GastónRamirez2014GASTÓN RAMÍREZ CUEVAS.- Cuando los vi, no pude menos que recordar el título de la última novela del gran Milan Kundera “La Fiesta de la Insignificancia”. No cabe duda ¡la naturaleza imita al arte! Si analizamos los carteles detenidamente, es difícil contener el llanto o la risa, usted elige. Vamos por partes.

El derecho de apartado

Este anuncio de quién actuará y qué toros se lidiarán en los doce festejos reglamentarios (condición legal para poder vender el Derecho de Apartado, una especie de abono leonino) hace muchos años que sólo tiene como consecuencia que menos gente renueve o intente comprar las otrora cotizadísimas tarjetas. En primer lugar, el gasto es bastante oneroso, y en segundo, las entradas son tan paupérrimas que no suele haber mayor problema para conseguir boletos hasta el mismo domingo.

Es bien sabido que, salvo el 5 de febrero, el día del aniversario de la inauguración de la plaza, ésta nunca se llena. El público dice y con razón: ¿para qué regalarle más dinero a los pillos? ¿Qué caso tiene pagar por que me guarden mi entrada los jueves y los viernes mientras dura la temporada? ¡Ojo! Al comprar o renovar los Derechos de Apartado no obtiene usted una sola entrada, esas se pagan aparte, cada semana. Ese extraño contrato al aficionado moderno español le resulta incomprensible.

Este asunto del apartado sólo tenía sentido cuando las temporadas eran atractivas y los cabales querían asegurar su entrada al coso, y eso aquí no pasa ya casi nunca.

Los toreros

¿Usted quiere ver a los mismos de siempre, mexicanos y españoles, a cartuchos quemados y a los amigos de la empresa y los ganaderos? Ojalá, porque eso es lo que hay.

Por ejemplo, Zotoluco se encierra con seis, Silveti está anunciado –al igual que El Payo- dos veces, Capetillo se corta la coleta, entre varios despropósitos más, lo cual ahuyenta a la gente de la plaza.

Lo patético es constatar la cruel ironía de Herrerías, la cual se ha sublimado al urdir las combinaciones de los tres últimos carteles: un cartel de señoritas toreras, otro con pobres toreros esforzados pero del montón y uno más con El Capeíta y dos simpáticos comparsas.

No obstante, es justo reconocer que hay por lo menos un coleta interesante en cada uno de los primeros nueve carteles, y a veces hasta dos. Tal es el caso del domingo 16 de noviembre y del 7 de diciembre. Ahí están anunciados Fermín Rivera, José Mauricio, Sergio Flores y Mario Aguilar.

Los diestros peninsulares que nos visitarán son viejos conocidos y están ya muy vistos, pues hace años vienen a vacacionar por aquí vestidos de luces. Con excepción de Padilla quien –nos guste o no su toreo- es un ejemplo de pundonor.

Los toros

Esto es lo más triste del elenco, ya que prácticamente no está anunciada ninguna ganadería que haya mandado alguna vez toros relativamente bravos a ningún lado. Tal es el vergonzoso caso de Marrón y de Bernaldo de Quirós, por no dar más que un par de ejemplos. Aunque no sé por qué me sorprende el hecho anterior, ya que cada año pasa exactamente lo mismo.

Podían salvarse de la quema los astados de La Punta, los de Barralva y algún hierro más, pero no nos hagamos muchas ilusiones.

Las ausencias

Es lamentable que no hayan contratado a Joselito Adame y a Juan Luis Silis, pero ya sabemos que los designios de la empresa son inescrutables y que sus decisiones se basan en el amiguismo y los favores recíprocos.

Tampoco está bien que no venga algún diestro español novedoso e interesante para la sufrida afición capitalina, habiendo tantos toreros buenos al otro lado del charco.

Pero las tres ausencias más notorias son las de la imaginación, la afición y la inteligencia a la hora de confeccionar los cartelitos. Sí, pese a que es un tópico hay que repetir que a la Fiesta la están matando los que la manejan.

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