Los tres rejoneadores, Fermín Bohórquez, Hermoso de Mendoza y Diego Ventura han salido a hombros en la primera de la Feria del Caballo de Jerez. La corrida de Bohórquez, muy buena. Lo mejor lo ha firmado Hermoso en el segundo de la tarde.

Seis toros de Fermín Bohórquez, justos de presencia y de excelente juego para el toreo a caballo. Los mejores, primero, segundo y sexto.

Fermín Bohórquez: saludos y dos orejas.
Hermoso de Mendoza: dos orejas y saludos.
Diego Ventura: una oreja y dos orejas.

Plaza de Jerez. 1ª de Feria. Fermín Bohórquez pasó a la enfermería al matar el primero para ser tratado de un cuadro de deshidratación. Salió a matar el sexto. Los tres caballeros salieron a hombros por la Puerta Grande.

Carlos Crivell.- Jerez

La Feria de Jerez comenzó de forma triunfal por la actuación de tres caballeros a tope en una tarde de competencia máxima. Cada rejoneador expuso sus poderes y logró el triunfo. Tres personalidades diferentes sobre el caballo y en la forma de entender el arte de Marialva. Dentro de esta amalgama de estilos, la faena de Hermoso de Mendoza al primero de su lote fue casi perfecta. Ha sido, posiblemente, lo mejor que ha hecho el navarro en estos últimos años.

Esta gran jornada de toreo a caballo no hubiera sido posible sin una corrida con el hierro de Bohórquez de muy alta calidad para este tipo de festejos. Salvo algún toro más aquerenciado, como tercero y cuarto, la mayoría persiguió a las cabalgaduras, embistió con temple desde el principio al final y fueron el soporte necesario para el triunfo. La de Jerez fue de esas corridas que engrandecen el encaste Murube para el toreo a caballo que se lleva en este tiempo.

Decíamos que, dentro de la excelente tarde de los tres rejoneadores, la faena de Hermoso al segundo fue casi la perfección. Y no llegó al grado de perfecta porque el primero rejón de castigo cayó bajo y enhebrado. A partir de ahí, todo fue una demostración de clase, valor, sitio y espectacularidad, que sobre Chenel fue algo sublime, pero que con Ícaro, caballo valiente, alcanzó la plenitud. Acabó con un par de las cortas a dos manos y cortó dos orejas de verdad.

No pudo rematar su tarde en el cuarto – se había corrido el turno para atender en la enfermería a Fermín -, porque fue uno de los astados más reservones. Pablo sacó caballos nuevos, anduvo sobrado, pero ahora falló a la hora del rejón de muerte.

La respuesta a Pablo fue la garra, la entrega y la excesiva exposición de las cabalgaduras de Diego Ventura, a quien a estas alturas de su trayectoria habría que pedirle más serenidad, aunque entonces no sería Diego Ventura. El tercero fue el otro toro con menos movilidad. Lució mucho con Distinto y arriesgó mucho con los consiguientes encontronazos. El momento más brillante para Ventura llegó en el quinto. Ahora sacó a toda la artillería de su cuadra: Manzanares, Morante y Califa. Sufrió un atropello sin consecuencias con Manzanares, se echó encima del animal, brilló por su garra y acertó al segundo rejón. Su labor fue premiada con doble trofeo. Que este triunfo le sirva para templarse. Nadie pone en duda de su categoría.

Bohórquez salió a torear mermado por las consecuencias de una enfermedad. Estuvo muy bien dentro de su línea clásica. El primero fue un toro enorme. Fermín se lució en una labor que, como es frecuente y más en estos tiempos, no llegó a calar lo suficiente en el tendido. Salió de la enfermería a lidiar el sexto. Ahora la plaza de Jerez pudo contemplar el toreo a caballo ortodoxo, limpio, de corte eterno. Los dos pares a dos manos con Nevado se inscriben en lo mejor que ahora mismo puede contemplarse en un coso taurino. Hizo un esfuerzo y la afición le premió con dos orejas, las que merecen su torería y sus agallas para torear muy por debajo de las condiciones físicas que se precisan.

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