Manzanares. Foto: Hugo Cortés

Carlos Crivell.- El artista francés Loren volvió a llenar de luz y color a la plaza malagueña. Recibió un galardón, antes de que saltara al ruedo el matador Fortes para recoger el Capote de Paseo que ganó hace un año. De sombrerazo fue la actitud de El Juli, que le ofreció su montera para que saludara a la afición.

Se cayó el esperado Pablo Aguado y lo sustituyó David de Miranda, agarrado a las dos orejas de la víspera. No se notó mucho el cambio en la taquilla, aunque es posible que con el sevillano se hubiera llenado por completo la plaza.

Se lidiaron toros de la familia de Justo Hernández, cuatro de Domingo Hernández y un cuarto de Garcigrande. Aquello tenía tufo de saldo por la disparidad de la presentación. Dos toracos pasados de peso, primero y quinto, dos muy anovillados, segundo y cuarto, en fin, que de pareja nada de nada. Y de mal juego excepto el segundo que en manos de Manzanares embistió con clase. El resto, sin fuerzas, de poca casta y de calidad justa. El tercero se desfloró los pitones en una voltereta y fue devuelto. Pitones de plastilina, como alguno más de la corrida. El sobrero de La Palmosilla fue un manso de libro.

De nuevo Manzanares salvó el festejo en una demostración de que se encuentra en buen momento. Lo ve claro en esta fase de la temporada. La faena al anovillado segundo fue de gran elegancia, clara inteligencia en las distancias y los tiempos y preciosista en los adornos, bien trincherillas o cambios de mano exquisitos y eternos. La estocada fue soberbia y por sí misma mereció la oreja.

El quinto fue un toro distinto. Nunca se entregó el de Hernández. Manzanares, en un alarde de ambición, fue sobándolo hasta lograr algunos muletazos de mérito sobre la diestra. De nuevo lució su elegancia, sobre todo en los cambios de mano. Su mortífera espada no fue certera y se quedó sin completar su buena tarde malagueña.

El Juli mató su ganadería predilecta con escasa fortuna. El que abrió plaza, toro muy blando y pasado de kilos, le permitió realizar una labor seria y torera con escaso eco por las condiciones aborregadas del toro. Tampoco se esmeró en la suerte suprema, como ya es costumbre del madrileño. El quinto fue una prenda que trajo en jaque a su cuadrilla y que esperó antes de meter la cara con mal estilo en la franela. Tampoco El Juli intentó cambiar al toro.

David de Miranda sustituyó a Pablo Aguado. Estuvo toda la tarde con ganas y fue el único que entró en quites en los toros de sus compañeros. Es lógico porque un matador joven debe apretar siempre, aunque a los demás espadas no les agrade. Al manso sobrero de La Palmosilla solo pudo recibirlo con estatuarios valientes en el centro. El toro huyó a las tablas y se acabó la faena. Pudo resarcirse en el sexto, un animal con pocas fuerzas, siempre con la cara a media atura, aunque suave en la muleta. Lo toreó con mimo por la derecha a media altura. Así logró justificarse. Sacó pases de buen trazo para finalizar con sus bernadinas obligatorias. Volvió a matar bastante mal, como ya ocurriera con el tercero.

Plaza de toros de La Malagueta, 19 de agosto de 2019. 6ª de feria. Corrida Picassiana. Casi lleno. Cuatro toros de Domingo Hernández, uno, 4º, de Garcigrande, y un sobrero, 3º bis, de La Palmosilla, desiguales de presencia, 2º y 4º, muy terciados. 1º, flojo y soso; 2º, blanco con clase; 3º bis, manso; 4º, reservón y de mal estilo; 5º, descastado y soso; 6, flojo, noble con poca clase.
El Juli, de granate y bordados en plata y negro. Estocada muy trasera y tendida. Ovación. En el cuarto, estocada corta atravesada y trasera y un descabello. Silencio.
José María Manzanares, de azul añil y azabache. Gran estocada. Una oreja. En el quinto, pinchazo, media estocada y un descabello. Ovación y saludos.
David de Miranda, de burdeos y azabache. Tres pinchazos y estocada. Saludos. En el sexto, tres pinchazos y estocada corta tendida. Saludos tras aviso
Antes de la corrida se le entregó a Fortes en Capote de Paseo como triunfador de 2018.

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