Corrida Picassiana en Málaga con un solo torero con seis toros y unos resultados poco brillantes para Jiménez Fortes, a pesar de dos orejas fáciles que le dieron al final. El viento le perjudicó, pero tampoco el torero anduvo fino para una ocasión semejante.

Jiménez Fortes / Distintas ganaderías
Plaza de Málaga, 30 de marzo de 2013. V Corrida Picassiana. Menos de media plaza. Por orden de salida, toros de Núñez del Cuvillo, sin clase; Jandilla, bravo; Garcigrande, con genio; El Pilar, descastado; Núñez del Cuvillo, manso y encastado; El Torero, noble y apagado. En general, muy justos de presencia excepto el de Jandilla y el sexto, de El Torero. Corrida benéfica para la Fundación Corinto. Fortes fue sacado a hombros por la puerta de cuadrillas por unos jóvenes.
Jiménez Fortes, de verde manzana y oro, pinchazo y estocada tendida (saludos). En el segundo, media tendida y cuatro descabellos (palmas tras aviso). En el tercero, pinchazo, estocada atravesada y tres descabellos (silencio tras aviso). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (saludos tras aviso). En el quinto, estocada trasera y caída (una oreja). En el sexto, estocada trasera (una oreja).

Carlos Crivell.- Málaga

El hecho de encerrarse con seis toros es digno del mayor respeto. Si lo hace un matador nuevo, se acrecienta el mérito. Para Jiménez Fortes, esta versión en solitario de la corrida picassiana fue una dura prueba en la que se juntaron todas las adversidades posibles. No se llenó la plaza, el viento molestó de principio a fin y los toros no se prestaron, a pesar de que fue un lote muy justo de presentación. Se anunciaron toros de ganaderías distinguidas, pero el juego fue muy pobre.

Junto a ello, el torero no se mostró muy inspirado, es posible que porque la tarde fuera desagradable, o más bien porque todo se fue torciendo desde el principio, de forma que un cierto desánimo pareció atenazarlo. Cuando tuvo alguna posibilidad de levantar alguna faena, no funcionaron las cosas, las ideas parecían atolondradas y los planteamientos de las faenas no fueron los más adecuados. El torero levantó la tarde en el quinto, la plaza se animó y le empujó para que el final no fuera tan desastroso como el comienzo.

Es necesario recordar que el viento se puso en contra de Jiménez Fortes durante toda la corrida. Mal invitado para un día en el que al joven le costó mucho encontrar el temple. Apenas toreó con el capote, alguna verónica suelta y poco más. En los tercios de quites, unas gaoneras apretadas y las consabidas chicuelinas.
La faena al primero, de Cuvillo, estuvo marcada por la falta de clase del toro, siempre con la cara alta. Con el de Jandilla, un toro bravo en el caballo, no acertó en el planteamiento. Desde el principio se dejó enganchar la muleta, ahogó al toro y la faena no alcanzó las posibilidades que se le intuían al animal. En este segundo de Jandilla, Fortes estuvo por debajo del toro.

El tercero, de Garcigrande, picado con saña en el tercio de varas, llegó con genio y descompuesto al final. Se mostró muy valiente, como toda la tarde, en una labor poco limpia. Intentó bajar los humos del astado bajando la mano pero no logró dominarlo. Como ocurrió en muchos momentos de su tarde, Jiménez Fortes se empeñó en torear en terrenos muy cerca del toro, así como volvió de nuevo a abusar de los pases circulares, muchos de ellos sin la debida templanza.

El toro de El Pilar, soso y descastado aunque noble, tampoco le permitió remontar la tarde. Todos los problemas que se habían concentrado en las faenas anteriores se pusieron de nuevo sobre el tapete. Se sucedieron algunos enganchones y desarmes que fueron muy deslucidos.

En el quinto se vino arriba la tarde. Fue un toro de Núñez del Cuvillo manso y que llegó encastado al final. Saúl Jiménez Fortes comenzó con serias dudas en el centro del ruedo. No era el terreno del animal. Cuando lo cerró puedo enjaretarle algunas tandas sobre la derecha de mano baja en las que, por fin, salió a relucir el temple. Al final, el de Cuvillo se cerró en tablas y allí llegaron los circulares y las manoletinas. En este toro cortó la primera oreja del festejo, aunque el cariño de sus paisanos pedía con fuerza otra más que no venía a cuento.

Se fue a portagayola a recibir al sexto, de El Torero. El diestro estaba encorajinado y quería salvar su corrida en solitario con una lección de entrega. Ahora se vio a un torero más seguro y confiado. El toro embistió bien a un torero muy preocupado de quedarse muy derecho, lo que junto al viento le restó profundidad a la faena. Entre algunos enganchones surgieron los pases más templados, la música puso de su parte para animar y Fortes, sin haber dado una tanda completa ya estaba con los circulares. Arrimones para acabar con el toro apagado y escondido en tablas para acabar de rodillas. Una estocada trasera puso el remate a una tarde simplemente voluntariosa. Se le concedió otra oreja.

Dicho queda que la tarde fue una dura montaña para este joven torero. No exhibió variedad con el capote, dejó claro que es valiente, luchó contra un viento antitaurino y no estuvo muy afortunado con la espada. Mató siempre muy tendido y trasero y el descabello no funcionó con seguridad. Dio un curso de valor desordenado y puso toda su voluntad en un día no muy afortunado.

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