Arturo Saldívar. Foto: Tadeo Alcina (Aplausos)

Gastón Ramírez Cuevas.- Decía F. Bleu (el autor de la obra maestra “Antes y después del Guerra”) que: ‘Donde no hay peligro, no hay emoción; y donde no hay emoción, no hay corridas de toros posibles.’ En la corrida de hoy hubo toda la emoción posible durante la lidia del cuarto. Ahí Saldívar se enfrentó al primer toro bravo que ha salido por toriles en esta joven temporada. ¡Ojalá no sea el único!

El público, que, cosa rara, no era mayoritariamente aficionado al caballito, tenía pocas esperanzas cifradas en Saldívar, pues el torero afincado en Aguascalientes no había estado especialmente bien en sus últimas actuaciones. Pero así es esto del toro, hoy saltó la liebre y se produjo el milagro.

Saldívar recibió al de Jaral de Peñas con una media larga cambiada de rodillas en tablas, pero el toro, como todos sus hermanos, no se prestó al lucimiento con el capote. El diestro lo pasó prácticamente sin picar, pese a que el burel había demostrado tener poder en sus embestidas.

El inicio de la faena de muleta fue soberbio, pues al consabido pase por la espalda en los medios le siguieron dos arrucinas con el toro arrancándose de muy largo y el torero más quieto que un poste. A continuación vinieron tandas de derechazos de muchos riñones donde se produjo el milagro conjunto del poder y el temple. Saldívar estuvo torerísimo todo el tiempo, sin dudar una sola vez y sin perder pasos ni terreno ante un toro que exigía una barbaridad.

Además de las tandas de muletazos completos por ambos pitones hubo cuatro dosantinas sin enmendar y unas joselillinas cambiadas que pusieron a la gente de pie por el inverosímil ajuste del coleta. Arturo se fue con toda la fe del mundo tras la espada y cobró una muy buena entera, pero el de Jaral de Peñas vendió cara su vida. Pese al aviso y al par de descabellos, la oreja fue merecidísima.

Ya en el segundo de su lote, un bicho sin clase que no humilló jamás, Saldívar hizo todo lo posible y aguantó lo indecible, pero poco pudo hacer ante un animal tan deslucido.

Vayamos a lo ocurrido en el resto del festejo.

Pablo Hermoso estuvo muy bien en su lote, templando y luciendo con su proverbial elegancia y buen gusto. Desafortunadamente, a la hora de oficiar con la hoja de peral echó todo a perder. Pablo ya no es ese extraordinario estoqueador a caballo que tantas satisfacciones nos dio en el pasado, y la gente se lo hizo saber a base de pitos.

Cayetano Rivera enfrentó en tercer lugar a un toro grande y feo, pero que tenía fuerza y acudía. En ese toro, Saldívar instrumentó un vistoso quite por mandiles y tafalleras, mientras que de Cayetano sólo podemos alabar su inicio de faena, en el que logró grandes muletazos de castigo por bajo. Luego el toro manseó, el aire molestó mucho y eso fue todo.

En el sexto, el hijo de Paquirri inició la faena de muleta con dos magníficos derechazos de rodillas. Fue una pena que el burel resultara incierto, débil y soso, con lo cual el nieto de don Antonio Ordóñez no pudo sino estar voluntarioso.

Leo Valadez confirmó la alternativa. Había gran expectación por ver al joven espada que jamás había pisado La México. El toro de la confirmación manseó en varas pero luego se fue para arriba. Valadez porfió y nos regaló muy buenos naturales, largos y templados. También emocionó al cotarro con dosantinas, de pecho, y joselillinas en la mínima distancia. Por razones que no alcanzamos a vislumbrar, a la hora de matar el flamante torero hidrocálido se perfila a varios kilómetros del toro y así es imposible ejecutar la suerte suprema como Dios manda.

En el último de la función, Valadez quitó por estupendas zapopinas. Ya con la sarga, a Leo le vimos falto de hondura y ambición. De esa manera, el toro largo y bronco le ganó la partida.

En resumen, hoy salió un toro bravo y fuerte, el cual tuvo la fortuna de enfrentarse a un torero que tiene la onza de oro y que venía a darlo todo. ¿Se puede pedir más?

Domingo 26 de noviembre del 2017. Segunda corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Dos de Bernaldo de Quirós para rejones (primero y quinto), chicos, gordos, débiles y nobles. Seis de Jaral de Peñas, desiguales en presentación y juego. Sobresalió el lidiado en cuarto lugar, un toro fuerte y bravo que transmitió mucho. Le dieron arrastre lento. El séptimo fue pitado.

Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza, silencio en ambos. En sus dos toros le pitaron al fallar con el rejón de muerte.

Cayetano, a su primero le mató de pinchazo, entera trasera y tendida, y dos golpes de corta: silencio. Al sexto le pasaportó de una entera tendida: silencio.

Arturo Saldívar, al cuarto de la función le propinó una buena entera que no bastó, y luego descabelló al segundo intento: oreja tras aviso. Al séptimo le despachó de dos pinchazos, media fatal y entera. Silencio tras aviso.

Leo Valadez confirmó su alternativa. Al segundo de la tarde se lo quitó de enfrente mediante tres pinchazos y una entera trasera y tendida: palmas tras aviso. Al que cerró plaza lo liquidó de pinchazo y entera: silencio.

Entrada: quince mil personas en tarde fría y con mucho viento.

Incidencias: La corrida comenzó con seis minutos de retraso, algo nunca visto.

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