Federico Pizarro. Foto: Tadeo Alcina

Gastón Ramírez Cuevas.– El encierro de San Mateo, la legendaria ganadería zacatecana que hoy pasta en el estado de Jalisco, fue una agradable sorpresa, pues cinco de sus pupilos dieron bastante buen juego. El primero fue un toro bien presentado que aparentaba ser débil y soso pero que se fue para arriba después de varas. Federico Pizarro no entendió al astado ni tampoco se confió en momento alguno. Pero el público de la México es sentimental y bueno, así que se abstuvo de reclamarle a Federico su falta de decisión, la cual quedó ampliamente demostrada con la espantada al intentar entrar a matar por primera vez, puesto que el  veterano diestro capitalino pasó en falso, por decirlo de alguna manera.

El segundo de la función peleó espectacularmente en varas, ocasionando un tumbo aparatoso. Fermín lució hasta donde pudo tanto con el capote y la muleta, pero el toro manseó pronto, y después de un par de buenas tandas por el pitón derecho, la faena perdió color. 

El tercero, al igual que el que abrió plaza, ofreció posibilidades de triunfo. Gerardo Adame, el joven coleta hidrocálido, bregó con oficio y fue ovacionado. Luego, en el último tercio, empezó el trasteo doblándose por bajo rodilla en tierra. El de San Mateo se dejó más al derechazo que al natural. Cuando Rivera se arrimó y aguantó, nos regaló muletazos largos y templados. Las manoletinas finales fueron muy ovacionadas. Desgraciadamente, Gerardo no estuvo fino con la espada y todo quedó en una salida al tercio.

El cuarto fue otro toro bravo para el caballo, que embistió de manera incansable y con clase. Pizarro quitó por caleserinas, y ya con la sarga pudo quedarse quieto en dos o tres tandas por el pitón derecho muy coreadas por el respetable. Hubo por ahí un pase de pecho rodilla en tierra que valió mucho la pena. Pizarro se olvidó de las dudas y la precaución a la hora buena y cobró una estocada defectuosilla pero que bastó, permitiéndole así pasear la última oreja de su vida.

El peor toro del encierro fue el segundo del lote de Fermín, pues ese morlaco no tuvo un pase por débil, mal picado y manso. Cuando el sobrino de Currito Rivera porfiaba con la muleta, la ligera llovizna que había comenzado a caer mientras Pizarro daba su postrer vuelta al ruedo, se convirtió en un aguacero en toda forma.

Así las cosas, salió el sexto, otro animal bien presentado y con una buena dosis de bravura y fuerza. Gerardo Adame estuvo entregado y muy torero, exponiendo en todo momento. Sin arredrarse jamás, Adame toreó muy bien con el capote y la muleta, sobreponiéndose al diluvio. Es muy complicado ligar naturales y derechazos cuando el toro no se confía por las condiciones del ruedo. Sin embargo, Gerardo demostró valor y buen gusto aprovechando al máximo todas las embestidas del pupilo de don Ignacio García Villaseñor.

Gerardo cobró una estocada entera que ilusionó a los pocos aficionados que no habían huido en desbandada para evitar una pulmonía galopante. Sin embargo, el toro se negó a doblar, y tras dos o tres descabellos todo quedó en una cariñosa ovación.

En suma, una tarde de toros interesante que nos dejó con ganas de volver a ver a Gerardo Adame y a los toros de San Mateo.

Dedico esta crónica a mi amigo Juan Mallado, aficionado de pro.

Domingo 13 de enero del 2019. Undécima corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Seis de San Mateo, bien presentados. Con excepción del quinto, los demás se dejaron torear. El primero, el cuarto y el sexto tuvieron bravura y nobleza.

Toreros: Federico Pizarro se despidió de la afición. Al que abrió plaza lo mató de un pinchazo y media un poco caída: silencio. Al cuarto lo despachó de entera un poco baja y trasera: oreja.

Fermín Rivera, al segundo lo pasaportó de tres pinchazos y media caída: leves palmas tras aviso. Al quinto le atizó un bajonazo, pero tuvo que descabellar: leves palmas.

Gerardo Adame, al tercero le asestó un pinchazo, una entera tendida y trasera, y dos golpes de corta: al tercio tras aviso. Al que cerró plaza se lo quitó de enfrente mediante una entera y varios descabellos: ovación.

Entrada: cuatro mil parroquianos.

 

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