En la segunda de la Feria del Caballo de Jerez se lidió un buen encierro de Manolo González, que estuvo por encima de la terna. Cortaron orejas Rivera Ordóñez y El Cid, pero sólo el viento puede justificar que no hubiera más trofeos.

Plaza de Jerez, 2ª de Feria. Un cuarto de plaza. Seis toros de Manolo González, el quinto con el hierro de Sánchez Dalp, correctos de presencia, nobles en general y de buen juego. El quinto, premiado con la vuelta al ruedo. Saludó en banderillas Alcalareño.
Paquirri, nazareno y oro, estocada (una oreja). En el cuarto, estocada trasera (silencio).
El Cid, nazareno y oro, pinchazo, estocada atravesada y descabello (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada trasera (una oreja).
Daniel Luque, grana y oro, estocada trasera (saludos). En el sexto, estocada muy trasera y descabello (saludos).

Carlos Crivell.- Jerez

Es hora de volver a reflexionar sobre el camino que ha tomado esta Fiesta. En Jerez, un cuarto de plaza, es decir, en familia. Y que nadie se llame a engaño. No va la gente a la plaza porque los contenidos de las corridas son mínimos. Ayer, una corrida excelente de Manolo González y quedó la impresión de que hubo más toros que toreros. Como ha dicho un taurino, el toreo se ha quedado sin mano de obra.

Manolo González lidió una corrida buena en Jerez. Es verdad que el tercero fue un inválido, pero embistió con dulzura. También es cierto que el cuarto desarrolló problemas, pero fue una corrida para torear bien. Entre todos, excelente el quinto, el mejor de la suelta. El presidente, en un detalle de buen aficionado, lo premió con al vuelta al ruedo. Tampoco conviene olvidar que toda la tarde se hizo presente el antitaurino viento.

Hubo buen toreo, por supuesto. Daniel Luque dibujó carteles de toros en el tercero. Lástima que no tuviera delante un toro con más vitalidad. El saludo de El Cid con el capote al quinto no recordó al buen torero de Salteras.

La corrida se abrió con un buen toro que Rivera Ordóñez «Paquirri» toreó a gusto por el pitón derecho en tres tandas templadas. A estas alturas de su trayectoria, no se puede dudar del buen oficio de Francisco Rivera. Faltó emoción, que el diestro quiso suplir al final con circulares y sus clásicos muletazos mirando al tendido. La estocada fue buena.Puso banderillas en sus dos reses. Ya el público se lo pide y accede. El cuarto le planteó problemas y abrevió.

El Cid estuvo bien en el quinto, que fue bueno de verdad. Tomó un puyazo de bravo. El de Salteras, muy brillante a la verónica, se lució con la izquierda en tandas emotivas. Tras algunas dudas logró centrarse con la derecha. El toro embistió una barbaridad. Cuando enjaretó circulares el público se entregó. A partir de ahí, adornos y más alegría en el tendido. Este toro lo lidia El Cid hace cuatro años y lo cuaja de principio a fin. El palco, que por otra parte es una máquina de dar orejas, premió al de Sánchez Dalp con la vuelta de forma acertada.

También fue un buen toro el segundo, que tenía casta y muchas arrancadas notables. El Cid estuvo intermitente y, por momentos, inseguro. De lo que no quedan dudas es que se entrega y quiere volver a ser el de siempre. Medio lo consiguió con el quinto.

Daniel Luque, dicho queda, dibujó carteles de toros en el tercero. No había toro delante. Era toreo de salón muy bonito. El animal no tenía ni fuerzas ni vida. Todo quedó para el sexto, otro toro con calidad.

De Luque se espera mucho. A ese sexto le dio tandas mejores por el lado derecho, siempre con su buen concepto torero. Se dejó enganchar al final de algunos muletazos, defecto que tiene que corregir. La faena cayó algo por el lado izquierdo, aunque Luque anduvo listo para lucirse en los adornos. El toro acabó muy apagado. En conjunto, por debajo del astado, todo muy deshilvanado.

Triunfó Manolo González, que deja abiertas las puertas de la esperanza para el futuro.

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