El torero Cuqui de Utrera sufre una fractura vertebral grave cuando practicaba el parapente
El matador de toros Joaquín Díaz “Cuqui de Utrera” (Utrera, 1970) permanece ingresado en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla a la espera de una intervención quirúrgica que está prevista para mañana lunes. El torero tiene una fractura de la primera vértebra lumbar y la correspondiente contusión medular. Estas lesiones no se las ha producido ningún percance taurino; tampoco han sido consecuencia de un accidente muy habitual. Las lesiones se las produjo Cuqui de Utrera cuando practicaba el parapente el pasado lunes en la localidad de Montellano.
Cuqui de Utrera permanece hospitalizado en completa inmovilidad y con un tratamiento que intenta bajar la inflamación de la zona fracturada. Lejos de mostrar fastidio, Cuqui no pierde el buen humor ni la resignación. “Esta ha sido una cornada de una vez”.
El torero es aficionado a este deporte, incluso se puede afirmar que es un experto. Lo practica con frecuencia, igual que el pasado lunes. “Me pasé todo el día volando”. El accidente llegó cuando una ráfaga de viento, “que era muy fuerte”, plegó las alas del dispositivo y no pudo controlar el aparato. “La caída fue des unos ocho metros de altura y pronto me percaté que había sido algo serio”.
La seriedad de las lesiones fue confirmada por los estudios radiológicos que le practicaron y que demostraron la fractura de la primera vértebra lumbar. De momento no le han intervenido, “porque me ha dicho el doctor Velloso que conviene operar cuando la inflamación haya bajado”. Mañana lunes está todo preparado para esta intervención. Cuqui está preocupado porque la contusión medular le ha ocasionado pérdida de sensibilidad en una pierna, así como dificultades para la movilidad de la misma.
Joaquín Díaz es un torero de vocación temprana. En su familia se respiró el toreo desde que el chaval era pequeño. De su padre heredó parte de su apodo: Cuqui; de su ciudad, el resto: Utrera. Su corte de torero siempre ha sido el del arte. Sus comienzos como novillero movilizaron a muchos utreranos detrás de Cuqui, el apelativo que llevó en los carteles desde los comienzos. En la temporada de 1988 fue el triunfador de las novilladas sin picadores de la Maestranza.
En la vida de este torero hay una fecha inolvidable, aunque es también una de esas fechas que se quedan fijadas en la memoria de los aficionados: 22 de septiembre de 1991. Cuqui había debutado como novillero con picadores en Sevilla en el mes de junio con una novillada de los hermanos Sampedro. La presentación se saldó con una oreja. En septiembre lo anunció la empresa con una novillada de Guardiola en compañía de Manuel Díaz “El Cordobés” y Manolo Sánchez.
Mientras brindaba el segundo de la tarde al presidente y cuando iniciaba el camino para brindar al público, el novillo de Guardiola se arrancó al novillero, que de forma intuitiva y torero comenzó a torearlo de forma majestuosa mientras sostenía en su mano la montera que no había podido depositar sobre el albero. Los muletazos de Cuqui al novillo de Guardiola fueron de los mejores que recuerda la afición, que con locura estalló de júbilo ante tal demostración. Terminada la tanda. Cuqui pudo brindare a la plaza desde el platillo, para posteriormente seguir toreando de forma primorosa. La música había comenzado a tocar al segundo pase, la faena fue corta y maciza, toda ella un prodigio del mejor arte. Las dos orejas cortó esa tarde de septiembre el novillero Joaquín Díaz “Cuqui de Utrera”.
La historia posterior es distinta. Cuqui tuvo sus oportunidades como novillero en la Maestranza y en muchas plazas españolas. Una legión de seguidores de Utrera y de otras localidades le siguieron por distintos cosos de España y Francia. Aquellos muletazos anteriores al brindis no tuvieron la continuidad necesaria. Tomó la alternativa en la Real Maestranza el día 15 de agosto de 1993 de manos de Antonio Punta y con Valderrama de testigo para lidiar una de José Ortega.
Su carrera se diluyó poco a poco. No volvió a torear en Sevilla de nuevo hasta el 10 de junio de 2004, día del Corpus, en una corrida que salió bastante mansa de Los Bayones. Ese día salió vestido de negro y azabache a la plaza y con la cabeza rapada al cero “por una promesa que hice por un tema familiar, que no puedo contar. Salió todo bien y cumplí. De todas formas tenía poco pelo y me siento cómodo así. No he tenido ningún problema y cada uno tiene su personalidad”.
En los carteles se había anunciado de nuevo como Cuqui de Utrera, ya que en los años anteriores, parece que por algunos consejos de su entorno, se había quedado simplemente en Joaquín Díaz. La corrida de Los Bayones no le dio opciones, aunque su natural clase se dejó entrever el algún que otro muletazo.
Su carrera ha sido poco intensa. Algunas corridas en Perú, para no poder pasar de una o dos al año en España, “casi siempre con toros muy difíciles”. Confirmó en Madrid en agosto de 2002. Con un lote imposible de Monteviejo dejó la huella de su buen estilo. De su pasado sin torear siempre se ha referido a “una condena, que me ha producido un gran desgaste psicológico y moral”.
Con treinta y cinco años y la esperanza siempre presente de que “alguna vez debo romper como torero”, ahora el parapente le ha frenado en seco. “Creo que saldré bien de esta y si puedo, ¿por qué no voy a seguir soñando con repetir lo de aquel día de septiembre del 91 con el novillo de Guardiola?”