LEONARDO HERNANDEZ 24-8-2014 1Carlos Crivell.– Leonardo Hernández fue el triunfador de la última corrida de la Feria de Málaga al cortar las orejas al quinto, en el que fue cogido de forma emocionante. Discreción en Romero y con malos aceros Andy Cartagena.

Plaza de toros de Málaga, 8ª de Feria. Casi tres cuartos de plaza. Seis toros de Luis Terrón, bien presentados y de juego variado. Manejables 1º y 2º, muy brusco el 3º, manso y problemático, el 4º; bueno, el 5ª y difícil, el 6º. Se guardó un minuto de silencio por los guardias civiles fallecidos en León.

Andy Cartagena, ovación y ovación.

Leonardo Hernández, silencio y dos orejas. Salió a hombros por la Puerta Grande.

Andrés Romero, silencio y saludos.

Este mundo del rejoneo tiene muchas vertientes. De un tiempo a esta parte, a raíz de la llegada de Hermoso de Mendoza, ya es obligatorio realizar una serie de suertes como las carreras a dos pistas o los quiebros, porque de otra forma los públicos no vibran con el toreo a caballo. Valga este recuerdo al gran rejoneador navarro y sirva de reconocimiento por su actuación en la corrida del sábado. En ese festejo todas las miradas estaban centradas en José Tomás. Al presenciar la corrida que cerró la feria malagueña, aún hay que rendirle un mayor homenaje al caballero navarro. Es evidente que una cosa es el rejoneo puro y otra el abuso de las artimañas lejos del toro para concitar la atención de los presentes. Y que disculpen los caballeros del cartel, pero la realidad no tiene otro camino.

Que disculpe Leonardo Hernández, que fue protagonista de un momento de emoción indescriptible en la lidia del quinto, un toro de mejor condición por su celo al seguir al caballo. Su faena, cuando a esas alturas no se había cortado ninguna oreja, fue brillante al encelar al toro a dos pistas, colocó bien las banderillas en el centro y se adornó con las cortas. Una buena faena con un final tremendo. Colocó un rejón de muerte y cayó del caballo. Fue volteado contra las tablas y un banderillero de su cuadrilla le hizo un quite de los que salvan la vida, al tiempo que este peón también era enganchado. Al soltarlo, herido de muerte, el animal se derrumbó. Tanta emoción fue el pistoletazo que despertó a la plaza para pedir el doble trofeo.

En el toro anterior había cubierto una actuación voluntariosa, siempre con buena monta, acierto al clavar y un final sin precisión a la hora de utilizar el rejón de muerte.

Andy Cartagena, capaz de torear a caballo bastante bien, tuvo una actuación muy entonada en el que abrió plaza, sobre todo cuando montó a Mediterráneo, con banderillas al violín y otras al quiebro. Pero Andy dedica buena parte de su actuación a otras cosas que gustan mucho, como los balanceos y colocar el caballo a dos manos, algo sin ninguna duda espectacular, pero alejado del rejoneo ortodoxo. Esta buena faena a su primero quedó emborronada por los aceros. A la vista de cómo transcurrió la tarde, podría haber cortado la oreja. Ni se pidió con fuerza ni el palco fue magnánimo.

El cuarto fue un toro muy difícil para el alicantino. Se quedó siempre cerca de las tablas, se mostró reservón, fue una papeleta que Andy resolvió con la experiencia que tiene en su dilatada trayectoria. Esta faceta de rejoneador solvente estuvo nuevamente acompañada por los alardes lejos del toro. Ya me contarán qué pinta el caballo Pericalvo sentado en el ruedo lejos del astado. Le costó mucho matarlo, el caballo Cubano resultó herido en este trance y una labor meritoria se quedó en una ovación.

Andrés Romero se enfrentó en primer lugar a otro toro poco colaborador. Se adelantó mucho a las cabalgaduras con violencia. Romero, algo precipitado, no acabó de estar centrado, aunque en banderillas con Cheke y Guitarra logró mayor lucimiento. Tampoco acertó con los rejones finales.

El sexto fue otro toro reservón. Sacó a uno de sus caballos estrellas, Conquistador, y en los palos citando de largo logró lo más notable de su tarde malagueña. Con las piruetas llegó el delirio popular a lomos de Guajiro, que citó en corto para quebrar de forma admirable. Ahora en Málaga podían ver a esta joven promesa del toreo a caballo onubense y los méritos que le han permitido torear con las figuras. El animal seguía en tablas, pero Romero le sacó todo el partido posible a base de corazón. El tema de la suerte suprema se le volvió a atascar con varios rejones que también le dejaron sin trofeos.

En definitiva, una de rejones con algunos toros nada fáciles, caballeros voluntariosos, exceso de adornos lejos del toro y un pésimo uso del rejón de muerte. Las dos orejas llegaron por la vía de la emoción de la cogida de Leonardo, al margen de su destacada actuación.

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