Carlos Crivell.- Algunas figuras del toreo conceden entrevistas a medios de comunicación sin relación con los toros, por ejemplo, a revistas como Vanity Fair, pero nunca lo hacen con medios especializados en materia taurina. Se entiende que esta promoción de la Fiesta en otros ámbitos distintos al de los toros sea una forma eficaz de romper muros y abrir nuevos caminos para promocionar la tauromaquia. Es algo sobre lo que hay pocas dudas. Sin embargo, esos mismos toreros raramente aparecen en los medios que se dedican todo el año a comentar y a promocionar el toreo. Se dirá que a los aficionados no hace falta ofrecerles las opiniones de las figuras, pero es un inmenso error. El aficionado quiere saber lo que hace, piensa y decide la figura de turno. En el colmo de esta absurda situación, en el número resumen del año de la única revista especializada en toros, Aplausos, a algunos toreros de primer nivel no se les ha entrevistado, me imagino que por una negativa expresa o por la imposibilidad de ponerse en contacto con su figura. Es una situación que menoscaba de alguna forma esa otra vía de promoción del toreo, que es la que debe sentir al saber que sus opiniones llegarán a quienes habitualmente pasan por la taquilla para presenciar sus actuaciones. Alguien debería hacerles llegar a estas figuras que también tienen un compromiso con los lectores y oyentes de programas que están dedicados durante todo el año a fomentar el espectáculo taurino. Estoy convencido que ningún lector de esas revistas de moda o de actualidad festiva van a comprar entradas para acudir a las plazas de toros. Con estas actitudes, que podrían pretender un acercamiento de otros espectadores, al final lo que consiguen es cierto rechazo de quienes de verdad sustentan los festejos taurinos. Se puede admitir la imposibilidad de atender a todos quienes desean entrevistar a la figura, pero una buena labor de un director de comunicación debe ser básica para ofrecer la presencia de esos toreros en muchos medios que hacen un esfuerzo ímprobo. Cuando esos toreros eran novilleros incipientes se ponían siempre al teléfono, algo que al llegar a la cumbre no sucede. No se acuerdan de las muchas veces que se les llamó para darlos a conocer a los aficionados. Sin embargo, algo está cambiando. En una nueva vuelta de tuerca, en estos tiempos los novilleros sin picadores tienen ya hasta jefes de prensa. Cuando son famosos, se olvidan del pasado. Todo esto es otra forma de menospreciar al propio mundo taurino, que anhela saber qué piensa un torero cuando le pregunta un comunicador informado y preparado.

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