José Luis López Marín.- «Dormilón», «Buena Suerte. «Ratón. «Dardanelo» «Hacendero», «Estopeño» o «Alfombrero», aquellos becerros que parieron sus madres en “Zahariche”, tan celosamente escondido en las partes más alejadas de la finca, para librarlos de los depredadores y curiosos, ya no precisan de tantos cuidados y hace tiempo que, solos buscan su sustento, y solos se defienden con éxito de los posibles enemigos. Se han hecho respetar entre sus compañeros de manada a base de demostrar su fuerza y su bravura, y se han ganado el derecho a defender la vida en una plaza de toros, ante un jurado de expectantes aficionados, que asistirán a la celebración pública de la corrida.

Han cumplido cuatro o cinco años y se han convertido en toros fuertes, armónicos y con una encornadura acorde con el encaste al que pertenecen. En resumen, están en disposición de ser lidiados con todos los honores que merece un toro bravo, en cualquier coso importante del orbe taurino.

Podían esperar, y estaban en lo cierto, que aquellos hombres que llegaron a la finca a ultimo de Octubre o primeros de Noviembre del pasado año, después de estar toda la mañana paseando entre la ganadería en compañía de los ganaderos y con una libreta en la mano, donde anotaban sus nombres, iban a decidir su futuro inmediato.

Aquellos becerros, convertidos en toros, sabían que al cumplir los cuatro años, estarían muy cerca del momento cumbre de sus regaladas existencias. Habían nacido en una gran casa ganadera de la cabaña brava española, Miura y Torrestrella, unas ganaderías con historia y abolengo, donde toros importantes habían escrito páginas gloriosas en el libro de la Tauromaquia. Esta historia y sus encastes les otorga el honor de demostrar su bravura en los cosos mas importantes del orbe taurino.

Pero poco podían imaginar, que para ello tuvieran que realizar un largo periplo de cerca de 8000 kilómetros, desde que embarcaran en la finca de los Miura, hasta llegar a tierras americanas de San Cristóbal, en el estado de Táchira, en Venezuela.

Para ello, el pasado Jueves, llegaron a Zahariche y a Los Alburejos unos camiones portadores de cajones metálicos, especialmente diseñados y reforzados para la ocasión, que fueron revisados y desinfectados, bajo la supervisión de los representantes de la autoridad sanitaria, antes de ser ocupados por los astados de las respectivas ganaderías, y ser transportados al aeropuerto sevillano de san Pablo, desde donde viajaron a Venezuela para ser lidiados en la Feria de San Cristóbal.

Un avión Boeing 747F de la compañía Centurión, les esperaba para iniciar una ruta que después de hacer escala en la isla Santa Maria, del archipiélago de las Azores, continuó hasta el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, en las afueras de Caracas, donde se desembarcaron los cajones, y por carretera cubrieron los 800 Kms. que les separaba de San Cristóbal.

En 1952, cuando don Eduardo Miura Fernández, padre de los actuales propietarios de la vacada miureña, embarcó su ganado para lidiarlo en Caracas, nada tenían que ver los medios de transporte que se utilizaban entonces, con los que han utilizado sus herederos, junto al hijo de don Álvaro Domecq y Diez, para enviar sus corridas a San Cristóbal de Venezuela.

El transporte del ganado de lidia, ha ido íntimamente ligado a la evolución de la infraestructura viaria española (esta contaba a principios del siglo XIX, con apenas cuatro mil kilómetros de carreteras) y este transporte se ha efectuado de maneras bien distintas.

Primero el traslado del ganado bravo se efectuaba por caminos, andando y amparados por cabestros y caballistas. Mas tarde, sobre 1860 cuando el ferrocarril comenzó a extenderse por la península Ibérica, las reses solían viajar en cajones de gran tamaño con puertas de bisagra, en los que se introducían las reses, desde unos corralillos públicos, llamados encerraderos, que se construían para tal fin, en las cercanías de las estaciones de ferrocarriles.

Con el tiempo, los cajones o jaulas, fabricados de madera y reforzados con hierros, fueron estrechándose y las puertas de bisagra fueron sustituidas por trampillas, que facilitaban el embarque y manejo de las reses. Las compañías ferroviarias disponían de vagones especiales para transportar los cajones que llegaban a los muelles de carga, desde los embarcaderos, sobre ruedas y tirados por bueyes o mulas.

Este sistema de transporte continuó utilizándose hasta los años cercanos a la mitad del siglo XX, en que se fue generalizando la construcción de embarcaderos en las propias fincas, y el traslado de los toros por carretera se fue imponiendo. Primero embarcando las reses en los cajones, y estos por medio de un dispositivo eran cargados en los camiones. Poco a poco se van mejorando las condiciones de los vehículos, y en los años 80 se comienzan a fabricar carrocerias para el transporte exclusivo de ganado bravo, lo que hace más cómodo y seguro el embarque, traslado y desembarque de los toros de lidia.

Hoy, los cajones, solo se utilizan para el traslado en barco o avión a lugares en que no se puede efectuar el transporte a través de las vías terrestres.

Así es como se ha efectuado este singular transporte, que hoy nos ocupa, de una mercancía, no menos singular, que ha llegado a su destino en las mejores condiciones posibles, aunque esta expedición haya sufrido la baja de uno de los toros de Miura, (“Dormilón” castaño, nº 6), que ha fallecido en el viaje, los demás han llegado en perfecto estado, sufriendo solo la lógica perdida de peso, que recuperaran en solo unos días, con los piensos con que habitualmente se alimentan en sus tierras andaluzas, y que han sido enviados también por los ganaderos.

Los toros españoles aguardan en los corrales de la plaza Monumental de San Cristóbal, a que llegue el jueves 23 de Enero, para volver a ver las reses de Torrestrella en San Cristóbal, y esperar a que se repita el éxito de 1982, año de su presentación en esta Feria Internacional de San Sebastián, que conmemora este año su 50 aniversario, en la que se indultaron hasta tres toros de esta misma divisa. Para lidiar la corrida de este ciclo están contratados los diestros españoles Iván Fandiño, que sustituye a Enrique Ponce y David Fandila «El Fandi», además del venezolano Fabio Castañeda, que tomará la alternativa.

La corrida de Miura será lidiada el sábado 25, por el venezolano Julio Cesar Vanegas y los españoles Javier Castaño y Fernando Robleño, que sustituye a Alberto Aguilar, herido en la Feria colombiana de Cali. En esta corrida abrirá plaza el rejoneador Leonardo Hernández,

Los toros de Miura han salido pocas veces de Europa, para ser lidiados en plazas americanas, fue en 1952, cuado llegaron por primera vez a Venezuela, en aquella ocasión fueron lidiados en el Nuevo Circo de Caracas, por los diestros españoles Manolo González y José Maria Martorell, acompañados por el venezolano Oscar Martínez.

Esperemos que estas corridas respondan a la expectación que han levantado en tierras americanas, y que Dios reparta suerte, amigos.