Guillermo Hermoso. Foto: Aplausos

Gastón Ramírez Cuevas.– En la última corrida de la temporada, san Aficionado mártir, quien por definición no es un entusiasta del arte de Marialva, las pagó todas juntas. Después de casi cuatro horas, lo único importante fue la actuación de Saldívar, quien estuvo muy torero y más que digno ante un par de toros muy interesantes.

El tercero de la función fue un animal enorme, largo como un tren, bastante bravo y repetidor. Saldívar lo recibió con dos medias largas de rodillas en tablas. Luego vimos un magnífico puyazo en todo lo alto.

Muleta en mano, el coleta de Aguascalientes nos regaló una faena de gran mérito, basada en el aguante, el temple y la sinceridad. Ante un cornúpeta que hubiera puesto de cabeza a más una figurita de nuestros días, Arturo compuso una sinfonía de naturales en un palmo, sin enmendar. Hubo también derechazos largos, dosantinas y cambios de mano por delante que merecieron la ovación del respetable. Saldívar se entregó a la hora buena y cortó una oreja más que merecida.

En el sexto, el segundo espada no las tuvo todas consigo. ¿Por qué? Porque el populacho enardecido pensó que ese ungulado bravucón merecía el indulto. Si bien es cierto que el toro tumbó al par de montados y pareció adueñarse del ruedo en los dos primeros tercios, cuando Arturo le plantó cara y le pudo a base de derechazos y de cruzarse, el toro se rajó. Poco le importó el detalle anterior a los villamelones, quienes sacaron sus pañuelos y pidieron un absurdo indulto vociferando: «¡Toro, toro!”. Saldívar entró a matar entre una feroz silbatina, y como la entera no bastó, el villamelonaje se desentendió pronto del asunto.

El otro torero de a pie, José María Hermosillo, se justificó con la muleta en su primero, arrimándose de verdad. Pero luego protagonizó un sainete con los aceros. Ya en el que cerró plaza, un toro complicado que aperreaba al más pintado, Hermosillo no le encontró la cuadratura al círculo, evidenciando bastante verdor.

El numerito de los caballitos se saldó con el corte de una oreja ramplona por parte de Guillermo Hermoso después de un cúmulo de desaciertos con las banderillas a dos manos y mucho circo con ese séptimo toro a kilómetros de los sufridos equinos. Pero bien lo sabe usted, querido y paciente lector, el público que gusta del toreo a caballo no conoce a Dios y a cualquier barbón se le hinca.

Hermoso père volvió a demostrarnos que es el jinete más sabio y más elegante del mundo, pero ya no puede manejar el rejón de muerte con acierto. El centauro navarro no tiene ya nada que demostrar y va siendo hora de que se corte la coleta.

Total, que al abandonar el coso, los pocos entendidos que no huyeron después de la muerte de sexto toro, comentaban que -después de muchos años- el balance de la temporada capitalina fue más que positivo.

Domingo 16 de febrero del 2020. Decimoctava corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Para rejones se lidiaron tres de Los Encinos (primero, quinto y séptimo) y uno de Bernaldo de Quirós (el segundo de la tarde). Cuatro de Santa Fe del Campo para los de a pie. Bien presentados en conjunto. Al tercero le dieron arrastre lento, y el sexto fue fuertemente ovacionado cuando se lo llevaban las mulillas.

Rejoneadores: Pablo Hermoso de Mendoza, al segundo de la tarde lo liquidó de dos pinchazos y uno hondo: silencio. Al quinto le mató de un pinchazo y un rejonazo de muerte a medio lomo: generoso silencio.

Guillermo Hermoso de Mendoza, confirmó la alternativa. Al que abrió plaza se lo quitó de enfrente con una hoja de peral a la media vuelta y ocho golpes de descabello: pitos tras aviso.
Al séptimo lo pasaportó con un rejón de muerte muy trasero y caído: oreja de pueblo.

Toreros de a pie: Arturo Saldívar, al tercero le despachó de una muy buena entera: oreja. Al sexto lo despenó mediante una entera y dos golpes de corta: silencio tras aviso.

José María Hermosillo, al cuarto le asestó tres pinchazos y una infinidad de descabellos: pitos tras dos avisos. Se deshizo del octavo con tres cuartos de estocada baja y a medio lomo: leves palmas.

Entrada: quizá unas 20,000 personas.

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