en tandas con la diestra deslucidas por un desarme. Se echó la muleta a la izquierda a la tercera tanda y el toro comenzó a embestir. Jiménez se creció y toreó bien por naturales, algo acelerado y encorvado, pero templado y con ambición. Al final, el arrimón y los circulares. Tras la estocada, las dos orejas y la vuelta al ruedo del toro fueron una exageración. Aún con estos matices, estamos ante un César Jiménez de mayor ambición.

En el su primer toro, el madrileño estuvo simplemente correcto, pero ahora más rígido en un toreo con muy poco ajuste. Citando fuera de cacho, metiendo el pico y pasando el toro a más de un metro de la anatomía del lidiador, la emoción es imposible.

Curro Díaz cumplió una tarde decorosa. No está claro si para un torero así es suficiente con estar decoroso. Curro brilló en los pases de adorno al primero, con nota alta para algunas trincherillas; también fue notable su buen concepto en los derechazos y tuvo problemas con la izquierda. La espada le permitió cortar una oreja. La misma espada se la llevó en el cuarto, ahora con una labor más corajuda, tal vez algo movida, pero de nuevo con bellos detalles. A pesar de todo, de Curro Díaz se espera algo más en una plaza que casi es el patio su casa.

El toreo más profundo lo hizo Daniel Luque. Se estiró en verónicas enormes en el saludo del tercero. Repitió en el quite y abrochó con una larga de exposición. Su faena fue de más a menos por la propia condición del toro de Montalvo. El toreo sobre la derecha fue intenso, muy profundo, con pases de pecho majestuosos. Fueron dos tandas que encandilaron al personal, pero que luego no tuvieron continuidad. El de Gerena se arrimó y logró mantener el clima de su labor. Desgraciadamente se le fue todo premio por el manejo deficiente de la espada. Ni acertó ni se mostró clarividente al atacar con el toro mal colocado.

El sexto fue imposible. Las ganas del joven torero se estrellaron contra un animal sin posibilidades. De Daniel Luque se espera mucho más. Si no hay suerte, hay que poner inteligencia para lograr mejores resultados.

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