Salvador Vega fue un torero transformado en sus ganas y decisión y cortó dos orejas en la última de la Feria de Málaga, donde tanto Uceda Leal como Curro Díaz pasaron sin pena ni gloria.

Montealto y El Torero

Plaza de Málaga, 22 de agosto de 2010. 11ª de Feria. Dos tercios de plaza. Cuatro toros de Montealto, desiguales de presencia –el cuarto chico -, de juego variado. El mejor, el tercero. Dos de El Torero, bien presentados.

Uceda Leal, de rioja y oro, dos pinchazos y estocada caída (saludos). En el cuarto, pinchazo y estocada tendida (silencio).
Curro Díaz, de verde botella y oro, dos pinchazos y estocada caída (silencio). En el quinto, tres pinchazos y estocada honda caída (silencio).
Salvador Vega, de blanco y oro, estocada (una oreja). En el sexto, estocada tendida y dos descabellos (una oreja).

Carlos Crivell.- Málaga

El final de la Feria de Málaga estuvo a tono con el resto de la Feria. En cuestión de toros, la de Montealto fue otra corrida incompleta de la que sólo se pudieron lidiar cuatro toros y alguno podía haberse quedado en el campo. Se vendió como corrida torista –no sabemos si en serio o en broma -, pero salvo el primero, bien armado, el resto fue más de lo mismo.

La corrida tuvo un torero destacado: Salvador Vega, que salió muy decidido a buscar el triunfo. Fue un torero diferente al de otros años. Como tiene un concepto muy bello del toreo, el malagueño se llevó la tarde. Si buena fue su labor con el noble tercero, pero ganó nota en el sexto, porque fue un toro serio y la decisión de Vega le ganó la voluntad la del de El Torero, que en sus manos pareció mejor.

Pero fue una corrida curiosa por otros aspectos. Las cuadrillas dieron un mitin glorioso de incompetencia, con especial mención para la de Uceda Leal, que no quiso ver a ninguno de sus astados. Los tercios de banderillas del primero y el cuarto fueron inaceptables para una cuadrilla profesional. Abundando en las cuadrillas, durante la lidia del tercero fue cogido en las tablas el banderillero Pedro Muriel, que anduvo muy lento y resultó enganchado. Se quedó en una paliza lo que pudo tener graves consecuencias.

La tarde de Uceda Leal fue para olvidarla cuanto antes. El que abrió plaza fue un toro cornalón de Montealto que metía bien la cara por la derecha. El madrileño hizo una faena desigual con algunos muletazos de buen trazo junto a otros sin mando ni temple. Una labor llena de intermitencias y muy mal vendida. Y también mal rematada con la espada, cuando es un torero caracterizado por su brillante estoque.
El cuarto fue un toro chico que acabó en tablas. Uceda no estuvo en el sitio y tampoco lo mató bien. Fue una de esas corridas que hay que borrar del recuerdo.

Y qué decir de Curro Díaz, que si es cierto que no tuvo suerte con sus toros, tampoco ofreció su mejor imagen. Malo sin contemplaciones fue el primero de su lote. Fue de esos toros que parece mentira que hayan nacido como producto de una selección del padre y la madre. No tuvo ninguna virtud para la lidia. Curro Díaz, que toreó bien con el capote, apenas pudo darle algún pase suelto y lo mató de manera horrible.

Tampoco fue bueno el quinto, de El Torero, manso y descastado. Después de adueñarse de la plaza en banderillas se defendió cerca de las tablas. Curro dibujó algún pase suelto sin mando. Y otra vez pinchó en mal sitio.

La tarde fue para Salvador Vega en el tercero. El toro fue bueno, pero encontró un torero dispuesto. Se pudo comprobar con el capote en algunas verónicas airosas bien rematadas con media. Y se confirmó en la apertura de faena, muy templada por bajo. Las dos primeras tandas con la diestra resultaron exquisitas, sobre todo cuando se relajó para llevar al toro. Se equivocó al intentar un circular en mitad del trasteo, se la echó a la izquierda y la faena pasó de brillante a mediocre. Al menos, el torero malagueño pudo levantar su labor en otra tanda final con la derecha. Mató en el centro y la estocada fue muy efectiva. Se llevó una oreja benevolente, aunque no más que otras de esta Feria.

El toro que cerró la fiesta fue un tío de cuerpo entero con cinco años. Vega volvió a estar decidido con la derecha. Fue meritorio que le plantara la muleta en el hocico para tirar de forma más arrebatadora que limpia, pero con emoción. El toro no le dejó estirarse por el lado izquierdo, en vista de lo cual volvió a la derecha para cuajar una tanda de mérito y calidad. Con un toro de verdad, Salvador Vega firmaba una tarde que le debe servir de mucho para el futuro. Sería bueno que esta tarde le sirva para el futuro, porque ahora ha mostrado una entrega que antes se ausentó. Como tiene calidad, el triunfo cayó de su lado. La oreja fue un exceso del público y del palco, pero ello no empaña su labor.