Morante cumplió su propósito y llegó a las cien corridas en la temporada de 2022. No es el primero que llega a esa cifra, pero hacerlo cuando el número de festejos ha bajado de forma considerable es una gesta. En los años noventa del siglo pasado y primera década del siglo XX se llegaba a las cien corridas con frecuencia. Desde hace unos cuantos de años no llega nadie a esa cifra. Si se revisa la relación de los que han encabezado el escalafón, aparecen cifras de escándalo, como las que logró Jesulín de Ubrique. Desde el año 2006, cuando lo consiguió El Fandi con 108, ningún torero había llegado a ese número de festejos en la temporada española.

Morante ha querido rendir homenaje a Gallito, que toreó más de cien en los años 1915, 1916 y 1917. Juan Belmonte llegó a las 109 en 1919. Desde entonces, los matadores que han sido centenarios han sido grandes lidiadores, toreros poderosos, valientes sin tacha, pero nunca lo ha conseguido un artista puro en el más amplio sentido de la palabra. Solo hay una excepción con Finito de Córdoba, que toreó 102 corridas en el año 2001. Carlos Arruza, Luis Miguel Dominguín, El Cordobés, Miguel Márquez, Espartaco, Enrique Ponce, Jesulín, Manuel Díaz El Cordobés, El Juli, César Jiménez y El Fandi son los toreros centenarios del siglo XX, además de los citados genios de Gallito y Belmonte.

A la rareza que supone que alcance las cien corridas un torero artista, debe unirse que los años que corren no están para torear un número tan elevado de festejos. De ahí la importancia de esta gesta de Morante, que ha llegado a la meta y ha superado todos los inconvenientes que pueden aparecer en forma de enfermedades transitorias o percances inoportunos.

De la corrida de Ubrique hay que decir que Morante estuvo pletórico, fresco como si fuera marzo, artista como siempre, técnico como nunca y suficiente con los boyantes toros de Carlos Núñez. Su faena al toro que remataba el año fue un completo curso de torería, capacidad, improvisación, buen gusto y categoría. De forma curiosa, en una temporada en la que la espada le ha funcionado de forma más que aceptable, emborronó esa gran faena en la suerte suprema.

A su lado, Andrés Romero y Pablo Aguado. El rejoneador estuvo muy bien toda la tarde ante dos buenos toros de Bohórquez. Aguado regó la plaza de toreo de aroma y señorío. Era el día de Morante. Se fueron los tres a hombros en un paseo triunfal.

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