El matador de toros de Écija Jaime Ostos ha fallecido a los 90 años este 8 de enero en la ciudad colombiana de Bogotá, víctima de un infarto cuando descansaba. El torero, que había acudido a presenciar los festejos de las ferias de Cali y Manizales, se encontraba acompañado de su esposa María Ángeles Grajal.

Jaime Ostos Carmona nació en Écija el 8 de abril de 1931. Su época de mayor esplendor fue la de los años 1960 y años 1970. Constituyó todo un referente en el toreo de su época, definido por todos los aficionados como uno de los grandes maestros. Considerado un torero valiente y de muy buena técnica, la muleta y la espada han sido sus dos mejores virtudes.

Debutó con público en Écija el 1 de junio de 1952, junto con su paisano Bartolomé Jiménez Torres con el que mantendría en los ruedos una gran rivalidad, dividiendo a la ciudad natal de ambos, en dos bandos: «jaimistas y bartolistas».

Su debut con picadores se produjo en Osuna el 5 de abril de 1953 también junto con Bartolomé, con novillos de Arturo Pérez Fernández.

Debutó como matador de toros el 13 de octubre de 1956 en la Plaza de toros de Zaragoza siendo su padrino Miguel Báez «Litri» participando como testigo Antonio Ordóñez con reses de Antonio Urquijo, siendo su confirmación en Las Ventas el 17 de mayo de 1958, apadrinándolo Antonio Bienvenida.

En 1959 obtiene el trofeo Manolete frente a Pepe Luis Vázquez y Antonio Ordóñez, se sitúa en la cabeza del escalafón, siendo una de las primerísimas figuras durante toda la década de los sesenta.

En 1962 es el torero con más corridas de ese año, junto con Diego Puerta con 79 corridas, siendo este el mejor año de toda su carrera. El 1 de octubre de 1967 le imponen en el ruedo de la Real Maestranza de Sevilla durante la Feria de San Miguel, la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia.

Fue dado por muerto tras una cogida en Tarazona (Aragón), el 17 de julio de 1963; llegaron a administrarle la extremaunción y transfusiones sanguíneas, necesitando un total de 10 litros.

En 1974 anunció su retirada de los ruedos, participando en años posteriores en varios festejos benéficos, apareciendo por última vez en un ruedo en el año 2003 en la plaza de toros de su ciudad natal.

Jaime Ostos fue un ejemplo de valor y gallardía, lo que le hizo ganarse el apelativo de Jaime Corazón de León. Recuerdo que vi muchas de sus tardes como matador de toros en Sevilla, donde repitió los triunfos de forma rotunda. Fue muy valiente, pero también un buen muletero y un extraordinario matador de toros.

En su trayectoria hay un antes y un después de la cornada de Tarazona de Aragón en 1963, cuando casi le dieron por muerto. Se salvó, entre otras cosas, por la rapidez de actuación de Ángel Peralta, que le hizo un taponamiento de la herida con una sábanas. Esa cornada fue de la más graves de la época, aunque el torero no se arredró y siguió con valor en los ruedos.

Su carácter firme y sincero le jugó malas pasadas. Denunció a los críticos que trincaban los sobres en su tiempo. Esa misma facilidad de palabra le hizo convertirse al final en un personaje de la prensa del corazón, lo que le resta ni un gramo a su categoría como torero. Descanse en paz