Rafael Mellado.- Los novillos de La Plata parecían de plomo; plomo para pararse en demasía y plomo en el motor de la casta que, a veces, derivaba en mansedumbre. Menos mal que tuvo nobleza y, salvo la desafortunada cornada del debutante Adolfo Ramos, la cosa no llegó a mayores.

Hay que felicitar a los tres novilleros por no volver la cara y no hacer ascos a las astifinas defensas que lucían los novillos. Cada uno de los toreros, con más o menos técnica y capacidad, hicieron frente a lo que tenían delante, que a muchas figuritas los pondrían a cavilar.

No habíamos visto a Jiménez Fortes desde la feria pasada y nos ha causado gran alegría comprobar que lo que nos habían contado de sus éxitos de esta temporada era cierto. El sentido del temple y el buen gusto manejando el capote ha sido una agradable sorpresa, así como el valor seco y sin aspavientos que demuestra en la cara de los novillos. Ese es el camino para llegar a la cima.

El madrileño López Simón sigue igual que hace un año, sin definirse si quiere ser César Jiménez o Talavante. Lo malo es que copia lo peor de los dos.

Lástima que a Adolfo Ramos le correspondiera un novillo con pocas fuerzas y no le ayudara a hacer su toreo de quietud y entrega, a parte de la cornada al entrar a matar, por fortuna no tan grave como parecía en el ruedo.

La empresa acertó en la presentación del ganado en la primera. ¿Seguirá así toda la Feria?

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