Los mano a mano de Cajasol alcanzaron su edición número 53 con la presencia del polifacético Bertín Osborne y la rejoneadora Lea Vicens. Como hilo conductor, el toro y el caballo. La presencia de Bertín modificó el orden habitual de estos encuentros. El jerezano mantiene ese aire mezcla de jovialidad con algo de chulería, mucha prepotencia y un punto de gracia que mitiga sus otras limitaciones. De la noche del mano a mano quedó claro que a Bertín le gustan las copas, dejó en evidencia sus intenciones políticas – totalmente fuera de lugar su mitin – y que es partidario y amigo de Paco Ojeda.

Mucho más callada, con la discreción por bandera, Lea Vicens dejó las frases de la noche. “El toro no me ha preguntado nunca si soy hombre o mujer”. “Me gustan los toreros de arte”. “Andalucía te da tanto calor que es imposible sentirse sola”.

Bertín tuvo momentos de serenidad, como cuando contó la historia poco conocida del hierro de Dolores Aguirre, con el que el jerezano hierra a sus caballos y la ganadería a sus toros. ”Todo ocurrió porque compraron la ganadería de mi padre pero no el hierro y tuve que llegar a un acuerdo con la ganadera para que ambos pudiéramos utilizar el hierro”.

Todo comenzó una hora antes porque Bertín quería ver el fútbol. También de forma diferente con la aparición de la rejoneadora y del cantante tras la presentación estelar de José Enrique Moreno, que suma una nueva experiencia que no olvidará a lo que ya lleva vivido en los mano a mano.

Lea Vicens rindió un justo homenaje a don Ángel Peralta, su protector desde los primeros días. Lea fue grande en su recuerdo. A la noche le hacían falta momentos de verdad torera y Lea lo puso con su humildad y en el recuerdo a su gran Pigmalion, el Centauro de La Puebla.

Se emitió un vídeo de Bertín y Lea en los que el primero canta una ranchera. La rejoneadora habló de Madrid y Salamanca como plazas fetiches, para finalizar comentando su ilusión por volver este año a Sevilla, “ una plaza que es la de máxima responsabilidad y que siempre es una suerte poder torear en esa plaza”.

¿Y de caballos, qué? Lea habló de la comunicación con ellos; Bertín recordó que “el caballo es un sentimiento, olores del campo, silencios, es poesía”. Fue lo mejor de su aportación. Hablando menos, centrada siempre, Lea le ganó la partida en el mano a mano.

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