Ponce_280814Juan Manuel Pérez Alarcón.– No hace mucho tiempo la Plaza de Toros de Almería gozaba de buena salud, era premiada como mejor plaza de segunda categoría, la afición y su publico entendía de toros, y toreros, y la empresa se preocupaba con dedicación y entusiasmo para que el espectáculo fuera dinámico, alegre y sobre todo tuviera emoción. Eso fue en el siglo pasado, y ya ha llovido algo, y con esta crisis, Almería debe buscar un nuevo rumbo, empezar de nuevo, y educar taurinamente a un público demasiado festivo y «festivalero».
Hoy con 3/4 de plaza – la mejor entrada de la feria por ahora – se ha visto que todo parece provocar nostalgia entre los pocos aficionados sensatos que cubren el aforo del Coso de la Avenida de Vílches. Y esa recuerdo del pasado provoca que hace muchos años había corridas encastadas y su lidia provocaba emoción en los tendidos. Y es que los toros de Juan Pedro Domecq y Parlade (2º) han dado un juego indeseable, carentes de fuerzas – aunque hoy se ha picado la corrida algo más que ayer y no se caído – carente de casta y raza en su totalidad, y manseando en el último tercio. Eso sí, bien presentada en su conjunto.
Enrique Ponce tuvo un primer oponente bajo de hechuras que le propició torear a gusto con el capote. La suerte de varas tuvo su sitio y lugar. Lo justo para que el animal se atemperase. Faena estiló de la casa con derechazos ligados pero sin ajustes y tirando de efectos. Faena de enfermero ante un animal que carecía de emoción y raza. Tras una gran estocada se le pidieron con fuerza las dos orejas, concediendo el Usía una oreja. No merecía más. Bien por el Sr. Presidente por adoptar ese criterio. Aplaudido por un sector de la afición. Sobró la segunda vuelta ( por su cuenta) del maestro de Chiva.
Con el cuarto, más fuerte y de preciosa estampa, lo cuidó en el caballo, y tuvo fijeza para chiqueros. Ni los doblones al principio ni sin poderosa muleta pudieron domeñar sus sosas embestidas. Toreo circular y populista con efectos tuvieron su efecto. Pases al hilo de pitón, practicando el toreo moderno que tanto gusta al público de Almería. Tras tres pinchazos y una estocada algo algo caída fue ovacionado, y Ponce volvió a darse una vuelta por su cuenta. Nostalgia del pasado en una faena que no emocionó.
Morante de la Puebla tuvo otro animal que le faltó casta y emoción. Antes con el capote no le permitió estirarse del todo. Apuntes a la verónica sin terminar de despegar. Con la muleta pinceladas con destellos de buen toreo pero sin llegar al éxtasis. Con todo y con eso derechazos pintureros y remates tuvieron mucho sabor. Tras un pinchazo y estocada fue ovacionado.
Con el quinto, un toro grande de Juan Pedro, sin apenas cuello para embestir, tuvo poca fuerza y escasa acometida. Preciosas las verónicas de recibo y la media, pero sin terminar de rematarlas. Muy torera su forma de empezar al hilo de tablas y la forma de sacar al toro a los medios. Después lo intentó Morante pero su voluntad no paso de discreta. No tenía material que fue oportunamente pitado en el arrastre.
José María Manzanares evidenció que no está en su mejor momento, y aún así fue el triunfador de una tarde que no pasará a la historia, porque aprovechó el entusiasmo de un público entregado a su tauromaquia. Una tauromaquia moderna y engañosa la que ha ofrecido hoy en Almería.  Sorteó un primer toro que salió fuerte de salida y que lanceó a la Verónica con soltura pero sin apreturas. Suerte de varas discreta que puso en apuros a Curro Javier en la lidia. En la muleta faena desajustada en algunos momentos y que tuvo cierta importancia por la mano derecha. Con la izquierda faltó más rotundidad. Tras una buena estocada se le pidió con fuerza una oreja que la Presidencia otorgó.
Con el descastado que cerraba la tarde sus embestidas «guadanescas» no terminaron de provocar la emoción del aficionado. El público de sol demandaba olés a diestro y siniestro, y Manzanares aplicó la receta que el gran público quería, que no era otra que tirar de trazo recto y sin rematar, destorear sin ajustarse, ni acoplarse ante un animal carente de cualidades aptas para que aquello tuviera emoción. A pesar de no tenerlas, ejecutó una estocada que tuvo el efecto de la nostalgia por el triunfo, y el gran público solicitó otra oreja que por la vía reglamentaria había que conceder porque la mayoría predominaba, pero que aún así costaba creer que semejante faena vulgar tuviera el destino de semejante premio. Cosas de la vida…y de la nostalgia.
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