Talavante volvió por sus fueros en una faena muy de su línea por temple y quietud al tercero. El Fandi, como siempre y El Juli tuvo mala suerte y se esforzó. La presidencia estuvo pésima.

Domecq y Parladé / El Juli, El Fandi y Alejandro Talavante

Ganadería: cuatro toros de Juan Pedro Domecq y dos, segundo y sexto, de Parladé. Todos mal presentados por carencia de pitones y de poco remate. En general, justos de raza y fuerzas. Se picaron de forma simbólica. Fue bueno por más encastado el segundo, de Parladé y muy noble el tercero, de Juan Pedro.

El Juli: pinchazo y estocada (saludos) y estocada trasera (una oreja).
El Fandi: pinchazo y estocada (dos orejas) y media en el costillar (saludos).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada atravesada y descabello (dos orejas) y seis pinchazos y estocada (silencio tras aviso).

Plaza de Jaén, 19 de octubre de 2008. 6ª de la Feria de San Lucas. Tres cuartos de plaza. El Fandi y Talavante salieron a hombros.

Carlos Crivell.- Jaén

La Feria de Jaén se cerró en tono triunfalista que es peligroso. Hay quien piensa que no es así, que lo bueno es que se corten muchas orejas y que los toros sean chicos y despitorrados, pero no falta quien opina que así se derrumban los cimientos básicos de la Fiesta. En esta corida final de Jaén salieron varias raspas por su aspecto y todos, absolutamente todos, lucían defensas indecorosas. La autoridad, que en este caso es un nuevo presidente llamado José Carlos Alférez, se olvidó de que todo tiene un límite, que es el que impone la cordura para una plaza de segunda, pero en la que no debe bajarse tanto el listón. Lo dejó por lo suelos en cuanto a presentación y se volvió loco a la hora de dar orejas.

Se convirtió en protagonista absurdo porque no fue capaz de frenar la concesión de orejas desde el principio. Se las concedió después de sendos pinchazos a Fandi y Talavante y se puso serio con El Juli, cuando el personal estaba ya desatado en un tono triunfalista imparable. Debió considerar que se había pasado antes de generoso y echó el freno de mano con El Juli. La plaza, que estaba encantada, quería a los tres matadores a hombros, motivo por el que armó un escándalo mayúsculo ante la negativa de la segunda oreja. Es decir, malo como presidente y poco listo.

Fue el típico festejo en el que todo vale, basta ver el número de orejas cortadas. Sin embargo hay algunos datos positivos. Juan Pedro Domecq lidió una corrida chica, pero con varios toros de buena nota, por supuesto por encima de la media que ha exhibido esta temporada. El segundo, con el hierro de Parladé, fue bravo y encastado. El tercero tuvo una gran nobleza. El mismo quinto, que hizo cosas de manso de salida, acabó metiendo la cara en la franela. Por tanto, una corrida del ganadero jerezano de mejor condición de lo habitual.

También hay que consignar en el lado positivo la buena impresión de Talavante en el tercero. El espada extremeño acertó a templar con mimo la calidad del noble jabonero. Fue el torero de los triunfos, el que entusiasmó a los aficionados hace poco tiempo y que parecía ahora en el limbo. Esa faena tuvo personalidad, mucha firmeza, temple y ligazón. Algunas tantas con la izquierda surgieron como si la muleta llevara un hilo atado al toro. Hubo pases cambiados por al espalda, circulares y manoletinas, es decir todo su muestrario. Lo de las dos orejas tras matar de forma defectuosa es otra historia.

El sexto no fue tan noble, pero fue un toro manejable. De nuevo toreó con su peculiar estilo, aunque ahora con menos ajuste y sin la debida ligazón. El de Parladé tardeó y Talavante lo esperó mucho. Algunos pases de pecho surgieron a ritmo lento y el tono general fue bueno. Las bernardinas fueron muy emocionantes. La espada fue horrible.

La otra buena noticia la dejó El Fandi. El de Granada cumplió una nueva tarde de forma entusiasta sin dejarse nada en el esportón. No hablamos de calidad, más bien de ganas y de ambición de triunfo. Recibió al segundo, bravo y encastado, con dos largas cambiadas, lo llevó al caballo en un hermoso galleo, puso las banderillas y toreó con la muleta con mayor templanza y serenidad que en otras tardes. Sin embargo, no es lógico que tras pinchar cortara dos orejas. En este toro se equivocó el palco y ahí se le complicó la corrida.

El quinto salió de manso pero se vino arriba en la muleta. Después de las consabidas banderillas, construyó una faena simplemente correcta, aunque esta vez estuvo por debajo de las posibilidades del toro. Para colmo, lo mató de un sablazo en los costillares y se quedó sin premio, lo que también es noticia.

El Juli salió perjudicado en el sorteo. El que abrió plaza fue flojo y de media arrancada. El torero madrileño estuvo simplemente voluntarioso, pero sus labor apenas tuvo eco en el tendido. Cuando salió el cuarto, sus compañeros habían desorejados a sus reses. El Juli sacó raza torera ante un toro que tampoco embistió largo, más bien se frenó y fue complicado sacarle los pases. En vista de ello, El Juli hizo una demostración de valor y poderío en un arrimón muy bien recibido por el tendido. Al matarlo pronto, que no bien, la gente quería las dos orejas. y fue el momento elegido por el palco para ponerse serio. Esa seriedad debió estar presente en los corrales y a la hora de sacar los pañuelos para conceder las segundas orejas. La bronca fue sonora.