Gastón Ramírez Cuevas.- Domingo 24 de noviembre del 2013. Sexta corrida de la temporada de la Plaza de toros México. Toros: Seis de Xajay, desigualmente presentados y mansos en conjunto.
Toreros: Eulalio López “Zotoluco”, al segundo de la tarde le mató de pinchazo y un bajonazo: al tercio. Al cuarto le despachó de tres pinchazos: división.
Miguel Ángel Perera, al tercero le asestó un espadazo perpendicular y le cortó una oreja. Al quinto le propinó un chalecazo: silencio.
Sergio Flores, confirmó la alternativa. Al que abrió plaza le despenó de entera bajita: al tercio con fuerza. Al sexto se lo quitó de enfrente de un espadazo defectuoso, pinchazo hondo y dos descabellos: palmas.

Hoy fueron a la plaza cerca de siete mil espectadores. Esa gente se quedó con ganas de ver al toro bravo y repetidor. Bueno, de Xajay poco más puede uno esperar, el ganadero de “bravo” nos obsequió algo de trapío y nada de bravura.

Al ahora parsimonioso y “maestrísimo” Zotoluco estos bichos le saben a poco. En su primero ha estado entregado y sobrio, muleteando con ganas y algo de clase. Lo mejor de su labor fueron los doblones con los que inició el trasteo. Luego se deshizo en un mar de zapatillazos y gritos que no encandilaron al respetable. En su segundo desperdició las veinte buenas embestidas del manso y se diluyó en vanas porfías.

Perera volvió a torear como los buenos en el tercero de la tarde. Desde el capote se le notó el buen ánimo. Quedan para ejemplo las chicuelinas, la cordobina y las tafalleras del quite. Todo en un palmo y todo templado. Con la sarga se gustó quieto y enterado, haciendo que el público se le entregara al principio de la faena.
Hubo derechazos a pies juntos dignos y toreros. Luego vino el falso arrimón quitándole el engaño al toro para que no repitiera, y los pases por las nalgas que ya a nadie gustan. Mató con oficio. Se agradecen las cosas bien hechas, pero sigue faltando gracia.

Sergio Flores, el elegante y carismático torero de Apizaco, héroe de mil batallas en la madre patria, lo intentó todo. Pero como siempre, le faltó toro. En el de la confirmación estuvo pundonoroso y artista, sacando agua de las piedras ante un bicho soso hasta la saciedad. Queda para el recuerdo su manera de cargar la suerte y completar los muletazos por ambos pitones en el toro que abrió plaza.

En el sexto le vimos el trazo largo y hondo, los muletazos de clase, las joselillinas ajustadas y el hambre, mas ya la cosa había perdido color en una tarde gélida sin toros bravos.

Salí del coso recordando a Víctor Hugo, quien decía: “Poco a poco, sin embargo, ellos vuelven a esperar. Así son los insumergibles espejismos del alma.” El que tenga oídos para oír, que oiga; porque vendrán tiempos mejores, y mejores toreros y mejores toros. Y si no ¡apaga y vámonos!

Ahora nos queda la esperanza del domingo entrante, cuando Joselito, Saldívar y Silveti se las verán con un encierro que –por lo menos en las fotos- tiene cara y trapío. ¡No a los falsos profetas, sí a los coletudos con los machos bien ajustados!

Foto: Alejandro Escarcega

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