La corrida celenbrada en Morón dejó un balance de cinco orejas. La corrida de Juan Pedro fue mínima de presencia y hubo tres toros mejores, el tercero, cuarto y sexto. Se salva algún pasaje de la faena de El Cid al cuarto, los naturales de Manzanares al segundo y la estocada de Cayetano al tercero. Pocacosa con media plaza.

Juan Pedro Domecq / El Cid, Manzanares y Cayetano

Seis toros de Juan Pedro Domecq, muy terciados, flojos y nobles excepto el primero y el quinto. Los mejores, tercero y sexto. Noble sin fuerzas, el cuarto.

El Cid: silencio y una oreja.
José María Manzanares: una oreja y una oreja.
Cayetano: dos orejas y palmas.
Morón de la Frontera, 15 de marzo de 2008. Media plaza. Manzanares y Cayetano salieron a hombros.

Morón de la Frontera.- Carlos Crivell

Es verdad que este tipo de corridas son de preparación para los toreros; de acuerdo que el toro de Morón no es el de Sevilla; nadie pretende ver un lote de toros con trapío en una plaza de tercera. Todo esto es cierto, pero los precios de las entradas en Morón eran muy altos y el toro que salió de los chiqueros era muy chico. Es decir, que Juan Pedro se quitó de encima unas reses insignificantes, los matadores trataron de lucirse con raspas como el tercero de la tarde y el público se lo pasó en grande cuando a Cayetano le dio por acercarse a torear cerca de la localidad que ocupaba. Y todo con media plaza. Algo se hace mal cuando la gente no responde. Es posible que el primer fallo sea el toro.

Fue un espectáculo menor porque el toro fue mínimo. Y también fue menor por sus contenidos. De toreo bueno, poco quedó para el recuerdo. Sólo algunas fases de la faena de El Cid al cuarto y los naturales de Manzanares y un cambio de manos al segundo. Del resto del festejo, mejor es olvidarse lo antes posible.

El Cid se tropezó con un toro feo y malo de entrada. Carne morucha la de este toro con el hierro de Juan Pedro. El jabonero cuarto tenía calidad, mucha nobleza, pero apenas tenía fuerzas. El Cid lo entendió con mimo y logró enjaretar una faena de temple exquisito con fases muy ligadas. Fue una buena labor del espada saltereño que no culminó con la espada. Le dieron una oreja, pero en el tono de la plaza era para dos trofeos.

Manzanares toreó bien de capa a sus dos toros. El primero de su lote se dejó torear. El de Alicante logró tres naturales soberbios, todo con ciertas intermitencias, pero acabó en tono alto con un cambio de mano y una trincherilla de soberbia factura. Fue un final de clase suprema. Ya con el vulgar toro quinto se esforzó para estar en buen tono, lo que alcanzó por momentos. Su voluntad le valió otra oreja.

Se podría pensar que Cayetano estuvo muy bien con el tercero ya que cortó dos orejas. El animal era ínfimo de presentación. Cayetano lució su porte y empaque como principales armas toreras. Del resto de su labor se pueden hacer pocas alabanzas. Muy distanciado y fuera de cacho, vació las embestidas muy lejos. Dio un montón de pases vulgares y mató de una estocada fulminante, lo que puede explicar la euforia popular para regalarle dos orejas. Con el sexto, el mejor toro de la tarde, estuvo mejor al comienzo en dos tandas sobre la diestra, pero naufragó de forma lamentable con la izquierda y ya no recuperó el tono en el tramo final. Hace un gran esfuerzo delante de los toros, no aparece ni relajado ni confiado, lo que es un mal asunto. Pero es popular y le salva su empaque torero.

La corrida supo a poco. Ni toros ni toreros dieron la talla. Y media plaza, que eso sí que es para preocuparse.

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