El Juli se salva en una corrida impresentable en la segunda de Jerez por culpa del mal juego y la pésima presentación de los toros de Domingo Hernández y Garcigrande. El Juli, bien en el cuarto, mientra El Fandi se esforzó para cortar dos orejas baratas. Cayetano, mal.

Cuatro de Domingo Hernández y dos, primero y tercero, de Garcigrande, mal presentados, descastados y de escaso juego en general.

El Juli, de nazareno y oro, estocada tendida (saludos). Estocada (dos orejas).
El Fandi, de caña y oro, estocada caída y descabello (una oreja). Estocada (una oreja).
Cayetano, de marfil y oro, estocada (una oreja).Tres pinchazos y estocada (palmas).

Plaza de Jerez, 6 de mayo de 2010. 2ª de la Feria del Caballo. Do tercios de plaza. El Juli y El Fandi salieron a hombros.

Carlos Crivell.- Jerez

El Juli le cortó dos orejas al cuarto por una faena propia de su estilo torero. No es que fuera una de brillantez suprema, pero hasta ese momento la tarde caminaba por el sendero de la vulgaridad, marcado por una corrida de ínfima presentación de Domingo Hernández. Tanto El Fandi como Cayetano habían tocado pelo en los toros segundo y tercero por labores de escaso fuste, de forma que lo que realizó El Juli, de mayor calado, no tenía otro premio que las dos orejas.

La corrida de Domingo Hernández lidiada fue impresentable. El primero era un zambombo; el segundo, chico pero armónico, el tercero y el cuarto, dos novillos propios de una plaza de carros. El cuarto era muy astigordo; el quinto, muy astigordo, se dejó en la muleta. El sexto, en fin, tenía dos pitones invisibles. La pregunta era qué hacía un torero como El Juli en la plaza de Jerez con una corrida tan insignificante. Entre otras cosas, porque un torero que ahora mismo es el líder del escalafón por el momento que atraviesa, porque es poderoso como pocos, no debe mezclarse con estas triquiñuelas de los taurinos, que son capaces de soltar como toro una especie sin pitones ni aspecto de toro para una plaza de segunda, como es la Jerez.

El Juli mató uno muy gordo y descastado en primer lugar. No pudo lucirse con semejante animalito. El cuarto, chiquitito, tuvo más clase y aguantó una faena de Julián con tandas por ambos pitones con temple y aguante. Por el lado derecho lo llevó toreado en largo. No quería por el izquierdo, hasta llegó a rajarse, pero ahora el madrileño se encontró en vena, lo exprimió y lo mató bien. Después de las orejas concedidas antes, las dos del cuarto eran de pura lógica.

El segundo era muy flojo. El Fandi acertó al dejarle respirar, sobre todo cuando le hizo un quite por lopecinas muy vibrante. Ahí el toro pareció resucitar. Las banderillas del granadino fueron verdaderamente avivadoras. La faena fue de entrega y mucha bulla. El toro se fue rajando y Fandila se dedicó a entretener al tendido con su habitual variedad. La oreja, sin embargo, fue de mínima consistencia e incluso se concedió casi sin petición.

El quinto tenía dos plátanos en los pitones. El Fandi puso en marcha toda su tauromaquia de variedad en los primeros tercios. Colocó las banderillas con suficiencia y realizó una faena sin ligar ni acabar de entenderse con el toro, que acabó metiendo la cara con cierta calidad. El torero de Granada se dedicó a calentar el tendido con sus pases variados y su entrega, tan estimable siempre. Otra cosa es la calidad de sus muletazos. El público se enfadó porque sólo le dieron una oreja, a pesar de que las mulillas hicieron lo posible porque hubiera más premio. Tanto triunfalismo llevó al personal a pedir trofeos sin miramientos.

Cayetano cortó una oreja al tercero por una buena estocada. El toro fue muy chico y se dejó torear. Cayetano abusó del toreo por fuera, se pasó al toro a una distancia abismal, nunca remató por abajo y hacia dentro y su faena transcurrió sin ninguna emoción especial. La estocada, buena de ejecución y efectos fulminantes, dio paso a la oreja que no se había ganado en su faena de muleta.

El sexto no tenía pitones, al menos eran invisibles desde el tendido. En una plaza seria hubiera sido motivo de escándalo. Cayetano comenzó con muletazos muy bellos por bajo. La apostura y majestuosidad del Cayetano no ofrece dudas. Toreó bonito a distancia. El toro pasaba a una distancia enorme de la anatomía del diestro, la quietud fue escasa y sólo su buen porte y la bondad del público le permitió salir medio airoso de una tarde en la que estuvo mal sin paliativos. El mitin final con la espada marcó la actitud preocupante del torero en esta corrida jerezana.