La corrida de Fuente Ymbro en la segunda de Málaga fue una tremenda decepción por la falta de casta y fuerzas de las reses. Ello condicionó una tarde en la que solo la actitud de Daniel Luque se salva.
Plaza de toros de Málaga, 2ª de Feria. Media plaza. Seis toros de Fuente Ymbro, desiguales de presencia, 3º y 4º de poca presencia, de mal juego por falta de casta, pocas fuerzas y masedumbre. El segundo, peligroso. Saludó Víctor Nieto en banderillas.
Salvador Vega, blanco y oro, media estocada y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo, estocada y tres descabellos (silencio).
Iván Fandiño, turquesa y oro, dos pinchazos y descabello (silencio). En el quinto, pinchazo, estocada baja y dos descabellos (silencio).
Daniel Luque, negro y oro, estocada (vuelta al ruedo). En el sexto, estocada (silencio).
Carlos Crivell.- Málaga
Se anunció la corrida como un desafío ganadero entre Fuente Ymbro y Victorino, pero por separado, porque la del ganadero de Galapagar se lidia hoy. Muy mal deben salir las cosas esta tarde para que este desafío artificial no lo gane Victorino. Es imposible lidiar una corrida más mala que la que ha soltado Ricardo Gallardo en La Malagueta a los ochos años de su gran triunfo en 2005.
El desafío se preparó con mimo, pero los mimbres del ganado acabaron con todo atisbo de emoción, competencia o desafío. Se procuró colocar a los toros en el sitio donde se pudiera apreciar su bravura. Fue un empeño inútil. Fueron al caballo por compromiso, no apretaron de verdad, alguno se fue suelto y todo fue un quiero y no puedo que deja en evidencia la realidad actual del toro de lidia.
No está el ganado bravo para muchos alardes, pero menos lo de Fuente Ymbro. Algunos se apagaron como velas viejas, otros recortaron los viajes con peligro, y los hubo que quisieron embestir mejor, como el quinto, pero declaró su mansedumbre y falta de casta pronto. En aquella memorable ocasión de 2005 el cronista tituló con la emoción de Fuente Ymbro. Lo de ayer ha sido la tremenda decepción de la ganadería de Gallardo, que debe reconsiderar el momento actual de su ganadería. Carencia total de casta, mansedumbre y fuerzas mínimas. Es todo lo contrario a lo que se puede esperar de esta divisa.
Ninguno fue bravo en el caballo. La corrida fue soporífera. Solo Daniel Luque intervino en quites en los toros de Fandiño. El toreo de capa estuvo ausente en la corrida. No se pudieron lucir los lidiadores por la mínima condición del ganado. En la muleta, sólo la actitud de Daniel Luque puede salvarse en un festejo que supone un tremendo varapalo para el ganadero jerezano.
Daniel Luque mostró una actitud encomiable durante toda la corrida. El primero de su lote era tardo y de viaje mínimo. Luque le plantó cara con valor, se puso cerca y le robó pases con la derecha de mucho mérito, simplemente porque el animal no puso nada de su parte. Si no afloró el toreo de buen gusto, Luque se puso el traje de faena para estar por encima del astado. Se pidió la oreja. Se conformó con la vuelta.
El sexto fue un mulo. Apagado, rebrincado, sin una embestid aprovechable, Luque anduvo cerca de su anatomía, pero esta vez ni se podía atacar al animal, un verdadero buey de carretas.
Salvador Vega pasó casi de puntillas por la corrida. El que abrió plaza era soso y sin clase. Vega lo intentó sin posibilidades. El cuarto era otro toro de poca clase que se revolvía en una loseta. Ahora el torero malagueño apareció desmotivado, colocado al hilo, muy defraudado porque su tarde se marchaba en blanco.
Iván Fandiño tampoco mostró su mejor faceta. Es cierto que el primero de su lote, cinqueño largo, fue el toro más peligroso del encierro, de ideas aviesas, como toro viejo y resabiado. Sería bueno saber en cuantos corrales ha dormido el llamado Inventor. O cuantos embarques llevaba encima. Fandiño hizo una faena de aliño.
Con el quinto parecía que podíamos ver en Málaga al buen Fandiño, pero fue algo fugaz. El toro se arrancó de largo en dos tandas en las que el torero vasco corrió bien la mano, pero todo duró un suspiro. El toro se fue a las tablas. No quería embestir y nunca más lo hizo. Con la espada anduvo aperreado Fandiño. No tiene suerte en La Malagueta. en el recuerdo, un cornadón hace dos años en una nocturna de mal recuerdo.
El desafío sigue esta tarde. Será difícil que la de Victorino no mejore el desastre de una ganadería que ha logrado, por sus éxitos anteriores, el prestigio entre la afición. Lo de ahora ya no se sabe a qué corresponde. Lo menos que se debe exigir a esta ganadería es la casta, esa cualidad que provoca la emoción. Y en esta corrida de ayer, en lugar de emoción, lo que hubo fue una tremenda decepción.