Entrevista exclusiva con Morante de la Puebla, convertido en el símbolo del toreo sevillano. Ha dejado su huella el pasado Domingo de Resurrección y le esperan dos corridas más en la Feria. 

¿Abruma la responsabilidad de llevar el peso del arte en estos tiempos?

Hace dos o tres años sentía más esa responsabilidad, era para mí más abrumador que muchos aficionados me designaran como uno de los pocos artistas del momento. En estos momentos no me siento así, porque ha llegado un momento en el que me siento muy seguro con mi tauromaquia, se podría decir que la domino bien y eso me da mucha seguridad. Todo ello conlleva que haya muchos aficionados que me demuestran una admiración muy fuerte. Cuando estoy por aquí, en mi casa y con mi gente, no me doy bien cuenta de ello, pero cuando salgo me llegan personas que me tiene por un ídolo. Eso si es abrumador muchas veces,

¿Y le gusta al torero tener tantos admiradores?

Sí, es bonito. Lo que pasa es que hay un momento en que puedo estar toreando a gusto y esa admiración supone que el público siente lo mismo que estoy sintiendo en la plaza. Lo que no me gusta es que quieran de mi más de lo puedo ofrecer en cada momento.

¿Está reñido el toreo de arte con la regularidad? ¿Vive el artista sólo de obras geniales?

Son más importantes las obras geniales que la regularidad, que es la consecuencia de una serie de triunfos encadenados. En mi caso, hay fases en una temporada con triunfos más continuados y se dice que soy más regular. Luego llegan otras en las que no vienen los triunfos. En mi caso no es fácil hablar de regularidad.

Pero incluso un torero considerado artista se muestra ahora más dispuesto ante reses que no parecen favorables. Es ese tipo de regularidad de torear más toros que antes, aunque distinto es la obra cumbre que llega sólo en ocasiones…

Se podría pensar que ahora soy un torero de más entrega y que no quiero defraudar nunca a los públicos, pero la realidad es que pienso en mi mismo, porque es una prueba que me pongo como un sufrimiento que debo superar. Es un sufrimiento real, colocado entre la vida, que es el triunfo, y el fracaso. Me peleo conmigo, es como querer hacer una obra con mucho sufrimiento. Se pasa mucho miedo. Ese esfuerzo en superar problemas me da fuerzas. Pero lo que se espera siempre es realizar la mejor obra y al buscarla con sacrificio, ante un toro que no ayuda, se puede encontrar esa obra para la historia.

Esa versión del toreo como un sufrimiento tiene un gran desgaste anímico ¿Cómo se encuentra Morante al final de las corridas?

Estoy roto. Cuando llego a la habitación después de las corridas siento como un cansancio que en parte es físico, pero que es también algo espiritual. Algunos días estoy “reventao”.

¿Hay algún día especial que recuerde en el ese agotamiento llegó a un extremo mayor?

Hay una reciente que me dejó así, fue la corrida de Sevilla del año pasado con el toro de Juan Pedro. Otras veces pasan cosas distintas. Después de la tarde de Madrid, después de acabar la corrida estaba asustado. No entendía muy bien lo que había pasado. Pensé verla de nuevo por la televisión, pero lo de la televisión también es muy especial. Creo que a ningún torero le gusta verse por la tele, porque muchas veces no se reconoce, o bien lo que presencia no tiene relación con la sensación que tiene uno mismo de lo que ha pasado. Es bueno verse porque ayuda. Me gusta hacerlo cuando no hay nadie delante.

¿Cómo es el dolor que se experimenta cuando se pincha un toro que se ha cuajado?

Sí, claro, duele siempre, es normal y les pasa a todos los toreros. Pero cuando se pincha un toro en Madrid, después de haber toreado como lo había hecho, el dolo es muy grande. Me ha pasado varias veces en Madrid, que tenía la salida por la Puerta Grande segura si lo mataba bien y he pinchado. Es un dolor diferente.

¿Torea mejor con el capote ahora? ¿Ha influido algo en Morante el tiempo junto a Rafael de Paula?

La forma de torear cambia con el tiempo, aunque lo fundamental permanezca. Ahí influyen los gustos del torero o lo que en cada momento se quiera interpretar. Hay una evolución. En mi caso, la relación con Rabel fue muy importante. A Rafael le gustaba hablarme y explicarme cosas. Es un estudioso del toreo, se fija mucho en los detalles y de ahí viene lo que ha hecho en el toreo. Además, tiene ese arte especial propio de su ser que hasta andando en diferente.

¿Qué significó Paula en si vida?

Habíamos hablado antes con motivo del festival y nos dimos cuenta de que teníamos buena sintonía mutua. Estábamos muy compenetrados. Cuando me apoderó surgió la cosa de forma casi espontánea. Lo veía ilusionado conmigo y a mi me gustaba tenerlo cerca. Tenía mucha intuición. Luego las cosas no llegaron a mantenerse mucho tiempo, pero es un tiempo muy bonito del que no me arrepiento.

¿No le parece que ha perdido algunos años en su relación con Sevilla?

Es posible. Siempre he tenido problemas con la empresa que no me han beneficiado. La relación ahora es buena, pero en otros momentos no fue igual y, claro, algunos años he faltado y si no se torea no se puede triunfar. Creo que lo mejor con Sevilla aún está por llegar.

¿Para cuando seis toros en la Maestranza?

He matado seis toros varias veces con resultados distintos. Me ha gustado hacerlo. En estos momentos no me veo con esa necesidad. De pronto puede cambiar de idea. La verdad es que no me gustaría irme del toreo sin lidiar seis toros en Sevilla. Hasta ahora, cuando yo tenía ganas de hacerlo, las cosas no se remataron. Para matar seis toros se necesitan unas inquietudes especiales, que ahora no tengo, aunque pueden aparecer y espero hacerlo.

¿Es cierto que le han embestido muy pocos toros bien en la temporada pasada?

Muy pocos. Ya no sabemos a quién mandar a que meta la mano. No me gusta decirlo, pero me han embestido muy pocos. Este mismo año, en Castellón, salieron dos buenos y le tocaron a los compañeros. Espero que sea una mala racha y que cambie.

¿Cómo es el toro bueno que le sirve a un torero como Morante?

Cuando veo al toro, de salida, ya sé el me gusta y el que no. Lo he comprobado porque siempre que he cuajado un toro, ya en la salida tenía la intuición de que me iba a embestir. Le veo las hechuras, la cara, la expresión, cómo va a los burladeros y ya sé que puede ser bueno. Me gustan los toros que galopan. Y cuando hago un esfuerzo con un toro que no parece bueno, es porque me ha gustado de salida, he creído en sus posibilidades. Hago el esfuerzo porque casi siempre esa intuición me indica que merece la pena exponerse. Es lo contrario con toros que de salida no lo ves claro y no me merece la pena estar allí insistiendo. Si yo no lo veo posible, mejor es dejarlo. Mi mente no está preparada para cuajar a ese toro.

¿Cómo se explica el cambio de apoderamiento de este año?

Soy una persona con inquietudes. Me he ido con Curro Vázquez porque le he visto una ilusión especial en mi carrera y en mi persona. Fue un acuerdo rápido. Hablamos el mismo idioma. El cambio no ha sido porque estuviera mal con Sánchez Benito, es más esa inquietud de la que te hablo la que me orientó a una persona que es torero con el que me entiendo bien.

El pasado año fue de percances. ¿Sufrió el artista las consecuencias de las cogidas?

No, no me afectaron apenas. La prueba es que volvía sin perder el sitio. En la temporada pasada lo que ocurrió es que comenzó muy fuerte con Sevilla y Madrid, que tuvo mucho eco, y lo que pasó luego ya no tenía tanta repercusión. Además, no me embistieron los toros. Perecía gafado.

¿Qué fue lo mejor del pasado año para Morante?

Sin ninguna duda, Sevilla y Madrid. Pero hay algo más. Fue un año en el que me quise obligar a mí mismo y me anuncien ferias como Bilbao, Pamplona y otras, con la intención de acallar alguna crítica que podía acusarme de ir más cómodo. Me dije que había que estar en todas las plazas. Ese detalle ha sido muy importante para mi y me gusta destacarlo. Sevilla y Madrid fueron muy bonitos, pero di la cara en todas las plazas de responsabilidad en las que quisieron contratarme.

¿Será igual esta temporada?

Esa temporada de 2009 fue extensa y profunda, aunque probablemente ese tipo de planteamientos merme algo mi forma de interpretar el toreo. De todas formas, este año puede ser parecido, aunque eliminamos algunos “tragantones”. En mi caso creo que lo más difícil está conseguido, porque he logrado la opinión favorable de la mayor parte de la crítica, tengo partidarios en todas partes que me siguen allá donde toree, así que ahora me gustaría cuajar más toros y torear menos corridas. La pasada temporada quise demostrar con hechos que puedo lidiar en cualquier plaza, aunque en algunas las circunstancias no sean las más adecuadas a mi personalidad. Le llamo tragantones y no son buenos. Pero vamos, voy cuatro tardes a Sevilla.

¿Le agrada que le consideren una referencia, en algunos casos casi un mito, del toreo de arte?

Claro que me gusta. En Sevilla noto que hay muchos partidarios, pero hay que avanzar siempre, no se puede dejar las cosas a su libre inercia, tengo que mantener esa ilusión que le veo a los aficionados. En cuanto la gente no confíe en uno, se acaba todo. Hay que darle siempre cosas buenas para mantener la llama encendida.

¿Qué le falta conseguir en Sevilla?

Me falta cuajar un toro como a mi me gustaría. Me dicen que me faltan salidas por la Puerta del Príncipe; puede ser verdad. Ya salí una vez. Si cuajo el toro que sueño, ya tengo bastante. En Sevilla he estado bien muchas veces, pero hay un toro que aún no he toreado y con el que puedo sentirme feliz en la Maestranza. Recuerdo el toro de Gavira al que le corté dos orejas hace algunos años, fue bonito porque era muy joven. Recuerdo el de Juan Pedro del año pasado, con el que no tenía muchas ganas, pero que pase a pase me fui ilusionando, le entregué mi alma y el toro me lo agradeció. Me preguntaba, pero ¿cómo es posible?, mientras le daba los muletazos.

¿Le gusta ser el torero de Sevilla?

Eso es una cuestión del romanticismo del aficionado, que te pone ese sello porque le gusta. Creo que no deben mezclarse nombres de toreros con ciudades. Ningún torero se siente como el dueño de algo. El torero es una persona con sus miedos y alegrías. Me dicen que soy el símbolo del toreo sevillano actual. Lo dicen, pero yo no me paro a pensarlo. Esas comparaciones, en el fondo, no me gustan del todo. Soy Morante, unas veces mejor y otras peor. Lo demás, ya te digo, forma parte del romanticismo de la gente.

¿Le gusta torear con algunas de las figuras actuales que se arriman tanto y que pueden ser un contrapunto a lo que es Morante?

Son toreros a los que admiro, pero van por otro camino. Su tauromaquia es diferente a la mía. A veces echo de menos a un hermano a mi lado. Ahora predomina un torero con obsesión por la quietud a los que es difícil seguirlos. Soy así, me gustan esos toreros porque tiene mucho mérito, pero mi caso es distinto. Debe ser por la margen derecha del Guadalquivir, donde me muevo a gusto y allí se respira un tipo de toreo especial.

¿A dónde va Morante?

Voy al son que marca cada momento. Nunca creía que llegaría al momento en el que me encuentro, sobre todo por la seguridad ante el toro, el conocimiento de los terrenos, son cosas que nunca pensé que podrían llegar. El toreo tiene que entrar en la cabeza. Creo que me ha entrado. Conozco lo que es bueno y lo que no lo es. Ser artista es muy difícil.

Todo esto supone que su mente le ha dejado torear…

La mente siempre me ha dejado torear, aunque a veces he parado porque era lo mejor. La mente no me ha supuesto problemas para expresarme. Y tampoco me ha impedido conocer el toreo como ahora lo conozco.

¿Queda algo por aclarar sobre su supuesta negativa a guardar un minuto de silencio por Paquirri?

Ese asunto no se ha contado bien. Me quedé sorprendido cuando se contó que yo me había negado. No era mi responsabilidad que hubiera minuto de silencio. No me podía negar a ello, porque era Paquirri, torero al que siempre admiré y que entregó su vida por esta profesión. Alguien de allí no estaba de acuerdo y no era yo precisamente. No voy a nombrar a nadie. Otra persona convenció al presidente para que no hubiera minuto de silencio.

¿Aceptaría una Medalla de las Bellas Artes?

No me gustaría que ahora mismo me la dieran. Creo que es bonito, pero debe concederse como el premio a una trayectoria. No forma ahora parte de mis ilusiones, no tiene un valor específico ni la medalla ni su fundamento teniendo en cuenta la intención con la que se creó. La medalla debe premiar una vida de cosas importantes o de hechos especiales. No sé qué intencionalidad tiene ahora, pero no quiero hablar más de la dichosa medalla.

¿Le gusta vestirse bien de torero?

Es importante. Hay que ser torero siempre. Me puse la pañoleta porque lo veía en los carteles antiguos y me dije que podía sustituir a la corbata tan recta. A veces veo cuadros antiguos y le planteé al sastre las ideas. Me encanta darle un toque a mis trajes de torear.

¿Qué es lo que sueña Morante?

Sueño casi siempre con fracasos. Casi nunca he tenido la suerte de soñar con grandes triunfos o con salidas a hombros. Despierto sueño cosas más bonitas. Cuando sueño con toros, siempre me veo en el fracaso. Eso aumenta el dolor que siento cuando acabo una corrida.

¿Un sueño para este año?

El sueño que no he cumplido: la Puerta Grande de Madrid. He estado a punto algunas veces y no lo he logrado. Me gustaría tener esa experiencia. Y este año será una de mis mayores ilusiones por cumplir.

¿Cómo se ve Morante de mayor?

No lo he pensado. No me veo de ganadero. Me veo sin hacer nada. Me gusta jugar al fútbol, andar, escuchar flamenco.

¿Es Morante un genio del toreo?

Creo que hay genios. Lo que no creo es que haya genios permanentes. Se puede ser genio en algunos momentos. Eso de ser genio es ser diferente. Bueno, creo que soy diferente. No soy genio siempre, algunos días sí que puedo serlo.

La tarde se ha echado al final de la charla. La conversación ha sido pausada, con tiempo y distancia en cada respuesta, todo muy personal, como es Morante. Había tentado unas becerras, toreado un novillo y le esperaban para darle un premio. Le digo que son gajes del oficio. “Sí, pero sería bueno que los premios de cada feria los dieran todos el mismo día. No me gusta ir a recoger premios. No es lo mío”.

Nota: Parte de esta entrevista fue publicada en la revista Aplausos, nº 1696, de 23 de marzo.

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