Carlos Crivell.– El futuro de la Fiesta de los toros está relacionado con la capacidad de los integrantes el mundo del toreo en lograr la atención de quienes, aunque se manifiestan partidarios, mantienen una actitud pasiva en estos momentos. A los interesados no hace falta que nadie les publicite las excelencias del toreo. A los negacionistas de la Fiesta, lo mejor es dejarlos tranquilos, porque su intransigencia hace imposible cualquier tipo de diálogo. Entre ambos están quienes afirman que les gustan los toros, pero permanecen alejados de las plazas. Son muchos de los que consumen toros por televisión, que tienen unas audiencias muy altas, como pueden atestiguar en Castilla la Mancha y en Andalucía sus televisiones autonómicas. Ese inmenso grupo de supuestos aficionados, aunque pasivos en general, son los que el toreo debe motivar para que la llama de la Fiesta aumente entre nuestros convecinos.

A fuerza de repetir argumentos, solo hay dos caminos para ello. De un lado, el aumento de la calidad. De otro, el abaratamiento de producto. Sore el aumento de la calidad, baste recordar que se trata de un espectáculo que tiene como soporte la emoción del encuentro de un hombre frente a una fiera. Si la emoción está presente en las plazas, sin ninguna duda que ese aficionado intermedio, querrá asistir a las plazas de toros.

De lo celebrado en este año de 2021 me quedo con la Feria de San Miguel de Sevilla, que, sin haber sido un ciclo perfecto, ha tenido mucha emoción sobre el ruedo en muchas de sus tardes. Me consta que en Sevilla se sigue hablando de lo bueno que ha deparado esta feria, lo que es la mejor publicidad para lo que debe ser otro hito importante en abril del próximo año.

Por otro lado, la celebración de corridas de toros y novilladas es de un costo muy elevado, lo que repercute en los precios de las entradas. Hay un porcentaje amplio de personas que achacan su inasistencia a las plazas a la carestía de los boletos. Es un tema de complicado abordaje, porque deben conjuntarse variadas posiciones. Algunos sectores han sufrido de forma brutal la pandemia, como les ha ocurrido a los ganaderos. Algunos criadores de toros han podido mantener su status económico, pero la realidad es que se ha intentado pagar verdaderas miserias por corridas de toros en algunas plazas. Y ese no puede ser el camino. Con los toreros ocurre lo mismo. Algunos han defendido su caché, pero la realidad es que se ha toreado en muchos lugares por los gastos, algo que no es presentable.

El mundo de los toros debe generar expectación para atraer a los espectadores. La misma Sevilla en San Miguel ha sido un espejismo, porque las entradas con el sesenta por ciento han quedado enmascaradas. Sin restricciones, con la posibilidad de vender todo el aforo, las entradas registradas en Sevilla hubieran sido ruinosas. Con el sesenta por ciento, los gastos se han reducido y de ahí que no haya llegado a la ruina. Los cinco días del no hay billetes llegaron en carteles muy caros, mientras que en otras fechas en la plaza no llegaban ni a tres mil personas de pago. Como digo, ruinoso en oro momento. Solo la adecuación de ganaderos y toreros ha permitido que se pueda celebrar este ciclo, que ha sido tan beneficioso para el toreo.

De cara a la próxima temporada hay muchas ilusiones por lo que puedan ofrecer toreros nuevos o que han mostrado signos claros de recuperación, lo que siempre se ha llamado toreros emergentes. Me quiero centrar en dos toreros que deberían jugar un papel fundamental en este próximo año, porque ambos, juntos o por separado, concitan la mayor atención de los públicos.

Me consta que Alejandro Talavante quiere estar presente en la temporada española y francesa con un número de festejos no muy alto, pero que incluiría su presencia en las principales ferias del año. Sería una buena noticia, entre otras cosas porque así se descartaría esa impresión que manejan algunos sobre el intento del extremeño de seguir la estrategia de José Tomás. No sería bueno para la afición que Talavante solo participara en dos o tres corridas muy especiales. Su trascendencia y su papel ahora mismo es distinto.

El caso de José Tomás es diferente. Nunca me pareció acertada su postura de muy pocos festejos cada año. Sería acertada para su bolsillo, pero nunca para los aficionados en general. Los mitos deben ser contemplados por los públicos. No tengo ninguna licencia para juzgar a José Tomás, puedo opinar de su forma de afrontar su actividad. Y aunque no me parezca acertada, debo entender que el fenómeno Tomás excede a cualquier análisis lógico.

En algún sitio he leído que Talavante y Tomás pueden torear algunas corridas especiales juntos el próximo año. No estaría mal que así fuera, pero en el caso del primero deberían ser compromisos añadidos a una temporada con actuaciones en plazas de la máxima responsabilidad.

A veces se critica a Tomás porque se ha abstraído de su deber como torero para estar presente en plazas serias en una temporada normal. El espada ha creado acontecimientos especiales de cada una de sus tardes. Se puede admitir que así sea, porque es un mito que ha superado todas las líneas marcadas por lo que debemos considerar la normalidad. Pero esa comprensión solo se aplica al de Galapagar.

Ante un año como el de Morante en 2021, el de La Puebla podría también reservarse para días especiales. Y, sin embargo, no lo hará, porque parte de su compromiso con la Fiesta de los toros ha quedado de manifiesto con su actitud en esta temporada. Si Morante quisiera, podría torear tres o cuatro al año con un rendimiento económico muy alto. Es impensable. Y lo cuento sin que tenga necesidad de que el torero me lo confirme. Si ocurriera lo contrario, sería una gran decepción.

El torero necesita a todos los toreros para celebrar grandes espectáculos taurinos, llenos de emoción y más al alcance de los bolsillos de la mayoría. Así, ese aficionado comprensivo con la tauromaquia, pero que no acude a las plazas, buscará las entradas para estar presente en los mejores acontecimientos.

El año 2022 se presenta cargado de ilusiones. La normalidad en las plazas permitirá la celebración de ferias que llevan dos años en el olvido. Hay toreros y hay toros. Falta crear el ambiente para que todo lo relacionado con el toreo vuelva al primer plano de la actualidad.