Tres toros de Gerardo Ortega y tres de Parladé y uno bueno, el quinto, ya que el resto fue muy descastado. Oreja sin historia para El Fandi y poco más.

Ortega y Parladé / El Cid, El Fandi y Daniel Luque

Plaza de Málaga, 19 de agosto de 2010. 7ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Tres toros de Gerardo Ortega, 1ª, 2º y 3º, bien presentados, flojos y descastados, y tres de Parladé, bien presentados y flojos. Fueron buenos el segundo, de Ortega, y el quinto, de Parladé. El banderillero Curro Robles fue operado de una  "herida contusa de 10 cm de longitud en cara posterior interna del muslo izquierdo que afecta piel, tejido celular subcutáneo y fascia; con una trayectoria de 18 cm hacia arriba, adentro y hacia adelante llegando hasta la tuberosidad isquiática posterior y rompiendo músculo abductor mayor, sección proximal del bíceps femoral interno, glúteo mayor y glúteo medio. Pronóstico grave".

El Cid, de tabaco y oro, media estocada trasera y caída (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y media atravesada (silencio).
El Fandi, de verde manzana y oro, estocada caída (saludos). En el quinto, estocada tendida y atravesada (una oreja).
Daniel Luque, de gris perla y oro con remates negros, estocada contraria y tendida (silencio). En el sexto, media atravesada y caída (silencio).

Carlos Crivell.- Málaga

De nuevo trasiego de corrales para completar una corrida con seis toros de dos ganaderías, con el detalle poco alentador de que algunas reses presentadas no llegaron al peso mínimo que requiere un coso de primera. Así están las cosas en esta plaza y no se ve la solución. Al menos, los seis que salieron a la plaza, tres de Gerardo Ortega y tres de Parladé, tenían una más que aceptable presentación.

Fue sólo la presentación, porque por dentro estaban huecos y casi podridos la mayoría de los lidiados. Todo ello con una lidia minimizada en cuanto a la suerte de varas y a los quites, que como siempre fueron virtuales o simbólicos. Es el signo que nos toca vivir, la corrida de toros desprovista de los elementos que le pueden llenar de emoción.

La terna navegó como pudo toda la tarde. El Cid no recuperó posiciones. Está mejor, pero aún necesita tratamiento. El Fandi ofreció una de sus versiones mas vulgares, si es que ello es posible, mientras que Daniel Luque, con poca suerte, no se vino arriba.

El Cid sustituyó a Paquirri. Su paso por La Malagueta no dejó apenas huella. El primero, de Ortega, tenía pocas fuerzas y escasa clase. Tampoco Manuel Jesús le ayudó mucho. Toreó muy desajustado y no ligó los pases.

El cuarto se lesionó al comienzo de la faena. Estaba medio muerto por su falta de fuerzas y casta, pero se acabó de hundir cuando comenzó a encoger la mano izquierda. En definitiva, a matarlo y a otra cosa. Ni tuvo toros potables ni El Cid fue el de otros tiempos.

La imagen de Fandila durante toda la corrida fue preocupante. El primero de su lote le tomó asco. No lo quiso ver con el capote. Dejó que sus picadores se ensañaran más de la cuenta, cuando acostumbra a dejar los astados enteros para ganar movilidad. Cubrió un mal tercio de banderillas, con mención especial para el primero, colocado en los bajos sin ningún escrúpulo, para acabar con un trasteo de muleta infame de principio a fin. El toro tenía movilidad y embistió al principio. El de Granada se conformó con dos muletazos rápidos y el de pecho. Una sucesión de mantazos, que fue musicado al final por la banda de La Malagueta en una nueva demostración de incompetencia.

El Fandi cortó la oreja del quinto. No es fácil explicar los motivos del triunfo, porque fue une repetición de lo mismo. Las banderillas, siempre a toro muy pasado, fueron recibidas con algarabía. Se pidió un cuarto par, que por fortuna no colocó. En al muleta, mucha bulla, mies de pases mal rematados, alegría por todo lo alto y el toro, que era bueno y pedía un torero, se quedó sin recibir su ración de toreo bueno. Pero la gente goza con lo bullanguero y estaba feliz, más cuando ya se corría el quinto y no se había cortado ni un miserable apéndice auricular, algo que la masa no puede consentir. Lo mató de forma contundente aunque atravesado y tendido y allí se armó el jaleo. Había quien pedía hasta dos orejas. La cortó porque los gritos lastimaban a todos. Lo dicho, de los días más vulgares de David, que ya tiene mérito.

Daniel Luque no se lució con el capote en ninguno. Es verdad que dio lances, pero el toreo de capa de Luque se ha transformado. En lugar de llevar embebido al animal, compone el capotazo antes de que el animal llegue a su jurisdicción. El tercero era un pobrecito que se derrumbó y no quería levantarse. Embestía sin alma a trompicones. Luque anduvo por allí y tampoco se mostró muy decidido.

El sexto era muy descastado, una penita de animal lleno de sosería, capaz de acabar con la tauromaquia antes que Mosterín y sus aláteres. Luque tampoco pudo lucirse, aunque en estos casos uno siempre espera algo más de un muchacho con un futuro tan prometedor.

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