El Fandi cortó dos orejas en la noctuna de Málaga, en base a su denodado esfuerzo por contentar a quienes acuden dispuestos a pasérselo bien pase lo que pase. Buenos toros de SantiagoDomecq, 2º y 5ª y los de La Palmosilla, 1º y 6º.
Santiago Domecq / El Tato, El Fandi y Talavante
Plaza de Málaga, 21 de agosto de 2020. Nocturna. 10ª de Feria. Tres cuartos de entrada. Cuatro toros de Santiago Domecq y dos, 1º y 6º, de La Palmosilla. Bien presentados, justos de raza y nobles los lidiados como 1º y 5º. El segundo, encastado y al final rajado.
El Tato, tabaco y oro, dos pinchazos, estocada perpendicular y dieciséis descabellos (silencio tras dos avisos). En el cuarto, dos pinchazos y media estocada atravesada (silencio).
El Fandi, de berenjena y oro, estocada tendida y caída (una oreja). En el quinto, estocada tendida y descabello (una oreja).
Alejandro Talavante, de azul marino y oro, pinchazo y media estocada (silencio). En el sexto, estocada baja (una oreja)
Carlos Crivell.- Málaga
Las nocturnas son un buen negocio para la empresa; para el toreo es un negocio muy dudoso. No pretendo cargar contra un público alegre y festivalero que llena una plaza por la noche con el único objetivo de la diversión, que es escuchar música y que se corten orejas. Las formas para lograr su objetivo no importan a esa buena gente que llena la solanera. Para complacerles, unos toreros apropiados para la bulla, una música sin ninguna noción de lo que debe ser el acompañamiento musical en una plaza de primera y una autoridad complaciente.
No todos los toreros están preparados para las nocturnas. El Tato, hombre recio y torero curtido, no parece ser el más adecuado. Talavante, tal vez tenga algún perfil que le hace digno de la nocturnidad. Quien tiene todos los atributos es El Fandi, proclamado desde este instante como torero de nocturnas.
Otra vez lío corrales, porque si no sería otra Feria. Es Málaga, la campeona de los problemas del toro. Aún así, una corrida seria para un espectáculo cargado de algarabía. Todos, los de Santiago Domecq y los de La Palmosilla, estuvieron bien presentados. Manejables los de La Palmosilla, primero y sexto; buenos el segundo y el quinto, ambos de Santiago Domecq.
El Tato estuvo como gallo en corral ajeno. Su tiempo ha pasado, pero conserva ese estilo campero y lidiador que le caracterizó siempre. Le costó centrarse con el primero, pero al final logró algunos naturales largos y de cierta entidad. Con la espada está perdido y con el descabello es una pena. En el cuarto, toro mucho más complicado por manso, no acertó a buscarle las vueltas antes de matarlo con mayor prontitud. Debería pensar si es preciso andar de esta manera por los ruedos.
El Fandi, a lo suyo, que es darlo todo para que la gente brame de satisfacción. Lo hace todo tan rápido que a veces cuesta trabajo discernir sobre la calidad de sus actuaciones. En al noche malagueña brilló con el capote por su variedad en ambos toros. Banderilleó mejor al segundo que al cuarto. El precioso salinero segundo llegó crudo a la muleta y casi se come a Fandila en las primeras tandas. No dio ni un pase digno de mención y mató de forma imperfecta, lo que no fue obstáculo para pasear una oreja. Y otra en el buen quinto, con el que debería haber toreado de verdad. Muchos pases a la velocidad del rayo; la plaza, en éxtasis, y la masa, satisfecha con otra oreja. Querían la segunda, pero la presidenta se acordó de que es aficionada.
Talavante quitó por gaoneras y gustó. El tercero no valía y se lo quitó de encima pronto. Mejoró con el sexto, toro de La Palmosilla con un faena en la que aguantó firme algunas tarascadas del toro, pero logró ligarlo y templarlo con firmeza y quietud, al margen de algunos enganchones. Remató con manoletinas y una estocada en los bajos. La oreja era la broma pesada de la noche. Si en una plaza de primera se piden orejas por bajonazos, esto no tiene arreglo.