En la mayoría de los textos que han contado la tarde de la corrida de Miura en Bilbao se ha alabado a Manuel Escribano con la misma palabra: profesionalidad. Lo que quiere decir, se supone, que es un buen profesional. Algo que lleva implícito, lo de profesional, un concepto laboral del toreo, cuando siempre se ha dicho que el toreo no es un trabajo. La realidad es que todos sabemos muy bien lo que se dice cuando a Escribano se le destaca por su profesionalidad. Es una de esas coletillas que usamos -me incluyo en el grupo- cuando no sabemos muy bien cómo poner en valor la actuación de un torero o el juego de una corrida. Es el caso de ‘tarde digna’ o ‘corrida interesante’.
Volviendo a Manuel Escribano, lo que me interesa poner de manifiesto es su valor verdadero y su tauromaquia variada no exenta de calidad. Algunos matadores se ven sometidos a mostrar una imagen que les ayuda a progresar, pero ello les obliga a salirse de su concepto. El valor de Escribano está ya testado. En su compleja y difícil trayectoria ha sufrido tres cornadas para quitar a más de uno de los ruedos. Me refiero a las de Sotillo de la Adrada, Alicante y Madrid. Especialmente, la segunda. Hay muchos toreros retirados con percances similares. Siempre volvió a la cara del toro con la misma actitud, dispuesto a lidiar lo más duro del campo bravo, para ofrecer su arsenal torero con una honradez admirable.
Decía que es un torero del que se destaca su entrega y variedad, pero se olvidan muchos del temple de su muleta, que es ciertamente llamativo. Tiene que irse a portagayola o poner sus arriesgadas banderillas porque es lo que esperan los públicos, pero resulta que sabe torear muy bien.
La prueba de cómo torea es su manera de manejar el capote. A la chita callando, ha logrado que un jurado de Bilbao le conceda el premio al mejor toreo de capa de una feria repleta de buenos toreros. Y se lo hizo a uno de Miura. Pero no es nuevo. Hace unos años consiguió todos los premios de Sevilla por su excelente toreo de capa. Está bien lo de la profesionalidad, pero en la rutina se nos olvida muchas veces que detrás de la imagen que tenemos de muchos matadores, es el caso de Escribano, hay muy buenos toreros.