Hermoso de MendozaGastón Ramírez Cuevas.- Domingo 23 de febrero del 2014. Vigésimo primera corrida de la temporada de la Plaza de toros México.  Toros: Dos de Julio Delgado para rejones. Bien presentados, mansos pero dejándose bastante. El que abrió plaza fue aplaudido en el arrastre. Seis de Lebrija, feos y mansos. A excepción del tercero, que fue ovacionado al llevárselo los percherones, los demás fueron pitados. El corrido en sexto lugar se partió el pitón izquierdo al dar media vuelta de campana. Uno de Javier Garfias, que sustituyó al segundo de Spínola. Muy noble y alegre, fue ovacionado en el arrastre. Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza. Al que abrió plaza le mató al primer intento con un rejón a medio lomo: oreja. Al quinto de la tarde le clavó una hoja de peral casi en el rabo, luego marró y posteriormente le asestó otro rejonazo traserísimo. Hubo de echar pie a tierra y descabellar en un par de ocasiones: silencio. Fermín Spínola. Al segundo le propinó un estoconazo que le hizo acreedor a una oreja. Con el sexto bis no pudo repetir la hazaña. Pinchó y luego dejó una entera trasera, tendida y caída: silencio. Arturo Macías. Al tercero le pegó una entera que asomó por el costillar, otra entera que no bastó y dos descabellos: aviso y al tercio con fuerza. Al segundo de su lote lo pasaportó de entera en buen sitio: silencio. Fermín Rivera. Al cuarto le despachó de una buena entera: palmas. Al que cerró plaza se lo quitó de enfrente con la mejor estocada de la tarde: palmas.

Se ha terminado la temporada y esta última corrida pronto quedará en el olvido. De haber tenido Fermín Rivera algo de fortuna en el sorteo estaríamos hablando sin lugar a dudas de un triunfo memorable. Pero vayamos por partes.

Hermoso de Mendoza volvió por sus fueros. Ambas faenas tuvieron momentos de gran temple. Hay que destacar que ha agregado a su repertorio una especie de abaniqueo a dos pistas que es algo digno de verse. No faltaron las piruetas y un par a dos manos. A su primero lo mató mal pero con eficacia, y la gente (unos veintitantos mil espectadores) no dudó en pedir la oreja, misma que fue concedida.

Al quinto de la tarde lo mató espantosamente. No sabemos por qué ha optado por clavar los rejones de muerte casi en la palomilla.

Fermín Spínola estuvo bien con su primero, un animal destartalado, manso y difícil. Interpretó el quite de oro para llevarlo al caballo, quitó por chicuelinas modernas, puso los palos con solvencia y después se pegó un arrimón, logrando buenos derechazos. Mató con fe y la estocada le hizo acreedor a una merecida oreja.

Al sobrero de Javier Garfias, indudablemente el mejor toro de la corrida, Macías le hizo un quite por saltilleras y Spínola replicó con chicuelinas y tafalleras. Ambos quites fueron muy lucidos y ajustados. A la hora de torear con la muleta la cosa perdió color pues el diestro capitalino no supo qué hacer con un cornúpeta de gran calidad. Faltó temple, faltó completar y ligar, faltó bajarle la mano. Los gritos de ¡Toro, toro! no se hicieron esperar y Fermín dejó ir una oportunidad de oro. Lo mejor fue el tercer par de banderillas: recortó y clavó perfectamente al violín, poniendo al respetable de pie.

Arturo Macías estuvo a punto de ser el triunfador del festejo. El tercer toro fue noble y no manseó sino hasta el final. El coleta hidrocálido realizó un espléndido quite por gaoneras ceñidísimas y prácticamente sin enmendar. El Califa de León no lo hubiera hecho mejor. Arturo logró pegar los mejores muletazos del festejo. Las derechas largas, elegantes y templadas fueron extraordinarias. Al final del trasteo Macías se confió de más y sufrió dos revolcones muy aparatosos pero sin consecuencias que lamentar. Lástima que atravesó al toro y que todo quedó en una salida al tercio.

El segundo de su lote, otro rumiante realmente feo y sin un ápice de bravura, no sirvió para nada. Arturo porfió y se pasó de faena tratando de agradar. El público se aburrió y algunos le pitaron.

Fermín Rivera tiene todo para ser figura. Su tauromaquia seca y elegante no tiene igual ni aquí, ni en España, ni en Francia. Además piensa de continuo en la cara del toro y se arrima como los buenos. Por si fuera poco, el bisnieto de Martín Agüero es, como su antepasado, un gran estoqueador. Hoy, para variar, le tocaron los peores toros del encierro.

Fermín estuvo muy bien en su primero. Quitó por fregolinas y a continuación consiguió algunos momentos de gran calidad con la muleta, pero aquello era como tratar de pegarle pases a una lavadora de trastes. Mató con mucho oficio y mucha vergüenza torera.

Peor le fue con el que –después de cuatro horas largas de festejo- cerró plaza. Ese animal estaba como disecado desde que salió por toriles. De nada sirvió exponer y porfiar, de nada sirvieron todos los recursos de Fermín. Ahí quedó como ejemplo la gran estocada a un marmolillo que tenía la cabeza por las nubes. Un día sorteará algo potable y veremos maravillas.

Total que el ganado de los señores Lebrija saboteó la última corrida del serial. No podemos decir que fuese una sorpresa ver tanta mansedumbre y tanta fealdad en esos toros queretanos, pero sigue siendo sorprendente la falta de pundonor en muchos de los sedicentes criadores de reses bravas que pululan en este pobre país.

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