Roca Rey_Madrid15Antonio Lorca.- Andaba Talavante intentando justificarse ante su primero, un animalucho descastado y sin aire en los pulmones cuando una voz del tendido gritó “Viva el toro”. Momentos más tarde, cuando Roca Rey se preparaba para un quite ante el quinto titular, se oyó otra sentencia: “Viva la invalidez”.

Ya está dicho todo: no hubo toros y los animales de cuatro patas y de variadas capas que pisaron el ruedo padecían de una manifiesta invalidez. Hasta nueve salieron por chiqueros y ninguno hubo que mereciera la pena. Así las cosas, el personal se entretuvo con los compases de la banda de música, que aprovechó la festividad de San Isidro para interpretar el chotis Por la calle de Alcalá, seguido y bailado con entusiasmo por los tendidos, y la cantada general de la recogida (una, dos… y así hasta seis) de las banderillas que quedaron en la arena duranta la lidia del sexto.

En fin, que el festejo terminó cerca de las diez de la noche y no pasó nada. Bueno, pasó que, una tarde más, la figura, Talavante, el serio aspirante, Roca Rey, y el que pretende serlo, Posada de Maravillas, se presentaron en Madrid sin toros, lo que supuso otro fraude a la afición. Y, después, se quejan de que cada año disminuya el número de abonados. Ni San Isidro desde las alturas puede impedir que la fiesta decaiga cada temporada con engaños tan evidentes y continuados.

Parece que Talavante lo intentó, pero fue imposible. Recibió a su primero con unas verónicas suaves, sin hondura y comenzó el tercio final con la muleta plegada, al estilo del cartucho de pescao, y salvó la papeleta con un pase por alto cambiado. Parecía que el toro…, pero qué va. Ahí se acabó.

El otro era un inválido colmado de sosería, el torero lo intentó sin aparentes ganas y menos posibilidades. Hasta otra.

Y volvió el ciclón Roca Rey, que viene apretando una barbaridad con un encomiable deseo de triunfo, valiente, entregado y comprometido en todos los tercios. Participa en quites y luces más en tafalleras, saltilleras y gaoneras que en la verónica clásica. Se ve que aún no le ha cogido el truco. Se le vio más sosegado que el día de su confirmación, con la cabeza en pleno rendimiento y no perdió la parsimonia, los andares lentos, y el gusto por los movimientos con torería. Su primero era un novillo regordío, y comenzó la faena de muleta con muletazos por alto, atornillada las zapatillas, confiado y seguro. Siguieron tres tandas de redondos en las que embebió la embestida del toro, el engaño siempre en la cara y ligó con suficiencia y gusto. Lo intentó con la zurda, pero el animal no respondió. Alargó la faena y escuchó un aviso antes de pinchar. Quedó, no obstante, su imagen de torero valiente que debe modular su juvenil y, a veces, aturrullada concepción del toreo. Devolvieron el quinto a los corrales, pero momentos antes se llevó un susto gordo: tras quitarlo por saltilleras, resbaló en la cara del animal, y se libró de la posible cornada porque el inválido se derrumbó mientras el muchacho se alejaba del lugar dando vueltas sobre sí mismo. Recibió al sobrero con apretadas gaoneras y una larga cambiada de rodillas, pero también el animal también volvió por donde vino y el toro de Marca topada en lugar de embestir, por lo que todo quedó en una actitud voluntariosa.

Y confirmó la alternativa Posada de Maravillas, un chaval que deslumbró en sus inicios como novillero, lo paró en seco una grave herida en los tendones de la mano derecha sufrida en los Sanfermines. Ha vuelto con escaso conocimiento y poco mando. No estuvo bien. Su primero embistió con genio, y exigió una muleta asentada que no existió. El examen fue muy difícil y no lo aprobó. Lo intentó de nuevo ante el sexto, pero el sobrero del Conde de Mayalde carecía de clase.

Toros de Juan Pedro Domecq —el quinto, devuelto y sustituido por otro del mismo hierro, también devuelto; el sexto también devuelto—, justísimos de presencia, mansos, muy blandos y descastados. Primer sobrero, de José Luis Marca, manso e inválido. Segundo sobrero, del Conde de Mayalde, manso y deslucido.

Alejandro Talavante: pinchazo y media (silencio); tres pinchazos, estocada caída y un descabello (silencio).

Andrés Roca Rey: —aviso— dos pinchazos y estocada baja (ovación); pinchazo y casi entera (silencio).

Posada de Maravillas, quien confirmó la alternativa: tres pinchazos —aviso—, pinchazo y media (silencio); estocada (silencio).

Plaza de Las Ventas. 15 de mayo. Décima corrida de feria. Lleno de no hay billetes. Asistió Juan Carlos I, acompañado por su hija la infanta Elena y su nieta Victoria.

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